En este trabajo se analiza la situación del cultivo, se revisa el material vegetal, incluyendo las variedades y patrones más utilizados y las tendencias, y se analizan las necesidades de polinización. Para facilitar la elección de variedades polinizadoras, se detallan las relaciones de incompatibilidad entre las variedades más cultivadas, y se detalla el número creciente de variedades autocompatibles que no necesitan variedades polinizadoras.
Javier Rodrigo. Unidad de Hortofruticultura. Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón. Instituto Agroalimentario de Aragón – IA2 (CITA-Universidad de Zaragoza).
A nivel mundial, la producción de cerezas supera los 2,3 millones de toneladas, distribuyéndose principalmente entre Asia (48%), Europa (31%) y América (19%). El principal país productor es Turquía, seguido por Estados Unidos, Irán, Chile, Uzbekistán, Italia y España (Faostat, 2018). En España se producen más de 90.000 t de cerezas en unas 25.000 ha. Dentro de la Unión Europea, España e Italia son los principales países productores de cerezas, con cerca del 18% de la producción de la UE cada uno (cuadro I).
Los principales países exportadores son Estados Unidos, Turquía y Chile (Faostat, 2018). En España las exportaciones siguen una tendencia creciente, habiendo exportado en los últimos años más de 24.000 t anuales, por un valor de más de 60 millones de euros (cuadro II), lo que representa cerca de la cuarta parte de la producción. Los destinos más importantes de las cerezas españolas son países de la Unión Europea: Reino Unido (21%), Alemania (14%), Italia (13%), Francia (12%) y Holanda (10%) (Faostat, 2018).
Rusia es el país que más cerezas importa (70.000 t), seguido de Canadá, Alemania, Hong Kong, China, Austria, Reino Unido y EE.UU (cuadro III). En España, la mayor parte de la producción se destina al mercado nacional, pero las exportaciones están aumentando en los últimos años, superando el 25% de la producción total. También están aumentando las importaciones de países del Hemisferio Sur, principalmente Chile (500 t) y Argentina (190 t) (Faostat, 2018).
Tras unos años en los que la superficie dedicada al cultivo en España disminuía, se ha estabilizado en unas 25.000 ha y la tendencia está en aumento, con más plantaciones nuevas (788 ha) que arrancadas (245 ha) en el último año. Más de la mitad de la producción se concentra en Aragón (el 39%, con 38.700 t en 7.900 ha) y Extremadura (el 26% con 25.900 t en 7.400 ha), siendo Zaragoza y Cáceres las principales provincias productoras (Mapama, 2018). Otras CC.AA productoras de cerezas son Cataluña (el 8%, con 8.000 t en 2.700 ha), Andalucía (el 6% con 6.200 t en 2.200 ha) y Comunidad Valenciana (el 6% con 5.900 t en 2.900 ha) (cuadro IV).
La mayor parte de la producción se destina al consumo en fresco (>80.000 t), aunque cerca del 10% (>8.000 t) se dedica a industria, sobre todo en zonas de secano de Zaragoza y Jaén. Más de la mitad de la superficie (unas 15.000 ha) se cultiva en secano (Mapama, 2018).
Las preferencias del consumidor son frutos de gran calibre, sabor dulce y aspecto atractivo. Los colores de piel rojo oscuro, granate y púrpura son los más apreciados, y cada vez se valora más la firmeza del fruto, para el consumo en fresco y para la comercialización, porque los frutos firmes resisten mejor el transporte y la manipulación tras la cosecha.
Para exportación se destinan preferentemente variedades de fruto de gran calibre y muy firme. Para el consumo nacional también se aprecian las variedades tipo picota, en las que el pedúnculo se desprende sin causar heridas en la fruta. Las picotas también tienen la ventaja de que son más fáciles de recolectar, disminuyendo los gastos de recolección (Rodrigo y Guerra, 2014).
Frente a otros frutales de hueso que están sufriendo importantes caídas de precios en los últimos años, el cerezo presenta buenas perspectivas, ya que es de las pocas frutas cuyo consumo interno no disminuye, lo que hace que su cultivo no sea tan dependiente del mercado exterior. Además, se pueden alcanzar buenos precios para la fruta de calidad y hay margen para aumentar la cantidad de cerezas destinadas a la exportación.
Material vegetal
Las variedades más cultivadas en la actualidad son Burlat, Earlise (Early Lory) y Prime Giant, dentro de las variedades tempranas, y Lapins y Sweet Heart dentro de las variedades de estación.
En los últimos años está aumentando notablemente la introducción de nuevas variedades, lo que además de ampliar la oferta varietal está produciendo que el periodo de recolección se alargue, lo que está provocando que haya cerezas durante más tiempo en el mercado (Iglesias et al., 2016).
También se está tratando de expandir el cultivo a nuevas zonas de producción, mediante la introducción de nuevas variedades de bajas necesidades de frío en zonas más cálidas que las tradicionales para la recolección en abril (Rodrigo et al., 2014), y variedades de maduración tardía en zonas de mayor altitud que las tradicionales, para alargar la producción de cerezas en el verano, hasta finales de julio o principios de agosto (Rodrigo et al., 2016).
