España es el país de la UE con mayor superficie de cultivo dedicada a la cebada, aunque la producción total esté al nivel de la de Alemania o Francia. A su vez, éste es el cultivo que ocupa una mayor superficie de suelo agrícola a nivel nacional por lo que respecta a especies anuales de producción extensiva. Según datos provisionales del Magrama ésta ha sido de 2.662.200 hectáreas en esta campaña 2015-16. En este artículo se analiza el mapa varietal de la cebada en España y las recomendaciones de cultivo.
Antoni López Querol1, Joan Serra Gironella2 y Roser Sayeras Oliveras2. 1 IRTA Lleida. 2 IRTA Mas Badia.
Tal como muestra la figura 1, la superficie de cebada se viene manteniendo más o menos estable durante el último quinquenio, después de haber disminuido aproximadamente un 20% entre 2004 y 2011.
La cebada ha venido ocupando tradicionalmente las superficies cerealistas con menor potencial y peores condiciones de cultivo, en las que el trigo no ofrece ciertas garantías de viabilidad, ya que en dichas situaciones se valora especialmente su mayor rusticidad y resistencia a la sequía. En este sentido, no es casual la gran superficie que dedica España al cultivo, ya que las condiciones de escasa pluviometría y suelos de baja calidad en buena parte de la superficie nacional dedicada a los cereales son mayoritarias.
La distribución geográfica de la superficie dedicada a la cebada en España refleja de algún modo esta situación al concentrarse el cultivo principalmente en los secanos de ambas mesetas (61,11%) y Aragón (17,23%). La figura 2 muestra la distribución de la superficie dedicada al cultivo en las diversas comunidades autonómas en la pasada campaña 2015.
El hecho de que la mayor parte de la cebada en España se siembre en zonas de bajo potencial hace que la productividad del cultivo esté directamente relacionada con las condiciones climáticas, y en especial pluviométricas, de la campaña. La figura 3 muestra la evolución de la producción total de cebada en España durante el decenio 2004 a 2014. La figura muestra claramente ese comportamiento errático que es fruto de las condiciones favorables o no, básicamente de pluviometría, registradas en cada campaña.
No existe estadística concreta sobre la distribución de la superficie de las distintas variedades de cebada cultivadas en España. Una buena aproximación, aunque con muchas limitaciones, la constituyen los datos de las cantidades certificadas de semilla de cebada en España.
Asumiendo la incuestionable limitación del método ya que la tasa de utilización de semilla certificada en España es baja, se puede llegar a establecer la citada aproximación estableciendo una proporción directa entre la semilla certificada y la sembrada. De este modo se obtendrían los datos que aparecen en la figura 4, que intenta ofrecer los porcentajes de superficie sembrada con las veinte variedades de las que se producen las mayores cantidades de semilla certificada y que suponen el 82,17% del total.
Si bien la mayoría de las variedades más sembradas actualmente son relativamente modernas, no deja de sorprender la superficie dedicada todavía al cultivo de variedades antiguas que han mostrado y siguen mostrando una magnífica adaptación a determinadas zonas cebaderas con características específicas.
Nos encontramos así con que en una parte importante de los secanos aragoneses de Monegros se sigue sembrando la variedad Albacete, que aun con rendimientos y peso específico del grano bajos, sigue ofreciendo para muchos agricultores de la zona ciertas garantías de producción en parcelas con condiciones habituales de cultivo extremas. Del mismo modo, la excelente adaptación de la variedad Beka a siembras de primavera en determinadas zonas de Castilla y León, junto a la predilección de la industria maltera por esta variedad, hacen que en dichas zonas no se haya planteado la necesidad perentoria de la renovación varietal del cultivo.
¿Variedades dísticas o hexásticas?
Hasta hace pocos años se asociaban las variedades de seis carreras a las siembras de otoño, mientras que las de dos se sembraban mayoritariamente a salida de invierno, en siembras llamadas de primavera. Durante los últimos años se ha producido un incremento en la siembra de variedades dísticas o de dos carreras que ha ido en detrimento de la superficie dedicada a la producción de cebada hexástica o de seis carreras (figura 5).
