En la era tecnológica la forma de cultivar también cambia. Es por ello que la empresa Seresco ha lanzado su plataforma tecnológica, Cultiva Decisiones, para el apoyo en la toma decisiones en la viticultura de precisión. La bodega Terras Gauda ha sido la primera en probar este sistema en el proyecto piloto que busca dar respuestas a las principales demandas del sector.
Carmen Sánchez. Periodista.
“En viticultura tenemos un sector por explorar tecnológicamente”, explica Rubén Pérez, director del área de Consultoría y Software de Seresco. De esta manera, la compañía especializada en soluciones de software y servicios en tecnología de la Información y Comunicación ha buscado la manera de optimizar el proceso en la bodega.
Los usuarios de Cultiva Decisiones pueden acceder a través de esta plataforma web a todos los datos sobre las condiciones climatológicas y del terreno en tiempo real y recibir recomendaciones mediante un sistema de inteligencia artificial con el fin de facilitar la toma de decisiones ante aspectos clave como la fertilización, el riego, el control de plagas o el momento idóneo para la recolección de la uva.
En el proyecto piloto de esta plataforma ha participado la bodega gallega Terras Gauda, situada en el valle del Rosal, al sur oeste de Pontevedra, conformada por 70 hectáreas de viñedo distribuidas en tres grandes fincas y subdivididas, a su vez, en 36 parcelas.
Terras Gauda nació en 1990 con el objetivo de elaborar vinos de máxima calidad con personalidad propia a partir de variedades nobles cultivadas en las condiciones idóneas y vinificadas según la tradición de nuestra zona con la incorporación de la tecnología más avanzada y los máximos cuidados, según explica Emilio Rodríguez, el director técnico de la finca.
El viñedo se asienta en un suelo compuesto por esquisto metamórfico, ácido y relativamente arenoso, con un nivel de arcilla superior a lo habitual en Rías Baixas, enmarcado en un clima “de clara influencia atlántica, con abundantes lluvias y temperaturas suaves”, cuenta Rodríguez, un clima al que las variedades están perfectamente adaptadas y donde adquieren todo el potencial aromático y gustativo.
Rías Baixas, una garantía de calidad
En cuanto a las variedades que cultivan, la principal es el Albariño, seguida por Caiño Blanco y, en menor medida, Loureiro. Además, están amparados bajo la Denominación de Origen Rías Baixas, lo que para muchos consumidores supone una garantía de calidad. “Bajo su protección se puede llegar a mercados que de otro modo sería difícil de alcanzar”, explica el director técnico.
La mayor parte de las plantaciones de Terras Gauda datan de la inauguración de la finca, por lo que cuentan con 25 años de edad y tienen un marco de plantación de 3,5×2,5 m. Sin embargo, una sexto del viñedo fue sembrado hace 11 años, en un marco de plantación de 3×1,5 m. “La edad de las plantaciones influye más en los vinos tintos que en los blancos que nosotros elaboramos. De todos modos, la menor producción de las cepas más viejas viene acompañada de una mayor concentración y complejidad en los vinos finales”, argumenta Emilio. Toda la formación de las 70 hectáreas de viñedo es en espaldera simple modificada.
La bodega se sustenta en el secano, aunque disponen de un sistema de fertirrigación para aplicar los abonos gota a gota. Estos abonos se componen principalmente de enmiendas calizas para corregir el bajo pH de los suelos, en dosis de entre 400 y 800 kg/ha, y, dependiendo de los resultados de los análisis y las hojas actuales, dosis que oscilan entre los 150 kg/ha de fósforo y los 400 kg/ha de potasio.
La enfermedad de Petri, el principal problema
La enfermedad más habitual y agresiva en estos viñedos es el mildiu, seguida de botritis, aunque el principal problema actual extendido a nivel mundial es la enfermedad de Petri, un conjunto de hongos que atacan la madera. “Para controlarlas usamos tratamientos con atomizadores o nebulizadores con productos habitualmente penetrantes”, cuenta Emilio Rodríguez. “Tratamos de no utilizar los productos sistémicos que tantos problemas de resistencia generan en las plantas. Elegimos estos métodos porque son menos agresivos. Son menos específicos pero más respetuosos con la planta y la fauna útil.
En cuanto a las plagas, en la finca del valle del Rosal la más perjudicial es la polilla del racimo, Lobesia botrana, “no tanto por su efecto directo sino por facilitar la entrada de Botritis en el grano de uva”, explica.
