Nuevas tecnologías de agricultura de precisión, apuesta por el big data sostenibilidad, la reducción de la huella de carbono o el reto de la industria vitivinícola 4.0 marca el proceso de I+D+i de esta explotación y bodega de Peñafiel (Valladolid).
CÉSAR MARCOS. Periodista agroalimentario
A quien madruga, Dios le ayuda. Pedro Ruiz, director general de una empresa vitivinícola familiar: Pago de Carraovejas, cumple con el dictado del dicho. Hace ocho años empezaron a recopilar datos de sus viñedos y hoy con potentes sistemas de gestión de big data controlar el cultivo con precisión. Si adolecen las explotaciones de históricos de datos para operar en la agricultura de precisión mediante drones que portan las cámaras térmicas o de infrarrojos para sacar índices de vegetación, o mediante sensores, dendrómetros o estaciones meteorológicas en los cultivos y suelos, Pago de Carraovejas no es una de ellas.
“Estamos comprometidos con la viticultura de precisión”, comenta Ruiz. A saber, drones que sobrevuelan con sensores multiespectrales para identificar coberturas vegetales en un mapa cartográfico, donde se aprecian las malas hierbas, las necesidades abono o prever el estrés hídrico de la cepa, además del análisis de la entomofauna útil en la vid y el estudio integral de la microbiología de suelos y su relación con los procesos fermentativos en bodega, entre otras aplicaciones de I+D+i, “agricultura preventiva con tecnologías de la información”, afirma el responsable de una bodega, que no obstante, no ha perdido su cariz tradicional.
De fondo, la sombra almenada del castillo de Peñafiel, cuyo interior es un canto a la elaboración del vino. A las espaldas el Duero. En una ladera perpendicular al río, se puede dibujar con su dedo índice la silueta del viñedo plantado a diversos niveles en 160 ha, con una altitud media de 850 m.
Un dron solicitado por Sergio Rodríguez, de SmartRural, sobrevoló las cepas a unos 100 m de altura. La aeronave transportaba sensores multiespectrales que ayudan a identificar las distintas coberturas vegetales y a determinar su distribución espacial analizando la luz solar reflejada por el terreno. Con las imágenes captadas se confeccionó un mapa cartográfico de las parcelas, que permite localizar malas hierbas o detectar abundancia o falta de agua o fertilizantes “para realizar un diagnóstico certero que se anticipe a la entrada en estrés o permita saber si hay que desarrollar más o menos vegetación de la planta”, sostiene Pedro.
El origen de la I+D+i
La innovación empezó con un estudio de la maduración de la uva en función del tipo de conducción, en otros viñedos de la Ribera del Duero. Las conclusiones de este estudio muestran la importancia de una buena orientación del viñedo para la correcta maduración y el menor efecto de la edad siempre que el manejo se adecúe a las características de cada viña.
“La viviticultura de precisión no tiene sentido si no se apuesta por la producción de calidad”, afirma Eva Navascués, quien dirige el departamento de I+D+i de Pago de Carraovejas y Ossian Vides y Vinos desde septiembre de 2016. “Para que uno de nuestros vinos te acompañe en la mesa existe un enorme trabajo previo: a veces puede parecer que solo se destaca el trabajo de nuestros compañeros de campo a la hora de podar, en plena vendimia o durante el embotellado, entre otras muchas labores”.
Durante sus 25 vendimias, la investigación, el desarrollo y la innovación han sido pilares fundamentales en los que ha basado su producción. “Nuestra apuesta decidida por las nuevas tecnologías, la sostenibilidad, la reducción de la huella de carbono o el reto que supone la industria vitivinícola 4.0 son solo pequeños apuntes de la importancia que el I+D+i tiene en nuestras bodegas”, indica.
Proyectos de innovación
Eva destaca varios proyectos impulsados en campo y en bodega. Subraya especialmente la zonificación exhaustiva de la finca, tanto a nivel físico-químico, como de horizontes edáficos, microbiología, etc. “Gracias a esta zonificación y estudiando cómo se interrelacionan estos diferentes parámetros estudiados, podemos tratar de manera exclusiva pequeñas parcelas de terreno de manera individual: evaluando el estrés hídrico de cada una de las plantas, viendo sus necesidades de abonado, o anticipándose ante posibles amenazas fúngicas, entre otros muchos aspectos”, señala Eva.
Otro de los proyectos más relevantes tiene que ver con el “Objetivo de Histamina Cero” que, en personas sensibles, puede causar reacciones alérgicas. Para combatirlo, el equipo de I+D+i ha apostado por la vía biológica a través de bacterias lácticas autóctonas que desplazan a aquellas que sí producen aminas biógenas.
“Por el impulso de otro proyecto de investigación, actualmente todos nuestros tintos de Pago de Carraovejas se elaboran con levaduras autóctonas propias de nuestro terroir que permiten obtener y ensalzar las mejores características de nuestros vinos”, apunta la directora de I+D+i. Allí se utilizan sistemas de cultivo diferenciados como doble cordón royat, vaso vertical y en terrazas, en 200 hectáreas, para elaborar tres variedades de uvas: Tinto fino, Cabernet Sauvignon y Merlot.
Eva y su equipo trabajan en proyectos sobre la problemática del cambio climático en el mundo vitivinícola; estudios sobre enfermedades de la madera y cómo evitarlas mediante una vía biológica; el aprovechamiento y nuevo uso de elementos que a priori pudieran parecer desechables (tras vendimias, podas en verde, etc.). Como nuevos retos en el departamento de I+D+i, Eva apunta a la industria vitivinícola 4.0 y la integración progresiva de las TIC en todos los procesos de elaboración: desde el campo hasta la trazabilidad de nuestros vinos.
Innovación desde la tradición
Pago de Carraovejas trabaja viejos viñedos prefiloxéricos de entre 100 y 200 años. Estamos al noroeste de la provincia de Segovia, en el entorno de los municipios de Nieva y atravesado por el trasiego de las merinas en época de trashumancia. La arenisca aisló de la plaga letal del XIX a esta zona y preservó un viñedo cuya uva Verdejo es de máxima calidad.
A partir de aquí el equipo de Eva ha cimentado la conservación del viñedo de Ossian. Enfoca sus investigaciones en los diferentes suelos, pizarra, arcilla o canto rodado en las terrazas que lo delimitan el viñedo de Ossian, además de las condiciones climáticas de su entorno. El manejo es en ecológico, como no podría ser de otra manera. “Estamos en secano”. Indica Eva.
Ossian Vides y Vinos ha instalado una cámara de frío para el previo paso de la uva, antes del paso por la mesa de selección para respetar el potencial aromático y enológico de la variedad a través de fermentaciones a muy baja temperatura y muy lentas. Además, ha empezado a trabajar con barricas de 600 litros. Sus vinos salen al mercado con el sello de calidad de los Vinos de la Tierra de Castilla y León.