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Búsqueda de material vegetal vitícola con capacidad de adaptación al cambio climático

Búsqueda de material vegetal vitícola con capacidad de adaptación al cambio climático

Entre las más de 10.000 variedades de uva presentes en el mundo, tan solo dieciséis de ellas ocupan la mitad de la superficie dedicada en la actualidad al cultivo de la vid. Si trasladamos esta situación a España, el 80% de la superficie vitícola está plantada con nueve variedades de las que tan solo dos, Tempranillo y Airén, representan el 43%. El trabajo que aquí se presenta está relacionado con la línea de diversidad intravarietal del proyecto Vitisad, centrada en una selección de clones o accesiones de las variedades Tempranillo y Graciano.

Sergio Ibáñez, Enrique García-Escudero, Javier Portu, Elisa Baroja y Luis Rivacoba. Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (CSIC-Universidad de La Rioja-Gobierno de La Rioja). Finca La Grajera, Logroño.

Lejos quedan referencias como las de Nicolás García de los Salmo­nes que, a principios del siglo XX, catalogó casi 2.500 variedades de vid en nuestro país, de las que menos de 200 se siguen cultivando en mayor o menor medida. Desde entonces hasta ahora, la diversidad del patrimonio genético existente se ha reducido de forma alarmante, corriendo el riesgo de perderse parte del mismo. Este fe­nó­meno, conocido como erosión genética, se está produciendo no solo a nivel varietal sino también a escala intravarietal puesto que, de igual manera, el número de clones empleados en cada variedad re­sulta más bien reducido.

Parcela de clones de Tempranillo y Graciano. Finca Valdegón.

La erosión genética de los recursos vi­tí­colas genera un aumento de la vulnerabilidad del cultivo ante la aparición de nuevos escenarios. En este sentido, la diversidad de material vegetal, por un lado, aporta un valor añadido a la singularidad y tipicidad de los terroirs vitícolas y, por otra parte, supone una vía de adaptación del viñedo a condiciones adversas, como las que se es­tán derivando del cambio climático.

En consecuencia, resulta fundamental preservar y ampliar la diversidad genética de que disponemos en las distintas regiones vitícolas para adecuarnos, entre otros aspectos, a la actual variación del clima. Con este propósito, el proyecto europeo Vitisad, un acrónimo que funde español y francés para focalizar la sostenibilidad (durabilité) de la viticultura en un marco de adaptación al cambio climático, ha enfocado uno de sus principales objetivos en la búsqueda, estudio y recuperación de ma­terial vegetal con esa capacidad de aclimatación.

Muestreo de bayas en clones de la variedad Graciano.

Vitisad ha contado con la coo­peración, durante el periodo 2019-2022, de cinco socios españoles y franceses (Ins­tituto Vasco de Investigación y De­sarrollo Agrario – Neiker, Dirección Ge­neral de Desarrollo Rural, Agricultura y Ga­nadería del Gobierno de Navarra, Cham­bre d’Agriculture des Pyrénées-Atlan­ti­ques, Institut Français de la Vigne et du Vin-IFV y Dirección General de Agri­cul­tu­ra y Ganadería del Gobierno de La Rio­ja), siendo financiado al 65% por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder) a través del Programa Interreg V-A España-Francia-Andorra (Poctefa 2014-2020) que fomenta la cooperación transfronteriza de estos tres países para impulsar el desarrollo sostenible de sus territorios.

Selección de clones

El trabajo que aquí se presenta está relacionado con la línea de diversidad intravarietal del proyecto Vitisad, llevada a cabo por el Gobierno de La Rioja y centrada en una selección de clones o accesiones de las variedades Tempranillo y Graciano. Esta selección se ha efectuado sobre la base de estudios previos realizados en campañas anteriores, en los que se ha eva­luado la aptitud, frente a un escenario vitícola cambiante, de material procedente del Banco de Germoplasma de la finca institucional La Grajera (Logroño, La Rio­ja), propiedad del Gobierno de la Rioja.

Detalle de las vinificaciones elaboradas en bodega experimental del ICVV.

Este banco, integrado por 1.667 accesiones de variedades autorizadas en la DO Ca. Rioja, de las que 729 están referidas a Tempranillo y 102 a Graciano, tiene su origen en una amplia y exhaustiva prospección y selección de cepas singulares que se ha venido realizando desde el año 1999 por toda la Denominación, recogiendo material de un total de 162 parcelas repartidas por 52 términos municipales que, por sus características de calidad, an­ti­güedad y singularidad, merecía preservarse en una misma plantación.

Posteriormente, en 2016 y a partir de los clones que mostraron una aptitud más interesante de cara al contexto vitícola ac­tual y futuro, se planteó una preselección con 30 clones de Tempranillo y otros 13 clones de Graciano, que se materializó en una parcela comparativa plantada en la finca institucional Valdegón (Agoncillo, La Rioja), de la Comunidad Autónoma de La Rioja. En esta parcela, se efectuó la selección de cuatro clones de cada una de las variedades mencionadas que, en función de los resultados logrados hasta esa fecha, presentaban una aptitud relevante frente al cambio climático.

