La integradora de porcino de capa blanco e ibérico desarrolla un modelo de negocio fundamentado en varios puntos fuertes: Granjas de última generación, férreo cumplimiento de la normativa en sanidad y bienestar animal, bioseguridad, trazabilidad y seguridad alimentaria, además del compromiso medioambiental en la gestión sostenible de purines y la eficiencia energética. La explotación de Cubo de la Solana es un exponente de sus granjas, que de manera exclusiva ha visitado Innovagri, de la mano de Julián Redondo, gerente de ICPOR, y Paulo J. Rodríguez, encargado adjunto de la granja soriana.
CÉSAR MARCOS. Redacción
Acercándose desde Almazán (Soria), la granja se camufla entre ocres y verdes que configuran el paisaje que circunda el río Duero. Los colores de las instalaciones de la explotación de 2.685 madres y selección genética en Cubo de la Solana se acomodan al entorno. Solo es la primera impresión del “compromiso medioambiental que cumplimos a rajatabla en cada granja que promovemos en Castilla-La Mancha y Castilla y León”, explica Julián Redondo, gerente de ICPOR.
Cuenca, Salamanca y Soria son los tres núcleos importantes de producción de la “integradora porcina de cría y engorde de cerdo de capa blanca e ibérico, con una facturación de 77 millones de euros (2017) y que emplea a 200 personas, entre empleos directos e indirectos. Nuestra gestión independiente responde a la actual demanda de carne y derivados del porcino, producidos de forma sostenible, 100% controlados y con los máximos estándares de calidad”, añade. Dos accionistas del grupo son Incarlopsa y Copiso.
Ubicación estudiada y contrastada
Por normativa, entre una granja porcina y el núcleo más próximo de población ha de haber una distancia de un kilómetro. “La explotación de Cuba de la Solana está a 1,7 km”, interviene el encargado adjunto de la granja, Paulo J. Rodríguez, mientras pasamos cada una de las rutinas obligatorias de acceso y movimientos dentro de las instalaciones. “Son las estrictas medidas de bioseguridad que aseguran la óptima sanidad y bienestar de los animales”, comenta Paulo.
Una vez dentro, se define claramente a través de amplios pasillos las zonas de la explotación, en la que trabajan 60 personas de modo directo e indirecto. Por un lado, está el área de producción de cerdas reproductoras –“no se traen de fuera, se seleccionan de las nacidas en la propia granja”, matiza Julián; a continuación, áreas de primerizas. Luego, la zona de cubrición y control, donde permanecen 28 días hasta pasar al área de gestación confirmada. Allí, residen otros 80 días hasta la semana antes del parto. Este es un momento crítico de la producción. La madre tiene que tomar suficiente pienso para producir leche. La tasa de partos está en 91 de promedio. En esta granja se producen 80.000 lechones al año, a razón de 1.800 a la semana. En primerizas, la producción de lechones está por encima de 31, pero es que la granja lleva poco tiempo en funcionamiento.
“En la paridera, están 25 días los lechones hasta alcanzar los 6 kg para trasladarlos al área de destete, donde conseguir un peso de 20 kg”, cuenta el gerente de Icpor. La granja de Cuba de la Solana cubre las dos primeras fases de la producción de lechones. La tercera ocurre en otras granjas integradas por Icpor. La genética PIC, una de las más avanzadas del mundo, es la que utilizan.
La bioseguridad, garante de la sanidad y el bienestar
De la explotación de Soria, parten los cerdos en transporte con las exhaustivas medidas de bienestar animal que rigen en la Unión Europea (UE). “En bienestar animal, estamos por encima de lo determina la normativa. Al final, redunda en la calidad del producto”, subraya Julián. A lo largo de la visita, fuimos testigos que a las madres se les conceden espacios que favorecen el descanso y su comodidad en cada fase de la producción. Y esto se añade zonas de baño. En verano, se les refresca de forma automática desde boquillas para chorros de agua pulverizados.