La valoración de las características del grano en el precio final de comercialización ha influido sin duda en esta evolución al primarse o depreciarse el precio final de la producción en función del peso específico del grano. La obtención por lo general de un mayor peso específico en variedades de dos carreras respecto a las de seis, ha ido provocando la reducción de la utilización de éstas últimas, de manera que la mayoría de las variedades cultivadas actualmente en España y Europa son dísticas o de dos carreras.
Por otro lado, la orientación al incremento de la productividad como principal objetivo de la mayoría de los programas de mejora de la especie ha hecho que la mayor parte de variedades sembradas actualmente en España (87,15%), tanto en otoño como en primavera, sean de dos carreras, generalmente más productivas y con mejor peso específico del grano que las variedades hexásticas que, sin embargo, ofrecen por lo general mayor rusticidad y resistencia a la sequía. De las veinte variedades que refleja la figura 4, tan sólo Yuriko es hexástica.
La observación de la figura 6 muestra en cierto modo la mayor volatilidad en la producción en función de las características climatológicas de la campaña por parte de las variedades de dos carreras respecto a las de seis, mucho más estables atendiendo a su potencial productivo y a las condiciones de las zonas en que mayoritariamente son sembradas.
Considerando que la práctica totalidad de nuevas variedades que se introducen actualmente en España proceden de programas de mejora centroeuropeos cuya orientación primordial es el incremento de la productividad, la evolución del mapa varietal del cultivo en España muestra una creciente introducción de este tipo de material vegetal en detrimento de variedades menos productivas pero que ofrecen mayor rusticidad, tanto por su mayor resistencia a condiciones de sequía como a enfermedades foliares habituales en nuestras zonas de cultivo.
Hay que tener en cuenta que las nuevas variedades centroeuropeas son en buena parte materiales alternativos, pensados para siembras de primavera en países fríos, con elevados potencial productivo y peso específico del grano, aunque sensibles a la mayoría de enfermedades foliares habituales en España que, en las condiciones de cultivo de dichos países, no suelen suponer problemas limitantes al cultivo.
El destino de la producción es otro factor a considerar a la hora de decidir la variedad a sembrar. Tradicionalmente se han asociado las cebadas hexásticas o de seis carreras a la alimentación del ganado, mientras que la industria maltera se ha abastecido mayoritariamente de variedades dísticas o de dos carreras.
Las particularidades climáticas de la zona pueden inducir a su vez la elección de un tipo u otro de cebada. Así, en zonas con vientos frecuentes y/o intensos, existe un mayor riesgo de descabezado o caída y pérdida de espigas en variedades hexásticas que en las de dos carreras.
Debería pues considerarse todo ello a la hora de elegir las variedades a sembrar: las variedades con mayor potencial productivo, habitualmente dísticas, deberían destinarse a las mejores zonas o parcelas, que ofrezcan las mejores condiciones para el cultivo y en las que puedan esperarse mayores producciones y mejor peso específico del grano. Por su parte, en zonas con condiciones habituales de sequía y/o suelos pobres o poco profundos, las variedades más rústicas, de dos o de seis carreras, pueden tener mejores resultados.
Las nuevas variedades de cebada híbridas
Recientemente se han introducido en nuestro país variedades de cebada híbridas que aportan una serie de características diferenciales respecto al cultivo de las variedades tradicionales. Este tipo de variedades ya llevan varios años en explotación en países europeos como Francia o el Reino Unido en donde pueden desarrollar todas sus potencialidades, y en los que han ido incrementando su superficie hasta alcanzar cuotas entre el 10% y el 20% del total dedicado a la cebada.
Se trata de variedades de elevado potencial productivo que requieren, a su vez, condiciones de cultivo de alto potencial o de regadío para poder desarrollar al máximo sus posibilidades. En dichas condiciones, y en base a las limitadas referencias de resultados obtenidos hasta ahora en determinadas zonas de España, parecen poder incrementar los rendimientos de las variedades tradicionales entre un 10 y un 15%.
Las variedades comercializadas hasta ahora o de próxima comercialización en España son dirigidas a siembras de otoño, de seis carreras, ciclos medios a largos, talla alta, buen peso específico del grano y elevada resistencia a la mayoría de enfermedades foliares habituales en nuestras condiciones. Una de sus ventajas es su menor dosis recomendada de siembra, que viene a ser aproximadamente un 35% inferior a la de las variedades tradicionales. Por contra, al tratarse de semilla híbrida, no es factible la reutilización de ésta para las siembras propias, siendo obligada la adquisición de nueva semilla cada año.
