A 10 kilómetros de Ciudad Real se encuentra Pago del Vicario, una finca de 130 hectáreas de viñedo que comenzó su andadura en el año 2000. En 2010, el proyecto solicitó obtener la categoría de Pago, según cuenta Eugenio Roldán, su director de viticultura, y con esa vocación se enfocaron hacia la producción de uva de calidad.
Carmen Sánchez. Periodista
Entre las variedades cultivadas en la finca, predomina Tempranillo, aunque además se cultiva Garnacha, Graciano, Merlot, Syrah, Cabernet Sauvignon y Petit Verdot, en cuanto a variedades tintas, y Sauvignon Blanc y Chardonnay en uvas blancas.
Para conseguir la calidad de vino que buscan, utilizan técnicas de viticultura de precisión básimamente mediante el uso de dendrómetros y teledetección, con 60 puntos de muestreo a lo largo de toda la finca en los que se toman datos tales como la evolución del tamaño de baya -desde guisante a vendimia-, el volumen, la acidez, grado alcohólico, el corte de racimo, la fertilidad de los pámpanos o el peso de sarmientos.
“Manejamos un sistema de agricultura de conservación, es decir, con cubierta vegetal verde de gramíneas principalmente durante el invierno para ir poco a poco enriqueciendo el nivel de materia orgánica en el suelo”, explica Eugenio Roldán. Con esto, han conseguido que el nivel de materia orgánica en el suelo haya ascendido del 1,5% inicial al 3% que rondan ahora mismo. “Estamos muy contentos porque el sistema funciona muy bien. Empezamos en unas zonas con carencia y a consecuencia de esto, al poder utilizar la planta todo el potencial del suelo, las carencias prácticamente se han eliminado”, sostiene.
A parte de este tipo de agricultura, en Pago del Vicario toman otras medidas como no extraer los sarmientos. La única extracción que se hace es la de los racimos. El resto de la planta queda en el suelo tras la cosecha para que se integre en la biomasa del suelo.
La mejor formación para una buena producción
En cuanto a la formación de las plantaciones, inicialmente el viñedo se diseñó en espaldera con doble colgado y conducción vertical. Sin embargo, con el tiempo esta formación ha ido variando debido a las altas temperaturas que se experimentan en la zona. “En cuanto la temperatura sube de los 34 o 35 grados, se llega a una situación muy estresante para el viñedo y hay degradación de ácidos”, argumenta Roldán. Por eso, en Pago del Vicario han decidido probar otras formas de conducción de la planta, en este caso, un sistema semilibre que eleva el cordón de formación desde los iniciales 70 centímetros en los que se encontraba hasta los 120. “Dejamos que la vegetación crezca hacia arriba por su propia condición genética y luego va cayendo” -explica Roldán- “. Se crea así un tipo de sombreo parcial muy adecuado, un efecto similar al que nosotros tenemos si nos metemos a la sombra de un árbol en verano, sin llegar a estar en penumbra, puesto que siempre hay huecos por los que entran los rayos del sol.” A través de este sistema se consigue que las temperaturas interiores, el microclima donde está el racimo, sean mucho más favorables para la planta y que los racimos no queden totalmente expuestos.
La edad de las plantaciones es también uno de los puntos a tener en cuenta en los cultivos. En el caso de Pago del Vicario, las parras más longevas (unas 50 ha) se plantaron en 2001, mientras que la segunda fase de población del pago se llevó a cabo en 2002, con otras 50 ha más, el resto, unas 30, fueron plantadas en 2005. Con esto, las plantas más viejas cuentan con unos quince años de vida, algo importante para Eugenio Roldán. “Para mí que una planta sea vieja frente a una joven significa que conoce bastante bien el potencial del medio en el que está, conoce de qué niveles de agua va a disponer, la temperatura que suele haber, la amplitud del ciclo… sobre todo, conoce el suelo, si tiene pocos o muchos elementos minerales o los que tú aportas”, apunta Roldán. “En consecuencia, la planta se va autorregulando”.
Sin embargo, aunque es un tema importante, no es un elemento imprescindible para la buena producción de la planta. “Pienso que trabajando adecuadamente con buenos criterios se puede obtener también uva de calidad en un viñedo joven, aunque toca trabajar más que con plantas más mayores”, asegura.
El riego, uno de los factores más importantes en la cosecha
En el ámbito del riego, Pago del Vicario se vale de riego subterráneo en el centro de la calle, sectorizado en 29 parcelas. Debido a la escasez de agua, han situado este sistema a unos 30 centímetros de profundidad en el suelo para así evitar la evaporación del agua y que la humedad permanezca en unos 50 o 60 centímetros. “Todo esto lo monitorizamos con dos estaciones climáticas: una de ella es completa porque lleva toda la parte de clima (radiación, viento, punto de rocío…). Además, contamos con dos sondas de suelo que miden a tres profundidades y dendrómetros para controlar el estado hídrico de la planta. Partimos de una curva teórica de datos de riego en función de años anteriores, a lo que aplicamos el coeficiente de cultivo, que se va corrigiendo en función de las necesidades de cada año”, describe Roldán.
Toda esta sistematización, tanto en el control del cultivo como en el riego, “tiene para nosotros un gran valor en la construcción del histórico, que nos permite ver en perspectiva lo que ha ido ocurriendo. Así podemos saber en cada momento por dónde vamos”, argumenta el director de viticultura.
Lucha fitosanitaria y malas hierbas
Si bien es cierto que con el sistema de mínimo laboreo la lucha contra las plagas y las malas hierbas puede convertirse en un problema, en el caso de Pago del Vicario, no es un preocupación recurrente.
En cuanto a la lucha fitosanitaria, su manera de trabajar es de adaptación a las condiciones particulares del año, “como debería hacerlo todo el mundo”, concede el director de viticultura. En este viñedo realizan un seguimiento semanal y aplican los productos necesarios en el momento que se requieren. “Este año sólo hemos aplicado azufre en polvo”, asegura.
Con las malas hierbas, el procedimiento es similar: seleccionan poco a poco mediante siegas y aplicaciones de herbicidas puntuales el tipo de hierba mayoritaria y actúan en función a ella. En este momento, las malas hierbas que predominan en el terreno son las gramíneas, “que para mí son la cobertura ideal”, afirma Eugenio. Lo que interesa en Pago del Vicario es que la cobertura esté verde en invierno, empiece a crecer después de la vendimia y se vaya secando cuando la planta empiece a brotar, para lo cual las gramíneas se adaptan perfectamente. “Además, son hierbas muy fáciles de controlar si en un momento dado viene una primavera más larga de la cuenta o ha llovido un poco más y alargan el ciclo. Mediante siega se controlan perfectamente, sin necesidad de herbicida”. El único lugar de la plantación donde se hace inminente el uso de herbicida es el centro de la calle, donde es imposible acceder a la zona y controlarla mecánicamente, aunque con un pase poco antes de la brotación, alrededor del mes de abril, cuando ya han emergido la mayoría de las hierbas pero aún no lo ha hecho la planta, suele ser suficiente, tal como explica Roldán.
A través de estas prácticas agrarias de viticultura de precisión, Pago del Vicario ha obtenido premios como la Gran Medalla de Oro Concurso Internacional Cinve Valladolid 2012 o la Medalla de Oro del Concurso Mundial de Bruselas Tropheé Prestige Les Citadelles Du Vin en Francia, además de haberse instaurado como un modelo de Pago del siglo XXI.