El sistema de ventilación forzada es también un avance tecnológico importante, del que se benefician los animales. “Lo componen ventiladores de elevada eficiencia para ahorrar bastante energía, sobre todo, en invierno, cuando los ventiladores están funcionando entre el 5%-20%”, afirma Paulo. La eficiencia energética parte desde la misma fuente que se ha elegido: “una caldera de biomasa 100% sostenible de 500 kW”, agrega. La ventaja de ese tipo de ventilación es que en el interior de la granja no se aprecia apenas el olor de las deyecciones de los cerdos y en el exterior, nada.
En sanidad animal, asegura que hay un control permanente de los animales. “Estamos adscritos al Plan Voluntario de reducción del uso de antibióticos, por ejemplo empleamos aditivos; además, eliminamos antibióticos de último recurso como la colistina. Pero sobre todo en este aspecto, reforzamos el uso vacunal y somos inflexibles en lo que se llama la policía sanitaria: las medidas de bioseguridad”, sigue explicando. Aquí interviene la domótica: desde el control permanente de las instalaciones por cámaras, controles biométricos de acceso mediante huella digital hasta restricción de acceso a vehículos y personas. “A pesar de que sea más costoso, empleamos la incineración para la eliminación de los cadáveres. Es más seguro”, asegura Julián Redondo.
Alimentación, punto clave
“Fue único en España y pionero en Europa cuando se instaló el sistema de alimentación Spotmix enla granja”, relata el gerente de ICPOR. Esta explotación se puso en marcha hace un año y medio. Este sistema optimiza todos los parámetros nutricionales de la ración alimenticia de cada cerdo, con lo que se aprovecha al máximo de todos los nutrientes como nitrógeno y fósforo. La distribución del pienso es individualizada y controlada por chip informático. El animal come solo y su frecuencia según se ha programado, mediante un chip. Se registra lo que come y se analiza vía un sistema de trazabilidad.Las raciones de pienso son secas durante el transporte para evitar contaminaciones y fermentaciones, pero en el comedero se mezcla con agua. La granja tiene su propia planta de tratamiento de agua.
¿Qué se consigue con todo esto? “Dos cosas”, prosigue Julián: “abaratar la alimentación y algo más importante, que los nutrientes sean aprovechados por el animal. Excreta menos y el nivel de fósforo y nitrógeno en los purines es también menor”. Se prima que la materia prima de la alimentación de los animales provenga de productores locales. “Estamos comprometidos con la economía de proximidad. La puesta en marcha de la granja ha aportado entre 2,2 M€-2,5 M€ a empresas de la zona, de una inversión total de 6,3 M€. Al año, calculamos que generamos unos recursos económicos para el pueblo de 650.000 €. Por otro lado, aportamos estabilidad al ganadero, porque somos la única integradora que paga por un precio fijo por plaza y año, con independencia de las fluctuaciones del mercado. En menos de 30 días liquidamos con el ganadero”, manifiesta el gerente de ICPOR.
Economía circular del purín
“No solo generamos carne y derivados, también purín, un recurso valorizable”, indica Paulo J. Rodríguez, encargado adjunto de la granja de Cubo de la Solana. Allí, el purín se gestiona de forma sostenible, “sin filtraciones, se minimizan los olores, no se contaminan el suelo ni acuíferos”, asegura. En la parcela, se ubica una balsa de almacenamiento de hormigón de purín, con capacidad para al menos de seis meses, el doble que lo que determina la legislación. “Se busca capacidad de gestión”, señala Julián Redondo.
También los responsables de la granja están inmersos en la inyección de purines en los suelos agrícolas como abono líquido o sólido, según la nueva normativa de gestión sostenible de purines. “Adecuamos la aplicación del purín a los tiempos reales de las siembras. Para una correcta gestión, analizamos la composición de la deyección y de la parcela”, concluye Paulo. Tanto uno como otro manifiestan su interés con que el desarrollo de su actividad sea sostenible a largo plazo y su gestión del purín lo refrenda.