Las experiencias pioneras llevadas a cabo por algunos agricultores del Poniente almeriense para recoger el agua de lluvia que se precipita sobre las cubiertas de sus invernaderos ha inspirado una ambiciosa iniciativa de la que no existen precedentes en nuestro país.
Armando García. Periodista
El Ayuntamiento de El Ejido ultima la elaboración de la que será la primera ordenanza municipal en España que obligará a recoger las aguas pluviales en las explotaciones agrícolas. La ordenanza se aplicará a las 12.900 hectáreas de invernaderos que existen en este municipio, que concentra el 42% de la superficie provincial de agricultura bajo plástico.
El concejal ejidense de Agricultura, Manuel Gómez Galera, tiene muy claro que imponer la recogida de aguas pluviales cumple dos objetivos muy beneficiosos para los agricultores, ya que “evita las escorrentías que provocan graves daños durante las tormentas ocasionales que se registran en la zona en determinadas épocas del año y, en segundo lugar, se consiguen unas reservas de agua con gran calidad que pueden incorporarse al riego de la finca o pueden servir para la recarga de los acuíferos”.
Según los cálculos realizados por los técnicos municipales, una hectárea de invernadero puede recoger 100.000 litros de agua tras unas precipitaciones de 10 litros por metro cuadrado. Tras evaluar la capacidad de filtración de los suelos predominantes en la zona, el Ayuntamiento de El Ejido ha decidido que será obligatorio realizar ciertas modificaciones técnicas para que cada uno de los invernaderos existentes en el municipio sea capaz de recoger, al menos, 35 litros por metro cuadrado.
Para conseguirlo, los agricultores deberán instalar canalillas interiores que vayan
conduciendo el agua de lluvia desde la cubierta a varias tuberías de evacuación colocadas alrededor del invernadero. Por gravedad, el agua evacuada por las tuberías llegará a través de unos colectores hasta el sistema de aprovechamiento que haya elegido cada agricultor. Será obligatorio conducir el agua de lluvia hasta una balsa para su posterior aprovechamiento en riego o, en su caso, construir las infraestructuras necesarias para que la recogida de pluviales tenga como destino la recuperación de los acuíferos de la zona, oficialmente sobreexplotados desde hace muchos años.
Las modificaciones de obligado cumplimiento serán financiadas por los agricultores. En principio, se calcula que la inversión mínima por hectárea rondará los 1.500 euros y habrá un plazo de dos años para llevar a cabo las adaptaciones que sean necesarias. El ayuntamiento ejidense ofrecerá asesoramiento técnico y la dirección de obra en los proyectos de adaptación colectiva que promuevan grupos de agricultores, que en esos casos sólo tendrán que financiar el 80% del coste.
Pioneros
Algunos agricultores de El Ejido ya han adoptado estas medidas, fundamentalmente con el objetivo de mantener a salvo la estructura del invernadero de los daños ocasionados por las tormentas, que habitualmente suelen provocar serios destrozos en los muros y también anegaciones parciales o totales de la superficie de cultivo que no suelen estar cubiertas por los seguros.
A esto hay que añadir los desperfectos que las lluvias torrenciales suelen provocar en los caminos y vías de servicio, que pueden quedar inutilizadas durante varios días. “Aquí no llueve casi nunca, pero cuando lo hace es una lluvia repentina y torrencial, que trae al campo más daños que beneficios”, explica Emilio Sánchez, un productor especializado en pimiento California que ha decidido ponerse manos a la obra sin escatimar ni esfuerzo ni dinero con la intención de salvaguardar sus estructuras de producción y, al mismo tiempo, rebajar sus costes anuales en agua de riego.
Emilio, todo un veterano en la producción intensiva bajo plástico, está construyendo
durante estos primeros días del año un foso de filtrado en una de sus fincas. El foso, con una profundidad de 4 metros, sirve como primera línea de defensa y tiene la misión de evacuar agua hacia el subsuelo con rapidez y evitar la formación de torrentes que discurran libremente por los caminos cercanos. En el fondo del foso hay varios pozos con 40 metros de profundidad cada uno de ellos que recogen el agua una vez decantada y la inyectan directamente al acuífero.
La decisión de construir el sistema de filtrado para recarga del acuífero ha venido determinada, fundamentalmente, por la ubicación de la finca, en un área especialmente castigada por las lluvias torrenciales debido a su gran pendiente. En otra de sus fincas, ha preferido canalizar el agua de lluvia hacia la balsa de riego. Esto le permite conseguir un aporte extra de agua, tanto si se registran precipitaciones como si no, debido a que las tuberías de evacuación también recogen el agua generada por condensación.
Participación de la industria auxiliar
No es fácil elaborar una ordenanza municipal que obliga a adaptar las estructuras de miles de hectáreas de invernaderos y que también obliga a que los agricultores se pongan de acuerdo entre ellos para acometer los cambios de forma colectiva siempre que sea posible.
“El Ejido es la cuna de la agricultura intensiva y somos un ejemplo de uso intensivo del suelo. Cada metro de terreno se intenta aprovechar para cultivar, a veces sin tener en cuenta las consecuencias negativas y sin tener los mismos criterios de actuación; por eso, no hemos querido demorar más la ordenación integral que tanto necesitaba nuestro campo y estamos trabajando en una ordenanza que además de obligar a recoger las aguas de lluvia también pretende planificar mejor la recogida de residuos, entre otros aspectos”, explica el concejal ejidense de Agricultura.
Para conseguir que la ordenanza municipal de recogida de pluviales esté consensuada con todas las partes implicadas, desde el Ayuntamiento de El Ejido se busca la máxima participación. Organizaciones agrarias y empresas de la industria auxiliar de la agricultura, especialmente las que se dedican a la construcción de invernaderos, ya han podido opinar y realizar aportaciones al borrador inicial, que sigue en fase de consulta.
Por primera vez, los ingenieros técnicos agrícolas y los ingenieros agrónomos también participan de forma activa en el diseño de la ordenanza. “Tenemos previsto que entre en vigor antes del próximo verano, y para entonces queremos conseguir que el contenido refleje las necesidades reales de nuestro campo para que sea una norma viable y asumible por todas las partes”, añade Manuel Gómez, quien recuerda que la ordenanza irá acompañada por un régimen sancionador.
La participación de la industria auxiliar en la redacción de la nueva ordenanza es decisiva para garantizar que los criterios técnicos para llevar a cabo las adaptaciones necesarias se estandaricen. Ya se habla, incluso, de que la nueva ordenanza municipal va a provocar en muy poco tiempo el diseño de un nuevo tipo de invernadero que incorpore de serie el equipamiento técnico necesario para la recogida de pluviales. No es descabellado pensar que esa nueva generación de invernadero que es fruto de la iniciativa ejidense se extienda por el resto de la provincia, que es de las más áridas de España y que sufre una sequía permanente.
Actualmente, el agua de riego que consume la agricultura intensiva de Almería procede de la desalación y, en menor medida, de los trasvases y la reutilización de aguas depuradas. En la mayoría de los casos, los pozos se han secado o salinizado y en algunas comarcas productoras de la provincia el agricultor almeriense se ve obligado a pagar el agua de riego más cara de España, con precios por encima de 0,55 euros por metro cúbico en el caso de agua procedente de una planta desaladora. Con esta situación, no es de extrañar que se agudice el ingenio y se busque la forma de aprovechar el agua de lluvia, a pesar de que Almería padece una de las pluviometrías más bajas de España y de Europa.