La implantación de empresas agroalimentarias de Extremadura y Castilla y León basadas en la venta de higos secos y sus transformados ha propiciado que el sector productivo empiece a considerar a la higuera como una alternativa real. Desde el Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (Cicytex) se planteó la necesidad de implementar nuevas técnicas de cultivo en regadío para la producción de higos para consumo en seco unido al desarrollo de un sistema de recolección más eficiente y que mantuviese los higos con la máxima calidad organoléptica y sanitaria.
A.I. Galván1, F. Pérez-Gragera1, M.J. Serradilla2, M.G. Córdoba3, G. Domínguez1, A.J. Galán1, M. López-Corrales1. 1Centro de Investigación Finca La Orden-Valdesequera (CICYTEX). Departamento de Hortofruticultura. Junta de Extremadura. 2Instituto Tecnológico Agroalimentario de Extremadura (INTAEX-CICYTEX). Área de Vegetales. Junta de Extremadura. 3Nutrición and Bromatología, Instituto Universitario de Investigación Recursos Agrarios (INURA). Escuela de Ingeniería Agrarias, Universidad de Extremadura.
La higuera (Ficus carica L.) es un cultivo característico del área mediterránea que se distingue de otros frutales principalmente por la producción de dos cosechas (brevas e higos), que pueden ser consumidos tanto en fresco como en seco. La superficie mundial se cifra en torno a las 315.500 ha, con una producción superior al 1.100.000 t anuales siendo Turquía el principal país productor, con el 23% de dicha producción mundial. En Europa, España es el principal país productor con unas 13.979 ha y una producción total de 47.742 toneladas, que suponen el 35% de la producción europea y un 3,5% de la producción mundial (Faostat, 2017). De esta superficie, más del 85% se cultiva en secano, liderando Extremadura la superficie y la producción con unas 5.824 ha y unas 18.755 t cuyo destino principal es la producción de higos para el consumo en seco.
A pesar de ser un cultivo tradicional, ampliamente distribuido y característico de la producción agrícola en la Península Ibérica desde hace milenios, es una especie poco estudiada tanto en técnicas de cultivo como en material vegetal. En relación a la producción de higos secos, tanto en España como en el resto de países del área mediterránea, las higueras se han cultivado en secano con amplios marcos de plantación (10 x 10 m e incluso 12 x 12 m), con árboles que alcanzan una altura de hasta 6 m y un gran volumen de copa. En cuanto a la producción, el rendimiento medio en secano puede oscilar entre los 1.000 y 3.500 kg/ha de higos secos en función de la profundidad, textura y fertilidad de los suelos (Balas y López-Corrales, 2014).
A nivel nacional, en 2017, el sector del higo facturó más de 45 millones de euros, con un precio medio pagado de 124,5 euros por cada 100 kg (MAPA, 2017), que ponen de manifiesto la importancia económica de este sector productivo, con una demanda nacional e internacional de higo seco que crece anualmente y con precios muy competitivos. Además, la implantación de empresas agroalimentarias de Extremadura y Castilla y León basadas en la venta de higos secos y sus transformados ha propiciado que el sector productivo empiece a considerar a la higuera como una alternativa real no sólo en determinadas comarcas, en general deprimidas, en las que no es posible el establecimiento de otras especies de regadío o con mayores necesidades de agua sino también en los regadíos de las Vegas del Guadiana con plantaciones intensivas.
Sin embargo, para la consolidación de este cultivo frutal en seco, son necesarias mejoras tecnológicas en todo el proceso productivo, que incluyen mejoras agronómicas relacionadas con el material vegetal, técnicas de cultivo como podas y abonados y manejo de plagas y enfermedades, así como mejoras en las técnicas de recolección y manejo de los higos en las industrias.
Uno de los puntos clave en este cultivo es la recolección y el secado de los higos. En las plantaciones tradicionales de secano, la recolección de los higos se realiza en el suelo, los cuales caen a medida que avanza su maduración donde continúan secándose de forma natural al sol (foto 1). Este proceso de recogida, que se realiza dos o tres veces desde primeros de agosto hasta finales de septiembre, tiene como ventaja los bajos costes de capital y de operación, pudiendo recolectar un operario entre 150-200 kg/jornada.
Teniendo en cuenta todo lo expuesto, desde el Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (Cicytex) se planteó la necesidad de implementar nuevas técnicas de cultivo en regadío para la producción de higos para consumo en seco unido al desarrollo de un sistema de recolección más eficiente y que mantuviese los higos con la máxima calidad organoléptica y sanitaria. Así, en el año 2011 se estableció en Cicytex – Finca La Orden en regadío un ensayo en superintensivo con tres de las variedades más cultivadas en España para aprovechamiento en seco (Calabacita, Cuello Dama Blanco y Picholetera). Una parte de los resultados serán analizados en este artículo y forman parte del proyecto coordinado RTA2017-000032-C02 titulado ”Gestión integral del proceso productivo del higo seco que asegure un producto de máxima calidad higiénico-sanitaria”.