Variedades de invierno y alternativas
Existen dos grandes tipos de material vegetal de esta especie: las variedades de invierno y las alternativas, también llamadas hasta ahora de primavera. La diferencia fundamental entre ambos es el mayor o menor requerimiento de vernalización para el completo desarrollo de su ciclo vegetativo y, en segundo lugar, su respuesta al fotoperíodo. Así, mientras las primeras precisan acumular determinada cantidad de horas de frío para poder completar la floración y, por ende, llegar a la producción de grano, las segundas no muestran dicho requerimiento, completando su ciclo vegetativo con independencia de las horas de frío acumuladas.
Como consecuencia, las variedades llamadas de invierno son las que deberán ser sembradas antes. Se trata de las siembras habituales en la mayor parte de secanos de España, que tienen lugar durante el mes de octubre y hasta finales de noviembre (figura 7). En este tipo de siembras se aprovecha la humedad que suelen aportar al terreno las lluvias otoñales para asegurar una correcta nascencia de la semilla y desarrollo de la planta en sus primeros estadios.
Durante las semanas de invierno de mayor rigor térmico las plantas de cebada de tipo invernal frenan su desarrollo vegetativo foliar para desarrollar su sistema radicular y su nudo de ahijamiento. A salida de invierno, con el incremento de la temperatura y del número de horas de luz al que algunas variedades también son sensibles, se reemprende el desarrollo vegetativo con la emisión de hijuelos y el posterior encañado.
Las variedades alternativas o de primavera se han venido utilizando mayoritariamente hasta hace unos años en siembras a salida de invierno, habitualmente durante los meses de febrero y marzo, en zonas en las que no se ha podido llevar a cabo la siembra en otoño por imposibilidad o por condiciones de extremo rigor invernal. En estas condiciones, este tipo de material vegetal, sin necesidad de vernalización, desarrolla su ciclo vegetativo de forma continua en un período menor de tiempo, lo cual suele implicar una disminución en su rendimiento productivo. La figura 7 muestra un sencillo esquema de las fechas de siembra posibles para ambos tipos de material vegetal.
Como se ha comentado anteriormente, durante los últimos años se ha venido produciendo en España una importante irrupción de nuevas variedades, mayoritariamente de origen centroeuropeo, muchas de ellas de tipo alternativo. Una mayor suavidad térmica del invierno en muchas zonas de la Península respecto al de los países de origen de estas variedades hace posible que, con frecuencia, puedan sembrarse también éstas en otoño sin que sufran daños graves por causa del frío. La siembra temprana de este tipo de material vegetal suele comportar un incremento de la productividad y de la calidad del grano.
En la práctica, estas variedades autorregulan de algún modo su ciclo vegetativo de modo que, pese a no detener su desarrollo durante el invierno, acaban ajustando su ciclo en el momento del espigado a la mayor parte de variedades de invierno sembradas en condiciones similares.
Es muy importante recordar que la siembra precoz de variedades de cebada alternativas puede comportar riesgos importantes. No olvidemos que, como se ha explicado anteriormente, estas variedades han sido obtenidas habitualmente para siembras de primavera en condiciones de cultivo centroeuropeas. Por ello, este tipo de material vegetal carece de resistencia al frío y es mayoritariamente sensible a enfermedades foliares de origen fúngico, sobre todo a rincosporiosis (Rynchosporium secalis). En años y/o zonas con inviernos especialmente fríos, no resulta raro ver campos de cebada de estas variedades sembrados precozmente con graves daños por frío o, incluso, con la muerte de las plantas.
Por otro lado, la coexistencia de otoños o inviernos relativamente húmedos y sin temperaturas extremas con la siembra precoz de estos materiales suele implicar importantes ataques de rincosporiosis que tienen una notable incidencia sobre el rendimiento final y la calidad del grano. En situaciones en las que se den los anteriores condicionantes es del todo recomendable la realización de tratamientos fungicidas adecuados que frenen el desarrollo de la enfermedad en su inicio o, mejor aún, que la eviten mediante una actuación de tipo preventivo.
