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Nuevas amenazas por virus de contacto en hortícolas

Nuevas amenazas por virus de contacto en hortícolas

El virus del mosaico del tomate (ToMV) y el virus del mosaico suave del pimiento (PMMoV) pueden causar síntomas de malformaciones, necrosis y mosaicos en hojas y frutos, que provocan pérdidas severas de rendimiento en el cultivo del tomate y pimiento, respectivamente. La mayoría de los cultivares comerciales son resistentes a estos virus, pero recientemente se han presentado nuevas amenazas: una nueva cepa del virus jaspeado de pepino (CGMMV) en cucurbitáceas que ya ha entrado en España, y el virus rugoso del tomate (ToBRFV) en solanáceas, que ha aparecido en la mayoría de países productores de tomate, pero (todavía) no en nuestro país.

Leticia Ruiz y Dirk Janssen. Departamento de Virología, IFAPA, Centro La Mojonera (Almería).

El género Tobamovirus es el mayor género de la familia Virgaviridae. Está actualmente formado por 37 especies de virus (ICTV, 2017), de las cuales el virus del mosaico del tabaco (TMV) es el más estudiado. Las partículas de estos virus poseen una estructura típica en forma de barra de 300 nm de longitud y 18 nm de diámetro conteniendo una cadena simple de ARN de sentido positivo de 6,3 – 6,6 kilobases.

Las enfermedades causadas por los tobamovirus producen graves pérdidas en la producción de vegetales en todo el mundo como ocurre por ejemplo en el tabaco, pimiento o tomate (pertenecientes a la familia Solanaceae) y en la mayoría de las cucurbitáceas (familia Cucurbitaceae). En España, ToMV, o vi­rus del mosaico de tomate está ampliamente distribuido. Tiene un rango de plantas huésped amplio, incluyendo razas que afectan tanto a la familia de las So­la­ná­ceas como a las familias Aizoá­ceas, Ama­ran­táceas y Che­nopodiá­ceas. Es un virus que puede causar pérdidas severas de rendimiento en el cultivo del tomate. Los síntomas en hoja suelen manifestarse como malformaciones en las hojas (rizamientos), con áreas jaspeadas de verde claro y verde oscuro y deformaciones en fruto.

Como todos los tobamovirus, ToMV es muy contagioso, y la transmisión mecánica entre plantas durante el manejo de cultivos es muy eficiente. También como muchos tobamovirus, es muy estable y puede permanecer en el suelo durante meses o años. A pesar de que los expertos dan gran importancia epidemiológica a este virus, debemos resaltar que más del 95% de los cultivares de tomate sembrados en Andalucía son resistentes a ToMV (Janssen et al., 2018).

El segundo tobamovirus en importancia afecta al cultivo del pimiento. Se trata del PMMoV o virus del mosaico suave del pepino. Como todos los tobamovirus, esta especie posee como característica importante desde el punto de vista epidemiológico su transmisión mecánica, que hace que su incidencia sea grave en cualquier tipo de cultivo. La facilidad de contagio por contacto y manejo se ve favorecida en invernadero, donde la elevada densidad de plantación y las labores culturales fomentan su diseminación. A esto se une su transmisión por semilla y su persistencia en restos vegetales del suelo. En España, se han descrito dos patotipos (P) de PMMoV, P1,2 y P1,2,3. Los alelos L3 y L4 de Capsicum spp., proporcionan, respectivamente, re­sis­tencia a estos patotipos.

El uso de variedades resistentes a PMMoV está bastante generalizado, aunque recientemente se han descrito problemas de rotura de resistencia por exceso de calor en cultivos de pimiento resistente en invernaderos de Almería (Ruiz et al., 2015).

 

CGMMV, una amenaza real

El virus del mosaico verde jaspeado del pepino, o cucumber green mottle mosaic virus (CGMMV) fue descrito por primera vez en España en los años 90 en cultivos de pepino y luego en sandía, en invernaderos de la provincia de Almería (Celix et al., 1996).