Manejo del cultivo en superintensivo
La higuera es una especie que se cultiva sobre sus propias raíces por lo que no es habitual la utilización de patrones en plantaciones comerciales. El suelo óptimo para su desarrollo es aquel que presente un buen drenaje, suelos franco-arenosos y con pH óptimo entre 6 y 8. Es muy sensible al encharcamiento, que le provoca asfixia radicular, por lo que hay que descartar su cultivo en suelos muy fuertes y que no drenen bien. Además, es una especie moderadamente tolerante a la alta salinidad.
Es un cultivo totalmente adaptado al clima mediterráneo y tolera bien altas temperaturas en verano, aunque pueden causarle un descenso e incluso una paralización de la producción si hay una importante limitación de agua disponible. En lo que se refiere a bajas temperaturas, las heladas muy tardías e inferiores a -10oC, son muy perjudiciales tanto para la producción de brevas, como para la brotación de las yemas en primavera.
El marco de plantación elegido para el estudio fue 2 x 5 m, con una densidad de 1.000 plantas/ha, preferiblemente con orientación norte-sur para mejor aprovechamiento de la luz solar. La distancia entre calles debe ser de, al menos, 5 m para permitir la instalación del sistema de recogida y al mismo tiempo la entrada de operarios y carros para la recogida de las cajas de higos durante las recolecciones.
Este ensayo tiene cuatro bloques por variedad, con tres árboles por bloque. El sistema de formación de los árboles es en vaso alto, es decir, el tronco se poda a 1 metro de altura, y se dejan cuatro o cinco ramas principales, con ángulos de inserción a diferentes alturas para evitar posibles rajados de ramas. Al mismo tiempo, esta altura favorece además de la aireación de los árboles, la iluminación y el proceso de secado de los higos así como la instalación del sistema de recolección.
El sistema de riego es por goteo e inicialmente se colocó un solo gotero/planta, duplicándose su número a partir del cuarto año de plantación. El volumen anual de agua aplicada durante la campaña de riego es aproximadamente de unos 3.000-3.500 m3 dependiendo de la climatología de cada primavera y verano y abarca desde primeros de junio hasta finales de septiembre.
Las necesidades de abonado de la higuera son similares a otros frutales. En cuanto al abonado de fondo, antes de establecer la plantación, es necesario un abonado con unos 400 kg/ha de 9-18-27 (N-P-K). Posteriormente, en primavera se realiza un abonado de cobertera en superficie, en dos veces con unos 150-200 kg/ha de nitrato potásico.
En relación al sistema de recolección, se diseñaron unas estructuras de hierro que posibilitan la colocación de unas mallas a lo largo de las filas con una luz de 2 metros a ambos lados de las calles y a una altura de unos 50 cm del suelo. Estas estructuras permanecen en el ensayo durante todo el año, colocándose las mallas en el mes de julio, retirándose una vez finalizada la recolección de los higos. Este sistema está ideado para permitir la realización de diferentes labores de cultivos como podas, tratamientos herbicidas y fitosanitarios una vez finalizada la recolección.
A medida que maduran los higos y caen en las mallas, se recolectan tres o cuatro veces durante la campaña cada siete o diez días aproximadamente, presentando entre el 25-35% de humedad en función de la variedad y la fecha de recogida (foto 2). Seguidamente, se seleccionan los higos sanos y se llevan al interior de unos invernaderos, sin control de temperatura ni humedad relativa, para que en aproximadamente tres o cuatro días puedan secarse hasta alcanzar humedades inferiores al 26% para su almacenamiento y manipulación, de acuerdo a la norma de calidad de higos secos (Unece Standard DDP-14 concerning the marketing and commercial quality control of Dried Figs) (foto 3).
Los parámetros agronómicos analizados en este ensayo han sido: la fecha de entrada en producción, las producciones anuales (kg/ha), la tasa de crecimiento activo (TCSA) y la eficiencia productiva (kg/cm2). La TCSA se calculó de acuerdo a la ecuación TCSA= p2/4π, siendo p el perímetro del tronco medido a 20 cm del suelo durante el reposo invernal (Pearce, 1952). La eficiencia productiva es el ratio entre la producción acumulada y la TCSA. En cuanto a los parámetros físico-químicos de los higos secos se midieron el peso (g), calibre (mm), textura (kg/cm2), color y contenido en sólidos solubles (oBrix).
