El cambio climático supone en España un aumento de las temperaturas de forma general, con una magnitud algo superior a la media global del planeta junto con un descenso de las precipitaciones y fenómenos climáticos extremos como sequías u olas de calor. Especialmente sensibles al cambio climático son las regiones áridas y semiáridas de tipo mediterráneo de Europa (Giorgi y Lionello 2008), donde se enmarcan la mayoría de los cultivos de viña del territorio español y europeo. En este sentido, la modificación de la fecha de la poda se presenta como una de las técnicas que más fácilmente se pueden implantar para paliar estos efectos.
Álvaro Sánchez Virosta, Fernando Mañas Jiménez y Amelia Montoro Rodríguez. Instituto Técnico Agronómico Provincial. Servicio de Asesoramiento de Riegos. Albacete.
España cuenta actualmente con la mayor superficie de viñedo de uva para vinificación del mundo, con 923.712 hectáreas en 2019 (MAPA, 2019), lo que supone el 13% de la superficie mundial y el 27% de la superficie de la UE (Faostat, 2019). En referencia a las necesidades climáticas del viñedo, el cultivo de la vid precisa de unas exigencias climáticas bien definidas, que juegan un papel fundamental en la formación de la cosecha, tanto en el desarrollo como en la composición de la uva, siendo la temperatura y la disponibilidad de agua las más importantes (Coombe 1987).
El Servicio de Asesoramiento de Riegos del ITAP de Albacete, tras el seguimiento en campo de multitud de parcelas, ha constatado un adelanto generalizado de la fecha de vendimia con respecto a las fechas tradicionales en las que se venía realizando, produciéndose ésta además con temperaturas más elevadas. Este aumento de la temperatura tiene repercusiones a nivel de cultivo, interviniendo en la fenología, la aparición de plagas y enfermedades y en aspectos fisiológicos y de maduración de la uva: acidez, concentración de azúcar, pH, aromas, etc. Además, a nivel de bodega, implica una modificación de las técnicas de elaboración, que en gran medida aumentan los costes de producción, si se quiere mantener o aumentar la calidad de los caldos.
En este contexto, resulta necesario desarrollar herramientas de gestión prácticas y rentables para descomprimir la cosecha, restablecer el equilibrio de la fruta y mejorar la composición del vino mediante el estudio de adaptación a los factores externos, que deberá llevarse a cabo mediante la modificación del manejo en la propia explotación (Palliotti y colaboradores, 2014). En este sentido, la modificación de la fecha de la poda se presenta como una de las técnicas que más fácilmente se pueden implantar, ya que no conlleva el aprendizaje ni puesta a punto de una nueva técnica para los agricultores, sino simplemente consiste en cambiar la fecha en la que debe realizarse.
El estudio de Moran et al. (2017), muestra cómo la poda tardía tiene efectos en la fenología, componentes del rendimiento y características de las bayas. Sin embargo, hay que ser cautos a la hora de extrapolar estos resultados en otros cultivares y regiones. Por tanto, resulta interesante realizar estudios similares en España. Junto a la modificación de la fecha de poda, en nuestro país es especialmente necesaria la optimización del riego, siendo una región con elevada evapotranspiración de referencia y un clima semiárido en las principales regiones vitivinícolas. Por tanto, el objetivo de este trabajo es estudiar el efecto de la modificación de poda y la distribución de riego en la vid sobre la producción desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo.
Metodología
El experimento se llevó a cabo en la finca de Dehesa de Luna, ubicada en La Roda (Albacete), en una plantación de la variedad Syrah, con un marco de plantación de 3 x 1,5 m y poda cordón Royat. Durante el ensayo de campo en la campaña 2020, la precipitación acumulada desde la brotación a la vendimia fue de 154 mm y la temperatura media para el mismo periodo 20,8oC. La temperatura mínima absoluta de -6,9oC en febrero y la temperatura máxima absoluta fue 39,3oC el 31 de julio.