Foto 1. Síntomas de CGMMV en pepino: en hoja (izda) y en fruto (drcha).

CGMMV tiene una gama de huéspedes hortícolas limitada a cucurbitáceas e induce síntomas de mosaico, distorsión y formación de ampollas en las hojas de las plantas afectadas. En los frutos de pepino causa distorsión y mosaico (foto 1). En sandía, el virus causa un deterioro de la pulpa que disminuye en firmeza y adquiere un tono sanguinolento, por lo que pierde su valor comercial.

CGMMV realmente es uno de los virus más importantes para la economía agrícola, ya que puede causar pérdidas económicas de hasta el 15% en cultivos de cucurbitáceas. Además de la sintomatología producida en las plantas, se produce una pérdida de calidad en los frutos perdiendo su valor comercial. En algunas zonas del norte de India en los años 90, CGMMV alcanzó el 80% de los cultivos de melón y el 75% de los de sandía (Vani y Varma, 1993). Por otra parte, en 2013 hubo una epidemia masiva del virus afectando a sandía en Israel con una pérdida de 1.000 ha de cultivo (40% de la producción israelí de sandía) (Reingold et al., 2013). Por todo esto, el comercio internacional de semillas infectadas supone un grave riesgo.

En España, a partir de la primera descripción en Almería durante los años 90, se han producido diversos brotes de la enfermedad causada por este virus. Sin embargo, la incidencia e importancia de este virus en la zona del sudeste español ha ido en aumento desde hace unos años, invadiendo áreas, como la costa de Gra­na­da, donde no se había registrado con anterioridad. Dicho aumento de la incidencia e invasión de nuevas áreas de cultivo está asociada a la entrada de una nueva cepa del virus en España (Crespo et al., 2017).

Esta situación no ha sido sólo descrita en España, sino también a nivel mundial, donde CGMMV ha ampliado su distribución rápidamente llegando a otros países de Europa como Noruega, Polonia o Mol­da­via y del resto del mundo como Estados Unidos, Canadá, África y Australia. En España, según muestreos llevados a cabo entre 2013 y 2015, el 17% de los invernaderos de pepino de las provincias de Al­mería y Granada tenían CGMMV (Elo­rrie­ta et al., 2017).

La amplia distribución ac­tual de la enfermedad y la rapidez de aparición de nuevos focos hacen que CGMMV represente una grave amenaza para los productores de cucurbitáceas de cualquier país, incluyendo al comercio a gran escala dedicado para la alimentación humana y animal, compañías de producción de se­millas, semilleros y comercios minoristas (Dombrovsky y Smith, 2017). Y a fecha de hoy, CGMMV supone una amenaza creciente para la horticultura, ya que no existen cultivares comerciales de pepino, me­lón o sandía que protejan de modo efectivo contra el virus.

 

ToBRFV, una amenaza potencial

A pesar de que la gran mayoría de los cultivares comerciales de tomate y pimiento utilizados en los invernaderos en España son resistentes a los tobamovirus como TMV, ToMV, o PMMoV, los cultivos no se libran de nuevas amenazas. Una de ellas es el reciente interés en la producción de variedades “tradicionales” que no portan resistencia a estos virus, ya que la introducción de estas resistencias en cultivares comerciales ha sido fundamental en la expansión y la sostenibilidad de la horticultura intensiva. Otra de ellas, y no menos importante, es la posible aparición de nuevas especies de tobamovirus que rompan dicha resistencia.

Desde el Servicio de Sa­ni­dad Vegetal de la Junta de Andalucía se ha alertado al sector de la presencia, en cada vez mayor número de países, de un nuevo tobamovirus que infecta a cultivos de tomate que porte o no el gen de resistencia Tm-22 llamado tomato brown rugose fruit virus (ToBRFV). El organismo fue de­tectado en Jordania en 2015, y poste­rior­mente en Israel, México, Estados Uni­dos, Alemania, Italia, Turquía y Reino Unido (Luria et al., 2017; Fidan et al., 2019).

