En los últimos años hemos tenido algunas consultas acerca de la incidencia creciente de la araña roja en el maíz de Cataluña. Incluso algunos han propugnado el tratamiento sistemático del maíz con acaricidas. El propósito de evitar que semejante parecer se consolide y la evidente falta de asesores en los cultivos extensivos nos ha movido a escribir este artículo.
Ramón Albajes, Matilde Eizaguirre, Xavier Pons y Carmen López. Universitat de Lleida, Agrotecnio Center (Lleida).
Especies del género Tetranychus, y en particular T. urticae, son plagas importantes en varios cultivos herbáceos y hortícolas. En maíz, su presencia y ocasional problema están registrados desde hace tiempo en el Mediterráneo. En los últimos años, sin embargo, parece que su incidencia negativa en el rendimiento del cultivo en varias zonas maiceras de España se ha hecho más frecuente.
Biología y daños en maíz
Varias especies de este género son tremendamente polífagas y además de las muchas plantas cultivadas que están afectadas, también se encuentran en malas hierbas.
Su daño principal se deriva de la actividad alimenticia en el envés de las hojas tanto de los estados juveniles como de los adultos. Sus piezas bucales rasgan las paredes celulares del parénquima foliar del hospedador y succionan los líquidos celulares dejando huecas las células. Poco después de iniciada la alimentación se observa en el haz de la hoja zonas blanquecinas y amarillentas y posteriormente, al cabo de los días, la hoja se seca prematuramente.
El ataque empieza habitualmente en las plantas del borde del campo, por el envés de las hojas del tercio inferior de la planta y posteriormente sube más arriba al tercio medio y superior. Las hojas ocupadas suelen presentar una telilla que recubre parcialmente la población de araña roja en el envés de la hoja y le confiere a ésta un color gris. Posteriormente colonizan las plantas del interior del campo yendo también de las hojas bajas a las superiores.
El daño en el cultivo de maíz es consecuencia de la disminución de la fotosíntesis y del secado prematuro de las hojas que, si se produce antes del cuajado del grano (R2-R3), provoca fallos en el llenado de la mazorca y el rendimiento se reduce drásticamente si las poblaciones de la plaga en el cultivo son abundantes. La abundancia de araña roja con posterioridad a los estados fenológicos mencionados suele repercutir mucho menos en el rendimiento de grano.
El maíz forrajero también puede verse afectado por la plaga de forma que la cantidad y calidad del forraje se ven comprometidos. Suele ser común que las mayores poblaciones se produzcan después de la floración, cuando las temperaturas son más altas y la humedad relativa baja, aunque esto puede variar con la fecha de siembra del maíz.
Habitualmente es la hembra la que pasa el invierno en las malas hierbas de los márgenes o barbechos. Aunque la literatura señala la alfalfa como lugar de invernación, no se ha observado así en los campos de nuestra zona. Al emerger las plantas de maíz en primavera esas hembras o estados juveniles si la primavera es benigna pueden desplazarse al maíz, en particular si son ayudados por el viento, colonizando las hojas más bajas de las jóvenes plantas.
En semanas posteriores las poblaciones de araña roja se irán multiplicando, produciendo sucesivamente sus daños en niveles superiores de las plantas de maíz y en plantas vecinas hasta ocupar la mayor parte o totalidad del campo. La colonización de la planta entera en todo el campo es rápida por la alta tasa de crecimiento de las poblaciones de en condiciones de temperatura alta; en una semana la población se puede multiplicar por varias decenas.
Los enemigos naturales de araña roja en maíz suelen ser abundantes. Ácaros fitoseidos (aunque publicado hace años, puede ser útil el artículo de Iraola et al., (1997) para saber qué fitoseidos son abundantes en el norte de España), el heteróptero Orius (varias especies), trips del género Aeolothrips y coccinélidos como Stethorus punctillum son depredadores habituales en campos de maíz si se hace una gestión correcta de sus poblaciones y hábitats.