Con ello, se pretendía disponer de material que ofreciera soluciones a distintos problemas que dicho cambio climático acarrea y que, fundamentalmente, son debidos al incremento de temperaturas asociado al mis­mo. De este modo, interesaba encontrar clones que, frente al progresivo acortamiento del ciclo de la vid, aproximaran la ma­durez tecnológica a la madurez fenólica. Ambas se ven desajustadas por efecto del cambio climático y, de cara a la elaboración de vinos de calidad, resulta fundamental acercar los dos tipos de maduración para asumir con garantías la decisión del momento de vendimia. Igualmente, en este marco climático en transformación, resulta conveniente mantener o incrementar atributos de calidad como la acidez y la carga polifenólica del vino, asegurar una gra­duación alcohólica equilibrada y controlar o limitar adecuadamente la expresión vegetativa de la cepa.

Ensayo experimental

Detalle de hoja de Tempranillo de clon 1371 tipo «perejil» y de Tempranillo testigo RJ-43.

En la referida finca Valdegón, se estudiaron cuatro clones de la variedad Tem­pra­nillo, numerados como 807, 1078, 1084 y 1371, a los que se añadió el clon comercial RJ-43 como testigo comparativo, fruto de trabajos anteriores de selección. Asi­mis­mo, se consideraron otros cuatro clones de la variedad Graciano: 942, 954, 955, 1253, aportando como testigo el clon comercial RJ-117. Todos estos clones o ac­cesiones estaban dispuestos en un mar­c­o de plantación de 2,80 x 1,15 m, con un sistema de conducción en cordón do­ble Royat, con orientación norte-sur injertados sobre el patrón Richter 110. El diseño experimental se estableció sobre cuatro bloques, en cada uno de los cuales se incluían todos los clones referidos, a razón de diez cepas por bloque y clon.

Los datos analizados se refieren a las campañas 2020 y 2021, y se han centrado en aspectos relacionados con la fecha de vendimia (número de día del año), la acidez del mosto (pH), el grado alcohólico del vino (% vol), parámetros que caracterizan su carga polifenólica como el índice de polifenoles totales (IPT 280 nm), el contenido en antocianos (mg/l) y la intensidad de color. Asimismo, el desarrollo vegetativo y el vigor se han evaluado a través del peso medio del sarmiento (g).

Figura 1. Parámetros de caracterización de clones de Tempranillo.

Las determinaciones del mosto se efectuaron me­diante el muestreo de bayas en el momento de vendimia, mientras que las del vino se realizaron en los laboratorios del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV), a partir de elaboraciones en depósitos de 100 litros en su bodega ex­perimental, siguiendo el sistema de elaboración tradicional para vinos tintos, es decir, la uva fue despalillada, estrujada y sulfitada, inoculando posteriormente levaduras secas activas para lograr una fermentación alcohólica homogénea y completa. Posteriormente, se realizó una siembra de bacterias lácticas seleccionadas para inducir la fermentación maloláctica. Una vez finalizada esta fermentación, y tras la estabilización en frío y la sulfitación del vino, se procedió a analizar los vinos resultantes.

Por su parte, el peso medio del sarmiento se obtuvo como cociente entre el peso de la madera de poda de cada cepa estudiada y el número de sarmientos de la misma.

Resultados obtenidos

Figura 2. Parámetros de caracterización de clones de Graciano.

En la figura 1 se recogen los resultados ob­tenidos para los clones de Tempranillo. Valorando los parámetros que pueden re­sultar más interesantes desde un prisma de clima cambiante, se puede indicar globalmente que los dos clones que ofrecen mayores expectativas, resultan el clon 807, en el que destaca su inclinación hacia fe­chas de vendimia más tardías así como su buena aptitud en cuanto a la intensidad de color y a la carga polifenólica y sobre todo el clon 1371 que, a pesar de presentar una recolección temprana, ha logrado ajustar convenientemente la madurez fe­nó­lica y la madurez tecnológica, equilibrando su elevado nivel de acidez con altos índices de antocianos e intensidad de color.

Cabe des­­tacar que este clon 1371 cuenta con ca­­racterísticas ampelográficas ciertamente singulares, distinguiéndose de otros Tem­pra­nillos por su peculiar hoja con lóbulos estrechos y se­nos peciolares amplios, tipo “perejil”. Asimismo, el clon 1084 po­dría resultar adecuado para situaciones en las que se precise controlar el desarrollo ve­getativo o el vigor de la cepa.

De forma análoga a lo expresado anteriormente, y observando los datos recogidos en la figura 2 correspondiente a la ca­racterización de los clones de Graciano, me­rece resaltar al clon 942 por contar con valores elevados de acidez, acompañados de un grado alcohólico y de un vigor más re­ducidos que el resto de los clones analizados. Asimismo, el clon 955 ha sobresalido por su riqueza en polifenoles, antocianos e intensidad de color, mostrando además un buen nivel de acidez, expresada en términos de pH. En este contexto, de­bemos considerar la contribución del clon 954 de cara a adecuarse a cosechas tardías sin detrimento de la acidez.

Consideraciones finales

En resumen, se ha encontrado gran va­ri­a­bi­lidad entre los diferentes biotipos estudiados confirmando el potencial que tiene la diversidad intravarietal frente a desafíos como el cambio climático. A pesar de ello, es necesario am­pliar el número de años y zonas de estudio para poder establecer conclusiones más definitivas.