Aunque a la hora de redactar este artículo, todavía no se ha detectado en Es­pa­ña, si representa una seria amenaza no so­lamente para el tomate sino también para pimiento bajo abrigo en las provincias de Almería y Granada. Se transmite por contacto, y desde a Junta de Andalucía se pide “extremar las precauciones si se viaja a esos países o se va a recibir en la finca a personas que lo hayan hecho”.

Foto 2. Síntomas de ToBRFV en tomate: en hoja (izda) y en fruto (drcha). (Luria et al., 2017).

Para los cultivos en España, la posible aparición de este virus es peligrosa puesto que los síntomas son muy similares a los del PepMV (virus del mosaico del pepino), lo puede ha­cer pasar desapercibida su presencia durante mucho tiempo. En el cultivo de tomate los síntomas varían según la variedad. Los síntomas en hojas son clorosis, mosaico y moteado con estrechamiento de las hojas. En ocasiones aparecen manchas necróticas en pedúnculos, cálices y pecíolos. En fruto, se observan manchas amarillas o marrones, con síntomas rugosos que hacen que los frutos no sean comercializables. El fruto puede presentar deformaciones y tener una maduración irre­gular (foto 2).

En cambio, en pimiento, puede observarse deformación, coloración amarillenta y mosaico en las hojas. Los frutos se deforman con áreas amarillas o marrones o rayas verdes. Los principales huéspedes del ToBRFV son tomate y pimiento, pero experimentalmente se ha mostrado que Nicotiana benthamiana, N. glutinosa, N. sylvestris y N. tabacum (tabaco) también desarrollan síntomas. Ade­más, especies propias de la flora arvense como Chenopodiastrum murale y Sola­num nigrum pueden actuar como reservorios de ToBRFV.

Dado que ToBRFV es un virus emergente y el tomate es un cultivo importante para la Región EPPO, la Secretaría de la EPPO decidió agregarlo a la Lista de Aler­tas de la EPPO en enero de 2019 y como consecuencia, la Unión Europea podría próximamente regular esta pla­ga. Una vez que se produjera la regulación de esta plaga por parte de la UE, se po­drían establecer los controles que se de­berían llevar a cabo por parte de las au­toridades competentes en materia de sanidad vegetal para evitar su entrada y, en su caso, propagación en el territorio comunitario.

ToBRFV se transmite por contacto (he­rra­mientas contaminadas, manos, ropa, con­tacto directo de planta a planta) y ma­terial de propagación (injertos, esquejes). La transmisión por semillas no está confirmada pero sí es sospechosa –típicamente, los tobamovirus pueden ser transmitidos por semilla, a veces a baja frecuencia, pero suficiente para introducirse en nuevos territorios–.

Foto 3. Desinfección de herramientas para el manejo del cultivo.

Igualmente se entiende que ToBRFV puede permanecer infectivo en semillas, restos de plantas y suelo contaminado durante meses o quizás años. Miembros del grupo de los tobamovirus se han descrito tanto en la cubierta de la se­milla como en el endospermo, lo que po­dría explicar por qué los tratamientos convencionales de desinfección de semillas no son totalmente efectivos para controlarlos. Incluso si la transmisión de semilla a plántula es baja, una mayor diseminación por contacto (por ejemplo, durante el trasplante de plántulas o el manejo regular del cultivo) permite una rápida propagación dentro del invernadero. Además, experimentos recientes han demostrado que ToBRFV puede ser transportado por abejorros de un invernadero a otro, y transmitido a plantas de tomate sanas durante la polinización (Levitzky et al.).