Una de las ventajas que puede aportar la siembra de estas variedades en otoño-invierno es que puede retrasarse la fecha de siembra a conveniencia, ya que pueden sembrarse en cualquier momento. Ello puede permitir una mejor preparación del terreno o una siembra con mejor tempero que asegure una mejor nascencia e implantación del cultivo. También puede permitir la nascencia de buen número de infestantes, sobre todo monocotiledóneas, que pueden así ser eliminadas mecánicamente de manera previa a la siembra.
En resumen, las siembras precoces de variedades de cebada alternativas presentan puntos favorables y en contra que es necesario recordar:
Como ventajas destaca:
- Incremento de la productividad.
- Incremento de la calidad del grano.
- Posible retraso de la fecha de siembra.
- Posibilidad de escarda mecánica.
Como inconvenientes:
- Sensibilidad al frío.
- Sensibilidad a enfermedades foliares (rincosporiosis).
- Tratamiento fungicida preventivo aconsejable.
La importancia del ciclo de la variedad a sembrar
El ciclo es una de las principales características que hay que valorar en el momento de la elección de la variedad a sembrar. En las condiciones de la mayor parte de los secanos españoles un ciclo adecuado es, en ausencia de pluviometría suficiente, el carácter que suele determinar los resultados finales de la campaña.
No deben confundirse variedades de siembra otoñal con variedades de ciclo largo, ni variedades de primavera o alternativas con ciclos cortos. Tanto para las de un tipo como para las del otro existen variedades de ciclo corto y de ciclo largo. Véase a modo de ejemplo el cuadro I. El ciclo de una variedad sería, en definitiva, la duración del período transcurrido entre la nascencia y la madurez fisiológica de las plantas. Dicho período es distinto para cada variedad y varía asimismo en función de las características de cada campaña, aunque para cada una de éstas, suelen mantenerse las diferencias entre las diversas variedades.
Salvo en las comarcas cerealistas del norte de España y las de producción en regadío en las que las buenas condiciones de cultivo favorecen la duración del ciclo vegetativo en las variedades de ciclos medio a largo, la mayor parte de secanos españoles dedicados a la producción de cebada obtienen sus mejores producciones con variedades de ciclos cortos a medios. Ello se debe fundamentalmente a la aparición temprana en los mismos de condiciones de sequía y elevadas temperaturas que precipitan las fases finales del ciclo vital de la planta.
Son las variedades de ciclo más corto las que tienen mayores posibilidades de llegar con el grano ya formado y seco a esas situaciones, muy frecuentes en nuestro país. Por el contrario, las variedades a las que la llegada de elevadas temperaturas y condiciones de sequía alcanzan durante el período de llenado del grano sufren en la mayoría de ocasiones la detención súbita del proceso, quedando los granos con el llenado parcial de los mismos y bajos pesos específicos que implican importantes descensos en la producción respecto al rendimiento potencial previo existente.
En la figura 8 se muestran los datos de ciclo y rendimiento de veintidós variedades de cebada obtenidos en un ensayo realizado en un secano medio de la principal zona cerealista de Cataluña. En la misma puede observarse un ejemplo claro de la relación directa existente entre la mayor tasa de éxito final de las variedades y la menor duración de su ciclo. El ejemplo es tanto más elocuente si atendemos al rango de la duración de los ciclos observados, que es tan sólo de diez días.
En esos diez días suele estar en muchos casos el éxito o no de la cosecha. Deberá pues considerarse con la importancia que merece la correcta elección del ciclo de las variedades en aquellas zonas en las que, como en el ejemplo de la figura 8, se den con frecuencia condiciones meteorológicas que provoquen un final rápido y/o brusco del ciclo vegetativo de las plantas.
En cualquier caso, es el conocimiento del propio agricultor de las condiciones de sus parcelas el que debe asociar a éstas los diversos ciclos óptimos de las variedades a sembrar. De modo general podríamos decir que en los secanos productores de cebada del Valle del Ebro hacia el sur, los ciclos que mejor se adaptan suelen ser los cortos a medios, que tienden a tener formada la producción con la llegada de los rigores estivales. Así, variedades como Hispanic, Nure, Cometa, Yuriko, Traveler, Meseta, Volley, Gustav, Scrabble o Signora, entre otras, suelen completar su ciclo en dichas zonas de manera más o menos satisfactoria respecto a variedades de ciclos largos.