Las programaciones de riego se ajustaron para aplicar cantidades próximas a 1.500 m3/ha (cuadro I). Con esta dotación se plantearon dos tratamientos de riego diferentes:
- I1) Inicio del riego desde parada de crecimiento vegetativo hasta post-vendimia (aportando como mínimo un 20% de la cantidad de agua de riego total a aportar en post-vendimia).
- I2) Inicio del riego desde parada de crecimiento vegetativo hasta vendimia (práctica habitual del riego en el área de estudio).
En ambos tratamientos se instaló un riego por goteo integrado autocompensante, con un caudal de 2,3 l/h. En el caso del tratamiento I2, la distancia entre goteros se redujo a la mitad para aportar mayor cantidad de riego previo a la vendimia, ya que este tratamiento no disponía de riego post-vendimia (cuadro I).
La poda se planteó con dos tratamientos, uno a finales de enero (P1), que es la poda en fecha convencional; y P2) poda realizada al inicio de la brotación.
El planteamiento del ensayo se basó en un diseño de bloques al azar con los dos factores (Riego y Poda). En total se diseñaron cuatro repeticiones con cuatro parcelas elementales, cada una de ellas representando a uno de los tratamientos propuestos (I1P1; I1P2; I2P1; I2P2) y distribuidos al azar.
En total, se trabajó con dieciséis parcelas y cada parcela elemental constó de treinta cepas, distribuidas en tres líneas, con la finalidad de muestrear siempre las cepas de la línea central. Desde inicio a fin del ciclo vegetativo del cultivo se realizó, semanalmente, un seguimiento fenológico en los diferentes tratamientos y el resultado se recoge en el cuadro II. Como puede observarse en dicho cuadro y en la foto 1, el tratamiento de poda tuvo un efecto sobre la fenología y la maduración de la uva.
Además, con objeto de describir el efecto de los diferentes tratamientos de riego sobre el estado hídrico de las plantas se llevaron a cabo mediciones semanales del potencial hídrico del tallo a partir de las cuales se calculó la integral de estrés hídrico (Sψ), mediante la ecuación 1 definida por Myers(1988).
Ecuación 1. Sψ = | ∑ (ψtallo − C) n |.
Donde ψtallo es el potencial hídrico del tallo medio para un intervalo determinado, C es el potencial máximo obtenido y n es el número de días del intervalo seleccionado.
La vendimia se realizó de manera independiente en cada tratamiento, cuando la mayoría de racimos promediaban en torno a 22 oBrix. Los racimos recolectados fueron debidamente identificados y etiquetados para medir el peso, la longitud y anchura de los mismos. El mismo día de la vendimia, muestras de uva de los diferentes tratamientos fueron procesadas para analizar el contenido tecnológico y fenólico de las diferentes muestras. Concretamente se analizaron: los azúcares (en oBrix), el pH, la acidez total (g/l ácido tartárico), el contenido de ácido tartárico y ácido málico (g/l) y la proporción entre estos dos (tartárico/málico), el contenido en potasio (mg/l), azúcares (en g/l), taninos (g/l), antocianos (mg/l) y el índice de polifenoles totales. Finalmente, se analizaron estadísticamente los resultados, estudiando la significación estadística de los factores ensayados sobre las variables estudiadas.
Resultados y discusión
Parámetros cuantitativos
Los tratamientos ensayados tuvieron, en general, un efecto sobre las diferentes variables analizadas. Como se puede observar en el cuadro II y en la foto 1, la poda tardía, realizada el 14 de abril, tuvo efecto sobre la fenología en etapas posteriores como la floración, cuajado o envero entre otras. La diferencia en fenología entre los dos tipos de poda rondó entre 10 y 15 días aproximadamente para estas etapas. Sin embargo, como puede observarse en la figura 1, una ola de calor en la segunda quincena de agosto, con temperaturas máximas superiores a los 35oC y mínimas por encima de los 15oC, provocaron un incremento muy pronunciado en poco tiempo sobre los oBrix en las cepas del tratamiento de poda tardía (P2). Esto conllevó que la vendimia en el tratamiento P2 se adelantase a lo que estaba previsto, reduciendo considerablemente las diferencias que se venían observando hasta la fecha entre tratamientos de poda. A pesar de ello, la poda tardía tuvo efecto sobre parámetros de producción y calidad.