Ante la alerta fitosanitaria, y para evitar la infección en los cultivos así como su transmisión,desde la Junta de Andalucía se reclaman las siguientes medidas de control:

  • Antes de iniciar un nuevo cultivo, se debe eliminar al máximo posible los res­tos vegetales de los cultivos anteriores, incluidas las raíces.
  • Los cultivos deben ponerse a partir de plántulas debidamente inspeccionadas y garantizada su sanidad. Por ello se deben utilizar plántulas procedentes de semilleros debidamente inscritos en el Registro Oficial de Productores, Co­mer­ciantes e Importadores de Ve­ge­ta­les (ROPCIV) y disponer del correspondiente Pasaporte Fitosanitario.
  • Para el manejo del cultivo se deben de­sinfectar las manos y útiles de trabajo antes del inicio de cada operación y, especialmente, con herramientas que pudieran traer operarios eventuales que realizan su actividad en diferentes invernaderos (foto 3).
  • Cuando se observan plantas sospechosas, no se deben tocar y se debe co­municar su presencia al servicio técnico, que en caso necesario se pondrá en contacto con el Departamento de Sa­nidad Vegetal de las Delegación Te­rri­torial de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sos­te­ni­­ble. Si se determinara que existen plantas infectadas se procedería a su destrucción a través de un gestor de residuos autorizado.
  • Se recomienda la rotación de cultivos (sensibles / resistentes).

 

Higiene y desinfección

La desinfección de útiles de trabajo es uno de los componentes más importantes en el manejo integrado de cultivos en invernadero. Cuando un virus de transmisión me­cá­nica se establece dentro de un invernadero, la enfermedad se propaga rápidamente debido a la realización de las múltiples labores culturales que son necesarias en un cultivo hortícola de primor como son la siembra, injertado, poda, entutorado y re­colección. Para minimizar la propagación de estos virus, es de vital importancia el es­tablecimiento de adecuados protocolos de desinfección y la elección de un desinfectante eficiente y eficaz.
Es importante también que los asesores o técnicos de campo dispongan de información veraz y contrastada a la hora de aconsejar al sector sobre el desinfectante a utilizar, ya sea porque detecte la presencia de una infección en el cultivo o simplemente como medida de profilaxis (foto 4).

Foto 4. Higiene en el invernadero también implica limpieza de estructuras (arriba) y mantenimiento de la alfombrilla de entrada (abajo). Foto: Royal Brinkman.

¿Cómo se elige un desinfectante eficaz? Idealmente, entre las características exigidas para un desinfectante, las más importantes son: eficacia, baja fitotoxicidad, es­ca­so coste, y que no sea corrosivo para los utensilios de trabajo y equipos; en definitiva, parámetros relacionados con la efectividad, la economía y la seguridad laboral. Cuando usamos un desinfectante en el trabajo habitual de campo, pretendemos que sea eficaz en un corto periodo de tiempo, idealmente no superior a 1 minuto ya que tiempos mayores retrasarían mu­cho las labores del campo. De­safor­tu­na­da­mente, no hay muchos estudios que comparen unos desinfectantes con otros. Lo que incluimos a continuación es un resumen del estado actual del saber en este aspecto, así como los protocolos de actuación aplicada para facilitar al técnico el asesoramiento en campo:

– Alcohol etílico (70-90%). Es efectivo en la desinfección de virus en ambos porcentajes. Ha sido testado para desinfectar herramientas contaminadas con virus y bacterias. Su uso, sin em­bar­go, no se recomienda en estructuras bajo plástico por la peligrosidad de usar productos inflamables pero no se descarta su utilización en otras dependencias agrícolas como una sala de injertado. Se ha ensayado en ciertas es­pecies de tobamovirus y potexvirus (Hu et al., 1994).