El peso específico del grano
El peso específico del grano es otro de los caracteres varietales que deben considerarse en la elección de las variedades a sembrar, ya que interviene de modo directo en la definición del precio de comercialización final de la producción. Viene medido en kg/hl y es un carácter propio de cada variedad. De modo general, y tal como se ha expuesto anteriormente, las variedades dísticas suelen ofrecer un mayor peso específico del grano que las de seis carreras.
El otro factor condicionante del peso específico final del grano lo constituye la interacción entre el ciclo y las características meteorológicas de la campaña. Así, un período de llenado del grano con temperaturas suaves y humedad suficiente en el suelo proporcionará normalmente producciones con elevado peso específico, mientras que la infección del cultivo por determinadas enfermedades foliares o la irrupción de altas temperaturas y/o vientos secos interrumpirán el proceso, dejando el grano sin completar su llenado y disminuyendo por tanto su peso específico.
De ahí la importancia de una correcta elección del ciclo de las variedades a sembrar en cada zona con el objetivo de asegurar en lo posible el completo llenado del grano atendiendo a las características agrometeorológicas propias y habituales de cada zona.
La figura 9 ilustra esta última consideración. En ella se muestran los datos de ciclo y peso específico del grano de veintidós variedades de cebada obtenidos en un ensayo realizado en un secano medio de la principal zona cerealista de Cataluña. En el ésta se observa cómo la mayor parte de variedades con mejor peso específico del grano son las que han mostrado un ciclo más corto, pudiéndose establecer de algún modo una cierta relación directa entre ambos parámetros en este sentido.
Deberá pues considerarse asimismo una correcta elección del ciclo de las variedades a sembrar en aquellas zonas en las que, como en el ejemplo de la figura 9, se den con frecuencia condiciones meteorológicas que provoquen un final rápido y/o brusco del proceso de llenado y maduración del grano.
El problema del encamado
El encamado de las plantas de cebada puede tener dos orígenes distintos: parasitario y fisiológico. En el primer caso la causa del problema radica en la presencia de determinados hongos en la zona del cuello de la raíz que provocan la pudrición de los tejidos de la caña de la planta en esa zona, con el consiguiente debilitamiento y/o caída de plantas. En el segundo caso, el encamado es la respuesta de las plantas de cebada a determinadas condiciones de cultivo que lo favorecen.
Los daños que provoca este accidente son de dos tipos. Por un lado puede llegar a dificultar directamente la recolección por razones obvias y por otro, ocasiona una serie de daños de tipo indirecto que repercuten en una disminución del rendimiento de las parcelas que puede llegar a ser considerable tal como muestra la figura 10.
Entre éstos, el principal es la proliferación de infecciones de tipo fúngico en las espigas y el grano favorecidas por la creación de un microclima sin aireación y en el que se establece una elevada humedad ambiental que favorece la contaminación y proliferación de hongos. La infección del grano por éstos deriva en disminuciones importantes del peso del grano que se traducen en pérdidas importantes de producción.
La cebada es uno de los cereales con mayor susceptibilidad al encamado y, entre éstas, las de tipo hexástico son las más afectadas. Existe sin embargo distinta respuesta al problema en función de la variedad que, generalmente, suele mostrar un nivel de susceptibilidad directamente proporcional a su altura de planta.
Se deberán elegir cuidadosamente variedades de cebada que ofrezcan mayor resistencia al encamado en condiciones de cultivo que lo favorezcan, tales como:
- Siembras en condiciones de regadío o de elevada pluviometría.
- Siembras en zonas o parcelas de elevada fertilidad.
- Siembras de alta densidad.
- Siembras en zonas con vientos fuertes frecuentes.
- Siembras en zonas con frecuentes tormentas o lluvias fuertes en mayo y junio.
- Niveles elevados de fertilización nitrogenada tanto de origen orgánico como mineral.
- Niveles bajos de K2O en el suelo.
En el cuadro II se ofrecen datos orientativos sobre la mayor o menor resistencia a este accidente de las variedades de cebada actualmente más cultivadas en España.
Caracterización agronómica de las principales variedades
En el cuadro II se ofrece la caracterización de los parámetros de tipo agronómico de los que se ha tratado en este artículo para las variedades de cebada más cultivadas actualmente en España. Las valoraciones son medias resultantes de repetidas evaluaciones de los mismos en los ensayos de variedades de cebada de la Red de Evaluación de Nuevas Variedades de Cereales que el IRTA lleva a cabo en Cataluña.