Por otro lado, como puede observarse en la figura 2, la integral de estrés fue mayor para el riego I1 de floración a envero, ya que recibió menos cantidad de agua de riego que el I2 (cuadro I; 72 mm vs 121 mm) por dos motivos: el caudal recibido en cada riego era menor en I1 y llegó antes a envero que el I2. En cambio, y de manera interesante, se puede observar cómo de envero a vendimia la tendencia es la contraria, pese a que el tratamiento I2 siguió recibiendo más agua que el I1 en esta fase. Esto quizá sea debido a una posible aclimatación en las fases previas de desarrollo del cultivo.
El rendimiento se vio afectado por los distintos tratamientos, como muestra la figura 3, en la que se observa cómo el tratamiento de riego y poda convencionales (I2P1) presentó una tendencia de rendimiento mayor que los otros tratamientos. Hay que tener en cuenta en este sentido, que el tratamiento I2, que en teoría no es regado tras la vendimia, sí que fue regado en post-vendimia en la campaña anterior, ya que es la práctica habitual de la finca donde se ha realizado el ensayo. Por tanto, las diferencias entre los tratamientos de riego habrá que contrastarlas en próximas campañas.
Parámetros cualitativos
En cuanto a los parámetros cualitativos, excepto para el pH y la acidez total, los tratamientos de riego no tuvieron efectos significativos sobre estas variables. La poda, sin embargo, sí que la tuvo. En el caso de la acidez total, aunque el efecto no fue estadísticamente significativo, sí puede observarse una tendencia de mayor acidez en el tratamiento de poda tardía comparado con el tratamiento de poda convencional (figura 4a). Esto sería un resultado positivo de la poda tardía, que ve aumentado el valor de acidez total, ya de por sí bajo para obtener vinos de mayor calidad y más estables.
En otras variables, como en el contenido de ácido málico o de potasio, el efecto de la poda sí fue significativo y claramente contrastado (figuras 4b y 4c), volviéndose a poner de manifiesto la calidad en la poda tardía sobre la poda convencional. La mayor concentración de ácido málico en vendimia puede conducir a una mayor calidad aromática, al estar asociado el ácido málico al soporte de moléculas aromáticas.
La diferencia encontrada en el potasio, podría atribuirse a haberse realizado la vendimia en las parcelas de poda convencional (P1) con hojas fotosintéticamente poco activas, que conllevaría a una notable migración del K+ desde las hojas hacia el fruto, pudiendo conllevar esto a elevar el pH por salificación, especialmente del ácido tartárico, y como consecuencia disminuir la calidad potencial de los mostos.
Conclusiones
Como puede observarse en este estudio, variar el manejo del cultivo en parámetros como la poda o la distribución de riego puede modificar las características productivas y cualitativas de la cosecha, ya que se ha visto que afecta al proceso de maduración de la uva. Los resultados de un año no deben tomarse como concluyentes, pero sí que indican la tendencia de una mejora de las características de los mostos procedentes de las cepas podadas en primavera con respecto a las podadas en invierno, viéndose perjudicado el rendimiento.
En cuanto a los tratamientos de riego, las diferencias no han sido tan notables, necesitándose más años de estudio para determinar qué efecto tiene sobre los parámetros estudiados. Estas y otras medidas en el manejo y gestión del cultivo de la vid deben ser estudiadas en mayor profundidad y tenidas en cuenta en un escenario en el que ya son constatables los efectos del cambio climático.