La renovación varietal se está produciendo con variedades procedentes de distintos países en los que hay programas de mejora muy activos, principalmente en Canadá y Estados Unidos, pero también en Francia, Hungría e Italia (Fadón et al., 2017). Entre las nuevas obtenciones, dentro de las variedades muy tempranas, de maduración anterior a Burlat, destacan Royal Tioga, Royal Tenaya y Royal Lynn, variedades estadounidenses de bajas necesidades de frío, y Nimba, también procedente de EE.UU.
De las variedades tempranas, en las dos semanas posteriores a la maduración de Burlat, se encuentran variedades americanas como Pacific Red, Frisco, Rocket, Chelan, Royal Hazel y Royal Lee, variedades italianas como Sweet Aryana y canadienses como Santina y Cristalina.
Dentro de las variedades de media de estación, de maduración cercana a Prime Giant, hay variedades de EE.UU como Giant Red, Georgia, Royal Edie y Royal Helen, italianas como Sweet Lorenz y canadienses como Samba y Sofia.
Y en las variedades de maduración tardía destacan Skeena, Symphony, Staccato, Sentennial y Soverign (Canadá), Selah (EE.UU), Sweet Stephany (Italia), Kordia (Rep. Checa), Regina (Alemania), Fertard (Francia) y Alex (Hungría).
A diferencia de otros frutales, no existen nuevas variedades de origen español y solo se cultivan a nivel comercial algunas variedades españolas de tipo picota como Ambrunés. Es previsible que la situación cambie en los próximos años con la obtención de nuevas variedades de los programas de mejora de Extremadura (Cicytex – La Orden) y Murcia (Imida), y de otras iniciativas privadas.
Los patrones más utilizados en España son los francos (procedentes de semilla) de Prunus avium, muy utilizados en el valle del Jerte, donde se conocen como “reboldos”, y de Prunus mahaleb (Pontaleb y Santa Lucía), principalmente en suelos francos y calizos como los del valle del Ebro.
En general, los patrones de P. avium generan árboles vigorosos y poco adaptados a suelos calizos, mientras que los de P. mahaleb se adaptan mejor a suelos calizos, pero son sensibles a asfixia radicular. También se utilizan patrones de Prunus cerasus, de vigor medio y buena adaptación, pero suelen serpear excesivamente. Entre los patrones clonales de P. avium, el más importante es F 12/1, y entre los de P. mahaleb se ha extendido la selección clonal de Santa Lucía SL-64, bien adaptado a suelos francos y calizos, y con buena compatibilidad con casi todas las variedades.
Entre los nuevos patrones procedentes de distintos programas de mejora, destacan las series CAB6 (P. cerasus) y MA x MA (P. avium x P. mahaleb) para suelos pesados, y los clonales Masto de Montañana (P. cerasus), Adara y Monrepós (P. cerasifera). En los suelos ácidos del valle del Jerte también se utiliza el patrón Colt (P. avium x P. pseudocerasus), que produce árboles muy vigorosos (Rodrigo y Guerra, 2014). En los últimos años están utilizándose con buenos resultados Adara y Marilán, una combinación de patrón Mariana con intermediario de Adara, que están alcanzando cada vez más protagonismo sustituyendo a Santa Lucía en las nuevas plantaciones.
Necesidades de polinización
Muchas variedades de cerezo, tanto tradicionales como nuevas obtenciones, son autoincompatibles y sus flores necesitan ser polinizadas con polen de otra variedad para producir fruto. Para ello se necesita intercarlar un número suficiente de árboles polinizadores de otras variedades compatibles en la misma plantación, correctamente distribuidos y coincidentes en floración.
Este problema se ha estudiado desde hace tiempo en cerezo, y se conocen los grupos de incompatibilidad a los que pertenecen las principales variedades cultivadas en la actualidad (Cachi et al. 2015). Una variedad autoincompatible puede tener como polinizadora a cualquier variedad perteneciente a un grupo de incompatibilidad diferente siempre que coincidan en floración (cuadro V).
Uno de los objetivos de los programas de mejora es la obtención de variedades autocompatibles, cuyas flores pueden fecundarse con su propio polen y no necesitan ser polinizadas con polen de otras variedades. En los últimos años se han introducido nuevas variedades autocompatibles procedentes de casi todos los programas de mejora (Fadón et al., 2017), con lo que en la actualidad están disponibles muchas variedades autocompatibles que cubren prácticamente todo el calendario de maduración (figura 1).
Estas variedades se pueden cultivar sin la presencia de árboles de otras variedades polinizadoras, aunque la presencia de abejas es necesaria para asegurar la polinización. También pueden servir de variedades polinizadoras para otras variedades autoincompatibles, ya que hasta la fecha todas las variedades comerciales autocompatibles son polinizadoras universales.