Siguiendo la política de la utilización de productos respetuosos con la planta, el control de la vegetación adventicia se lleva a cabo, en su mayoría, desbrozando, aunque las partes donde no es posible usar esta técnica aplican herbicidas de contacto no residuales.
La poda de la viña la llevan a cabo en verde en todas las campañas, excepto en racimos de Loureiro, donde realizan aclareo cuando la producción lo requiere. Asimismo, la recolección se desarrolla a mediados de septiembre, siempre a mano y en pequeñas cajas de 18 kg. De esta manera, la producción suele estar en unos 7.000 kg/ha de Albariño (unos 4.750 litros/ha), 6.000 kg/ha de Caiño Blanco (aproximadamente 4.000 l/ha) y unos 9.000 kg/ha de Loureiro (cerca de 6.100 l/ha).
Parcelas de ensayo y proyectos en la toma de decisiones
En Terras Gauda cuentan con una parcela de selección clonal y otra de reproducción de estos clones finalmente seleccionados. Además, son parte del programa piloto de la plataforma Cultiva Decisiones, elaborada junto a Seresco, que “permite disponer de un control de viñedos en base a datos de sensores en campo, de satélites y los proporcionados durante la campaña por nuestro equipo técnico y operarios”, explica Emilio. El objetivo de esta recolección e interpretación de datos es llegar a una toma de decisiones basada en la calidad de la uva más rápida y precisa.
Para llevar a cabo este proceso se han instalado sensores climáticos fijos que registran cada diez minutos los datos ambientales y los concretos del interior de la vegetación, así como datos del suelo. “El siguiente paso es la instalación de sensores móviles en los vehículos utilizados en viñedo, es decir, cámaras espectrales”, detalla.
La zonificación de la finca se ha llevado a cabo en base a “los datos proporcionados por los satélites, que han agrupado zonas homogéneas, cruzándolos con el conocimiento y experiencia previos de nuestro equipo. Una vez tengamos todos los datos necesarios de los sensores fijos o móviles de los satélites, afinaremos o corregiremos la zonificación inicial”. Esta información recabada llega al técnico del campo mediante un dispositivo móvil (ya sea un smartphone, una tableta o, incluso, un portátil), donde se muestra de manera “accesible, sencilla de entender, muy intuitiva y con gráficos amigables y bien desarrollados” que generan consejos para la toma de decisiones en el viñedo, expone Emilio Rodríguez.
Un año de prueba para conectar la agricultura
El proyecto comenzó hace un año y este tiempo ha servido para arrancar e ir ajustando las consideraciones de la plataforma. Sin embargo, desde la bodega afirman que todavía es pronto para asegurar con rotundidad si la rentabilidad del viñedo ha aumentado o no “pero una vez observados los avances a día de hoy, estoy seguro de que aumentaremos la rentabilidad gracias a una toma de decisiones más precisas, rápidas y ajustadas a las necesidades reales de cada zona de manejo diferenciada”.
Poniendo un ejemplo práctico, la plataforma “nos puede sugerir tratar sólo 4 de las 36 parcelas porque en base a todos los datos, en el resto no es necesario. Sin esta plataforma, nuestra decisión lógica sería tratar las 36 parcelas, lo que supondría un incremento notable de los costes, así como un mayor impacto ambiental”, reflexiona. De esta manera, durante el proyecto piloto se instalaron cuatro sensores en el viñedo que han permitido conocer datos detallados sobre el estado del viñedo, principalmente por sus condiciones climáticas, como la temperatura y la humedad en el interior del follaje o el tiempo que permanece mojada la hoja.
Cultiva Decisiones no supone sólo la tecnologización del viñedo, sino que actúa como un núcleo de información, un cuadro de mando que interrelaciona información espacial obtenida de los sensores, teledetección y sistemas de información europeos como Copernicus (Programa de Vigilancia Medioambiental de la Agencia Espacial Europea) o Inspire (Infraestructura de Información Espacial en Europa para Apoyar las Políticas Comunitarias de Medio Ambiente) y que pretende integrar todas las soluciones a los retos que se le presentan al viticultor en un solo lugar.
La idea, además, es hacer de este proyecto un modelo colaborativo donde todos los usuarios puedan compartir sus experiencias en el campo y donde terceros puedan integrar sus soluciones. De esta manera, la plataforma de Seresco (www.cultiva.green) reúne viticultores, centros tecnológicos de la vid y el vino, socios tecnológicos y asesores expertos en una nube que contribuye a la modernización de la viticultura a golpe de click.