Producir peces dentro de los invernaderos de Almería está muy lejos de ser una utopía. El conocido “mar de plástico”, la mayor concentración de invernaderos del mundo, tiene todas las cartas a favor para convertirse en una importante zona de producción de pescado de agua dulce en Europa y también en un referente internacional en acuicultura continental.
Armando García. Periodista.
La reciente difusión de los resultados de varios proyectos de investigación han disipado muchas dudas y ya son muchos los agricultores que sopesan seriamente la posibilidad de complementar la producción de frutas y hortalizas con la cría de tilapia roja en piscinas colocadas dentro de las mismas estructuras de abrigo que, hasta ahora, usan para cultivar tomate, pepino o sandía.
Al igual que con las hortalizas, los expertos señalan a Almería como una de las zonas del mundo con mejores condiciones ambientales y económicas para la producción de peces en invernadero. Las estructuras ya existen, con lo que hay un importante ahorro de costes para el inicio de la actividad, y el buen clima reinante durante todo el año garantiza las suficientes horas de sol para mantener el agua de las piscinas a la temperatura idónea para el engorde de peces sin necesidad de emplear costosos sistemas de calefacción o, en su caso, reduciendo el uso de los mismos a unas pocas semanas al año.
A las condiciones técnicas y ambientales hay que añadir otra no menos importante, la oportunidad comercial. El mercado europeo registra un incremento imparable en el consumo de tilapia, un pez poco consumido por los europeos, pero muy popular entre la población inmigrante y que es una poderosa fuente de omega 3.
La mayoría de la producción de tilapia roja actualmente llega desde Asia y se vende congelada, algo que podría cambiar si Almería se convierte en un competitivo proveedor europeo de tilapia fresca, con tiempos de transporte mucho más reducidos, estándares europeos de calidad y seguridad alimentaria y menor huella de CO2.
La oportunidad comercial no es exclusiva de la tilapia, ya que otras especies como tenca, carpa y anguila también pueden criarse en invernadero. El creciente interés por la tilapia también se justifica con la progresiva disminución y rentabilidad de la pesca extractiva, lo que provoca que todas las miradas se dirijan ahora hacia la acuicultura como la opción más segura para suministrar pescado fresco a una población mundial que no deja de crecer.
Con este interesante telón de fondo, algunas empresas ligadas a la agricultura almeriense van a dar en breve los primeros pasos para salir al mercado con sus producciones de peces criados en invernadero.
La iniciativa de los grandes empresarios se ha convertido en una impactante noticia que ha corrido como la pólvora por todo el campo almeriense y ha calado entre los agricultores, que cada vez están más convencidos de tener al alcance de sus manos una nueva vía de ingresos y una estrategia de producción que contempla el invernadero como una biofábrica donde ya no sólo pueden obtenerse frutas y hortalizas como se viene haciendo desde hace 50 años.
Ese convencimiento inicial se ha reforzado gracias al estudio de viabilidad técnica y económica que ha elaborado la Escuela Familiar Agraria (EFA) Campomar, que durante dos años ha estudiado todos los detalles técnicos y económicos de una explotación tipo para criar tilapia en invernadero. Finalmente, el estudio ha visto la luz recientemente y la sorpresa es que las cifras demuestran la viabilidad sin lugar a dudas.
Inversión inicial
Con una inversión inicial de 300.000 euros se pueden producir 100 toneladas anuales de tilapia roja en invernadero. Según el estudio desarrollado por la EFA Campomar, el coste de producción se fija en 3,50 euros por kilo y el producto final puede venderse a las grandes superficies a un precio en torno a 6 euros por kilo, mientras que el consumidor lo pagará finalmente entre 10 y 12 euros.