En el cuadro I se presentan las fechas de recolección de las variedades siendo Calabacita la variedad más temprana cuya primera recolección se hizo a principios de agosto, seguida de Cuello Dama Blanco y Picholetera realizada a mediados de agosto. Estas fechas se han adelantado o atrasado en base a las condiciones climáticas de cada año, al igual que en el resto de árboles frutales de la zona de cultivo.
En cuanto a los parámetros productivos analizados durante el período de estudio 2015-2018, Cuello Dama Blanco muestra un alto potencial productivo, alcanzando la producción más alta (14,6 kg/árbol) en el año 2018, seguida de Calabacita (10 kg/árbol) y Picholetera (6,6 kg/árbol). Sin embargo, las producciones de Cuello Dama Blanco y Picholetera muestran altos porcentajes de pérdidas causadas principalmente por un exceso de humedad en los higos y que alcanzaron valores de un 82,4 y 35,3% respectivamente.
Esto podría explicarse por el gran vigor de los árboles combinado con un reducido marco de plantación, así como por un gran número de higos muy próximos unos a otros que favorece la pudrición de los mismos, impidiendo un secado gradual en los árboles. Calabacita fue la variedad con menores pérdidas y con una mayor producción de higos sanos secos (Ha<26%), con un valor de 6,8 kg/árbol. La productividad de las variedades ensayadas oscilaron entre 0,25 y 0,39 kg/cm2, siendo Calabacita la que presentó el valor más alto (cuadro II).
En cuanto a los atributos de calidad, los higos secos de mayor tamaño se obtuvieron con Calabacita con 12,4 g de peso medio, seguido de Cuello Dama Blanco y Picholetera con valores medios de 11,8 y 9,3 g respectivamente en el séptimo verde. Además, los higos presentan alto contenido en sólidos solubles que oscilan entre 79,17 oBrix de Cuello Dama Blanco y 84,51 oBrix en Picholetera (cuadro III).
Viabilidad económica
El cultivo de la higuera en superintensivo requiere una mayor inversión inicial en plantas además del sistema de riego. Otro coste importante es la adquisición de las estructuras y las mallas, así como de la mano de obra necesaria para su instalación. Un valor aproximado podría oscilar en torno a los 15.000 – 20.000 euros/ha si bien el gasto correspondiente a las estructuras y mallas puede realizarse en el tercer o cuarto verde cuando la producción de higo seco alcance un volumen considerable. Además, este coste puede ser amortizado por las mayores producciones obtenidas junto con la reducción de mano de obra en recolección, así como unas menores pérdidas en caso de lluvias durante el periodo de recolección.
Los resultados preliminares de este ensayo han puesto de manifiesto varios aspectos:
- El alto potencial productivo de la higuera en superintensivo y con riego localizado, si bien los porcentajes de pérdidas obtenidos en Cuello Dama Blanco y Picholetera indican que este sistema no sería muy adecuado para estas dos variedades, más vigorosas, más tardías y cuyos higos se desarrollan muy próximos en las ramas unos a otros. En Calabacita al octavo año de plantación se han obtenido producciones anuales muy superiores a los rendimientos medios de las establecidas en secano, así como a otras plantaciones con marcos menos anchos (7 x 7 u 8 x 8 m) con riego de apoyo de mayo a septiembre.
- El material vegetal es de gran importancia para este sistema de cultivo, seleccionándose plantas uniformes de un año y preferibles de viveros certificados que garanticen la procedencia y la sanidad de las plántulas.
- La obtención de frutos de mayor peso y calibre, lo que supone un aumento de precio percibido por el agricultor.
- El volumen de agua aplicado en nuestras condiciones de cultivo no es muy elevado, muy inferior a las necesidades de plantaciones superintensivas de otras especies como el olivo o el almendro. Sin embargo, es necesario diseñar una estrategia de riego para evitar humedades altas próximas a los higos que se están secando en las mallas. Para ello, a partir del séptimo u octavo verde la línea de riego debe colocarse al centro de las calles y aplicar menos dosis de riego con dotaciones más elevadas y espaciadas en el tiempo.
- El sistema de recolección con mallas facilita la recolección de los higos disminuyendo la mano de obra, pasando de unos 200 kg/jornada operario de forma tradicional a unos 800 kg/jornada laboral operario con recolección en malla.
- Al mismo tiempo, con este sistema se obtienen higos de elevada calidad higiénico-sanitaria al evitar el contacto directo de estos con el suelo y se reducen los daños por parásitos y pájaros, incapaces estos últimos de posarse en las mallas por la inestabilidad que les provoca la red.
- Montaje y desmontaje de mallas para evitar su deterioro. Necesidad de locales para su almacenamiento.