Fosfato trisódico (Na3PO4, TSP) en sus modalidades 0,1; 1 y 3%. Ha sido tradicionalmente usado como deter­gen­te de manos en los trabajadores de campo y como agente desinfectante de semillas y herramientas. Se ha descrito como ineficaz por algunos autores en el control de virus trasmitidos por contacto. Cuando se considera efec­tivo es a concentraciones muy altas (50%) y en el control de virus que no se acumulan en grandes concentraciones, como son algunos miembros del género Potyvirus o del género Caulimovirus (Sán­chez-Navarro et al., 2007; Lewan­dowski et al., 2010).

Lejía de uso doméstico (6% NaOCl), se ha mostrado eficaz en el control de to­bamovirus, potexvirus y carmovirus. En el caso de los tobamovirus parece ser efectiva incluso en una dilución 1:10 (Hu et al., 1994; Lewandowski et al., 2010). Considerada también efectiva al 6%, en el tratamiento contra virus ani­males como Rotavirus (Sattar et al., 1994), Pneumovirus (Krilov y Hark­ness, 1993) y Coronavirus (Wang et al. 2005). El problema de las soluciones a base de hipoclorito sódico es son inestables, por lo cual se han de mantener tapadas, siendo recomendable su preparación diaria. El hipoclorito sódico se puede considerar un agente inactivador de virus. En general, se ha comprobado que las soluciones de lejía do­méstica al 10% son eficaces para la de­sinfección. En general, concentraciones inferiores al 3% no se consideran tan eficientes para controlar las infecciones virales (Sánchez-Navarro et al., 2007; Li et al., 2015).

– Solución de leche desnatada al 20% ha sido considerada como uno de los tratamientos más efectivos en la desinfección de herramientas infectadas con virus transmitidos por contacto como los tobamovirus, por su nula toxi­cidad y bajo coste (Lewandowski et al., 2010). Se desconoce cuál es el método de acción de la leche sobre las partículas virales; algunos autores han descrito que se debe a la presencia de proteínas en la leche que son capaces de encapsular los viriones que infectan la planta, previniendo por tanto su transmisión, aunque el mecanismo preciso está aún por determinar (Albajes et al., 1999). No se han descrito diferencias significativas cuando se le adicionan sustancias tensoactivas como Tween 20.

– Sosa (NaOH) a distintas concentraciones se ha testado y manifestado efectiva al 1 y al 0,5%, sin causar daños ni fitoxicidad en las plantas. Los tiempos de actuación son también compatibles con las labores de campo ya que no ex­ceden de 1 minuto. Soluciones de sosa más concentradas son igualmente efectivas pero ocasionan daños en la planta (Hu et al., 1994; Sánchez-Na­varro et al., 2007). Tanto la lejía como
el hidróxido sódico se han descrito como tratamientos químicos que de­gradan los ácidos nucleicos virales (Ma et al., 1994).

– Menno Florades (ácido benzoico 9% p/v). Se ha comparado su efecto a tiempos cortos (desde segundos a un mi­nuto) y a porcentajes entre 1 y 4% (Celar et al., 2007). Se ha considerado efectivo cuando se usa al 4% y durante tiempos superiores a 20 se­gun­dos. Ha sido testado en la desinfección de útiles contaminados con bacterias, vi­roi­des como PSTVd y tobamovirus (Timmermann et al., 2001).

– Virkon S (compuestos peroxigenados, tensoactivos y ácidos orgániscos). Se ha testado al 1, al 2 y al 5%. Ha sido descrito como efectivo por algunos au­tores al 2 y 5% pero también se considera más corrosivo que el producto anterior. Se ha estudiado su efecto con buenos resultados en la desinfección de herramientas contaminadas con potexvirus como PepMV y tobamovirus (Le­wandowski et al., 2010; O´Neill et al., 2003, Li et al., 2015). Virkon S en concentración al 2%, lejía diluida al 10% y solución al 20% de leche en pol­vo desnatada son los productos más recomendados por algunos autores para prevenir la infección por virus como el tobamovirus ToMV y viroides en cultivos de tomate bajo abrigo (Le­wan­dowski et al., 2010; Li et al., 2015).