Las causas de proliferaciones de araña roja pueden ser varias que, combinadas, dan lugar a poblaciones y daños considerables. En las consideraciones de control que siguen, se habla de esas causas ya que algunas de ellas pueden evitarse para disminuir la incidencia de esa plaga.
Prácticas culturales para el control
Unas buenas prácticas culturales pueden reducir las poblaciones de araña roja en maíz. En primer lugar, hay que observar las malas hierbas de los márgenes antes y poco después de la emergencia del maíz y registrar si hospedan araña roja y sus depredadores. En caso de presencia de ambos, habrá que valorar si su abundancia relativa aconseja eliminar las adventicias o mantenerlas para facilitar la colonización temprana del maíz por la plaga y sus depredadores.
El exceso de nitrógeno en el abonado suele favorecer un mayor crecimiento de las poblaciones de la plaga y por tanto deberá conocerse bien la cantidad de nitrógeno a aportar acorde con su nivel en el suelo antes de la siembra y el rendimiento esperado del cultivo.
El riego por aspersión provoca un aumento de la humedad relativa en el interior del campo de maíz que reduce la proliferación de la población de araña roja; por contra, el riego por inundación la favorece.
La mayor parte de variedades de maíz hoy en día cultivadas tienen un cierto grado de resistencia a araña roja, aunque unas más que otras y esa es una información que las compañías de semillas deberían conocer y facilitar al agricultor. Sin embargo, las prácticas culturales que provoquen un crecimiento deficiente de la planta pueden generar que la resistencia pierda eficacia. Un riego correcto en cantidad de agua y momento de aplicación, una fecha de siembra correcta, una fertilización equilibrada, son, por ejemplo, algunas recomendaciones al respecto.
Tratamientos fitosanitarios
Entre las prácticas en el cultivo de maíz, la utilización de fitosanitarios ocupa un lugar preeminente en la casuística de los problemas causados por la araña roja. La gran parte, por no decir, la casi totalidad de productos insecticidas que se utilizan o se han utilizado en maíz han sido señalados como responsables principales de la proliferación de las poblaciones de araña roja debido a la eliminación de sus enemigos naturales.
Las dos especies de taladros (Sesamia y Ostrinia) eran tradicionalmente los destinatarios de los tratamientos fitosanitarios en maíz. Sin embargo la siembra de variedades de maíz Bt, que confieren resistencia a los taladros, ha hecho innecesarios la mayor parte de esos tratamientos y ha provocado el descenso radical de las poblaciones de taladros en las zonas en las que hay un número significativo de hectáreas sembradas con esas variedades Bt. Probablemente, el descenso de los tratamientos contra los taladros ha contribuido a la disminución de la araña hasta hace unos pocos años.
Los gusanos del suelo, particularmente los gusanos de alambre, también han sido los destinatarios de los tratamientos, tanto de la semilla con neonicotinoides como del suelo con clorpirifos, entre otros. La mayor parte de neonicotinoides no están autorizados en maíz ahora mismo o no lo estarán para la próxima campaña de maíz de 2020 como también sucede con otros productos para el tratamiento de los gusanos del suelo incluyendo el mencionado clorpirifos. Para araña roja se han recomendado acaricidas específicos como es el caso de la abamectina que también dejará de estar autorizada próximamente.
Así pues, evitar en la medida de lo posible los tratamientos fitosanitarios insecticidas ayudará a disminuir los problemas de araña roja. Sin embargo, este objetivo no es fácil de conseguir por la falta de datos fundamentados acerca de los umbrales económicos de las plagas que motivan los tratamientos insecticidas y en particular de los gusanos del suelo. Con buen criterio, tampoco la guía GIP del Ministerio de Agricultura incluye valores de umbrales económicos para las plagas del maíz.