Con estas cifras, Campomar concluye que es posible producir 100 toneladas anuales de tilapia roja en 2.500 metros cuadrados de invernadero y obtener unos beneficios medios de 250.000 euros, cifra muy atractiva para la mayoría de los agricultores almerienses que son dueños de su propia explotación familiar y que vienen sufriendo año tras año una disminución de su rentabilidad que, en ocasiones, es insoportable.
Campomar ha revelado también en su análisis de viabilidad la conveniencia de la tilapia sobre otras especies. “Su talla comercial (400-500 g) se alcanza en sólo seis meses por ser una especie de crecimiento rápido, la mortalidad no supera el 10%, su manejo acuícola es sencillo y además es una especie muy resistente a las enfermedades, por lo que reúne las condiciones óptimas para iniciarse en esta actividad”, explica Alberto Urea, biólogo de Campomar y director del estudio.
La organización agraria COAG en Almería, consciente de la situación de pérdida de rentabilidad en que se encuentran muchos profesionales del campo, está organizando charlas informativas en colaboración con Campomar para que los agricultores conozcan las ventajas de esta nueva línea de negocio que es completamente operativa dentro de las estructuras de producción que ya tienen.
No hay que olvidar que la tilapia se produce en un sistema cerrado que aprovechará al máximo el entorno protegido que ya ofrece de por sí un invernadero, al que hay que añadir las piscinas y algunos elementos básicos para suministrar oxígeno y depurar el agua.
En cuanto a la alimentación, lo habitual es que se lleve a cabo con pienso seco comercial, aunque no se descarta la posibilidad de usar parte de los restos vegetales de cosecha para reducir los costes en pienso, una de las partidas más caras.
Para los emprendedores que quieran afinar un poco más y no se conformen con su estructura actual, la Fundación Tecnova ofrece el invernadero ideal para la acuicultura con tilapia. Se trata de un modelo patentado, fruto de los ensayos realizados específicamente para optimizar la cría de peces, y que toma como base un invernadero de tipo raspa y amagado con una superficie de planta de 32 x 32 metros, con una altura bajo canal de 3,5 metros y con cubierta a dos aguas simétrica.
Se recomienda hacer la instalación con orientación norte-sur, ventilación perimetral sin mallas con aperturas de 1,50 metros de altura, cerramiento en policarbonato compacto y canalillas para la recogida del agua de condensación. En su interior, hay cabida para catorce estanques de cría y el diseño requiere una temperatura media sostenida de 27 grados.
Teniendo en cuenta el clima de Almería, Tecnova ha calculado que en su modelo patentado sólo sería necesario incorporar calefacción durante el 20% de la duración total del ciclo de cría de la tilapia.
Peces, tomates y microalgas
Tecnova también ha participado en un ambicioso proyecto de investigación impulsado por la empresa almeriense New Growing System (NGS) para determinar si es viable conjugar la producción de peces, hortalizas y microalgas en el interior del mismo invernadero. La base para los ensayos que se han realizado en la Finca Experimental de Tecnova ha sido el invernadero patentado para tilapia, adaptado al cultivo de tomate en hidropónico y con unos estanques excavados en el suelo entre las líneas de cultivo.
En el interior de los canales con agua, nadan ejemplares de tenca que se alimentan con los restos vegetales de la cosecha y que a su vez expulsan residuos sólidos que se aportan como solución nutritiva al cultivo de tomate.
Este peculiar modelo se completa con la recolección continua de microalgas, que además crecen consumiendo parte del CO2 que producen las plantas de tomate. La sostenibilidad de este modelo requiere anular por completo el empleo de agroquímicos que podrían afectar a la salud de los peces, por lo que se garantiza el “residuo cero” en la producción hortícola obtenida.
Aunque los resultados de los ensayos han sido prometedores, Tecnova realiza ahora la fase de evaluación del proyecto, por lo que hay grandes expectativas para conocer los datos oficiales que arroja este innovador modelo que convierte al invernadero en una biofábrica sostenible en la que se pueden recolectar tres producciones completamente diferentes y con diferentes usos.