Para los gusanos de alambre, para los cuales a menudo se preconiza el tratamiento insecticida sistemático de semilla, un mayor riesgo de daños se da en cultivos de maíz que siguen a cultivos permanentes como los forrajeros alfalfa o esparceta o en cultivos de maíz con daños en años anteriores. Las trampas cebo son una herramienta universal para estimar la densidad de larvas de alambre unas semanas antes de la siembra y a partir de las cuales pueden tomarse decisiones sobre la necesidad de usar semilla tratada con insecticida o no. Puede consultarse la publicación de Furlan (2014), para construir esas trampas y tener unos datos orientativos de umbrales económicos para gusanos de alambre en el sur de Europa.
Los tratamientos acaricidas contra araña roja en maíz tienen el mismo inconveniente que el mencionado para gusanos de alambre, es decir, no conocer los umbrales económicos en condiciones locales. Ya quedó dicho más arriba que la fauna auxiliar de depredadores en cantidades y momentos oportunos puede ser suficiente si no se la perjudica o elimina con tratamientos insecticidas. Sólo en caso de tener poblaciones de araña roja abundantes antes del estadio de inicio de llenado del grano (R2) podría justificarse un tratamiento acaricida específico ya que los beneficios económicos de los tratamientos posteriores disminuyen o no son tales.
Los umbrales de intervención que se citan en las diversas hojas de extensión de plagas de maíz en EE.UU indican que los tratamientos deberían hacerse antes de la aparición del penacho masculino (VT) cuando se detecten daños evidentes de araña en las hojas del tercio inferior y presencia abundante en el tercio medio de plantas muestreadas en diversos puntos del interior del campo de maíz. Se debe también tener en cuenta que la eficacia de los tratamientos disminuye cuando la planta mide más de 1-1,5 m debido a la dificultad de acceder adecuadamente a la araña. Se aconseja pues muestrear las plantas de maíz desde que la planta tiene diez hojas, cada cuatro o cinco días sobre todo si las temperaturas esperables superan los 30oC.
Cuatro enlaces útiles de publicaciones de extensión relativas a la araña roja en maíz en los Estados Unidos son los siguientes:
Necesitamos más técnicos a pie de explotación
No hemos pretendido abarcar el control integrado de plagas de maíz sino referirlo a la araña roja. Sin embargo, ha sido obligado encuadrar el control de esa plaga en las prácticas culturales en maíz y los tratamientos fitosanitarios con insecticidas/acaricidas ya que el manejo correcto de los mismos nos puede evitar en buena medida los problemas ocasionados por la araña roja.
Un seguimiento correcto de las densidades de plagas y el asesoramiento al agricultor precisa de personal técnico debidamente formado. En España es muy raro encontrarlo en explotaciones de cultivo extensivo, al menos si comparamos su número con el que se da en cultivos más intensivos tales como los frutales, la viña o los hortícolas.
El mismo Ministerio de Agricultura propició esa situación al dejar a los cultivos extensivos exentos de la obligación de contar con asesores para las recomendaciones de protección contra plagas, enfermedades y malas hierbas. Sorprende esa decisión si tenemos en cuenta los millones de hectáreas cubiertas en España por ese tipo de cultivos, los grandes consumidores que son de productos fitosanitarios y su alta aportación al PIB agrario.
Esperemos que esa situación se enmiende en los próximos años y podamos hacer funcionar la cadena de innovación que va desde la investigación a la aplicación pasando por el desarrollo, transferencia de tecnología y asesoramiento a pie de explotación también en cultivos extensivos como lo está siendo en cultivos más intensivos.
Una gran cantidad de insecticidas y acaricidas utilizados en maíz han sido retirados del mercado recientemente. Otra buena parte lo serán a lo largo de este año y el siguiente, incluidos algunos de los acaricidas específicos mencionados. Ello nos obliga a ser más cuidadosos en la utilización de métodos no químicos para el control de la araña roja u otras plagas de maíz. Probablemente esta situación hace más perentoria la necesidad de aplicar conocimiento técnico en el maíz mediante asesores bien formados en la sanidad vegetal de ese cultivo. No es mucho pedir en el Año Internacional de la Sanidad Vegetal declarado por la ONU/FAO.