El cerezo es uno de los cultivos predominantes en el norte de Extremadura. La comarca del Valle del Jerte, en Cáceres, destaca porque en ella se cultivan más de cien variedades de cereza. De todas, solo cinco variedades autóctonas cuentan con el sello de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Cereza del Jerte con un potencial de producción entorno a ocho millones y medio de kilogramos.
Elena Martín Seseña. Redacción.
La Denominación de Origen Protegida (DOP) Cereza del Jerte reconoce bajo su sello a las cerezas del Jerte de la variedad Navalinda y las picotas del Jerte de las cuales existen cuatro variedades (Ambrunés, Pico Colorado, Pico Negro y Pico Limón Negro), siendo la Ambrunés la que representa más volumen de producción y mayor interés comercial.
La picota del Jerte tiene unas características totalmente diferentes a la cereza del Jerte. La picota es una cereza más pequeña, más crujiente, más sabrosa, más oscura de color (piel) y se recolecta sin pedúnculo, quedándose este prendido del cerezo en la recolección y dejando el orificio de unión con el fruto perfectamente sellado.
Ignacio Montero es agricultor de cereza Navalinda y picota Ambrunés y, también, presidente de una cooperativa de primer grado, Cooperativa del Campo San Miguel. Además, desde 2015-2019 fue presidente del Consejo Regulador de la DOP Cereza del Jerte, por lo que conoce la importancia del cultivo a nivel global.
“La picota representa un 30% de la producción potencial entre cerezas y picotas del Valle del Jerte y de las zonas aledañas, por lo que este cultivo es un motor muy importante para la zona norte de Extremadura”, ha apuntado Montero añadiendo que este producto es atractivo para cualquier distribuidor porque no se puede producir en otro sitio con la misma calidad, la cual se consigue gracias a unos factores edafoclimáticos característicos de la zona, como son el microclima típico de valle y un suelo de los más fértiles de España.
El Valle del Jerte tiene un clima mediterráneo con influencia oceánica. Esta zona se caracteriza por tener inviernos lluviosos y muy fríos, y veranos con altas temperaturas y escasas precipitaciones. La orografía influye en estos aspectos con precipitaciones entre 800 y 1.500 mm y temperaturas medias de 13ºC (Fuente: Agrupación de Cooperativas del Valle del Jerte).
“El cambio climático ya se está notando, cada vez llueve menos y hace más calor, un factor que condiciona el cultivo de la picota ya que, para tener mejor cosecha, los árboles necesitan un reposo mínimo de horas frío a partir del mes de noviembre. De esta forma, cuantas más horas frío acumulen mejores expectativas de cosecha tendrán. Además, cuantas más reservas de agua tiene el suelo, mayor calibre van a tener las picotas”, ha explicado Montero.
Cultivando Ambrunés
Su finca se compone de cuatro hectáreas de picota Ambrunés y también tiene un número residual de árboles de Pico Negro (pero insignificante). La extensión está muy por encima de la media de las explotaciones que hay en el Valle del Jerte, que destaca por estar formada por minifundios.
El marco de plantación de la picota es de 6×5 m2, con un total de 120 árboles por hectárea. “Cualquier plantación que se hiciera con un marco menor, estaría produciendo con mucha sombra y el agricultor acabaría teniendo pérdidas por sombreo, porque son arboles muy vigorosos que necesitan mucha luz”, ha apuntado Montero.
Por otro lado, en su explotación la variedad Ambrunés representa en torno al 20% del total de su producción (30.000 kg), entre 4.000 y 5.000 kg de picota. La variedad Ambrunés es una de las últimas variedades en recolectarse porque se produce en las zonas más altas del valle, es decir, que su fecha de maduración va a ser de las más tardías que se recolectan en el Valle del Jerte. Se comienza a recolectar a partir del 20 de junio y se alarga hasta mediados de agosto en años de buena producción.
Además, esta variedad destaca porque es la única que permite el almacenamiento en cámaras frigoríficas, lo que aumenta su vida útil, conservando las mismas condiciones de firmeza, sabor y apariencia hasta 15-20 días después de su recolección, “lo que nos permite jugar con los volúmenes de kilos para alargar la campaña y sacarla a mejores precios”, ha afirmado el agricultor.
Los calibres de picota están entre 21 mm (primera calidad) y 28 mm (máxima calidad – extra). “Por encima de este calibre es muy raro que se encuentren picotas originarias del Jerte”, ha subrayado Montero explicando que a veces se pueden ver ‘cerezas desrrabadas’ con unos calibres más grandes que no corresponden con el tamaño original y más pequeño de la propia picota del Jerte, pero que se comercializan como tales.
“Otra cosa que le da un plus de sabor y crujiente es que en esta zona producimos en semisecano, tampoco utilizamos la fertirrigación para engordar el fruto y recolectamos a mano, por lo que podemos decir que es un producto artesano y sostenible”, ha destacado Montero. La recolección de la picota del Jerte no es mecanizable, siendo la mano de obra en esta etapa y en el acondicionamiento de los arboles (poda y mantenimiento) uno de los costes más importantes para el agricultor.
El Valle del Jerte es una de las zonas más fértiles de España. En la explotación de Ignacio, aunque se podría producir sin hacer ningún aporte de nutrientes, hacen un abonado de fond
o para mantener equilibrado el suelo. Además, de cara a la floración en primavera, hacen tratamientos preventivos con fungicidas para evitar los hongos por las condiciones de humedad que se pueden dar en la zona y mantener los árboles completamente sanos.
Acciones de adaptación del cultivo al cambio climático
La situación actual de cambio climático está llevando a muchos agricultores a apostar por otras variedades diferentes a la Ambrunés por sus exigencias en horas/frío para conseguir producciones estables. Por lo que, ya hay organismos de investigación inmersos en programas de mejora vegetal de esta variedad, delos cuales se esperan conclusiones esperanzadoras.
En cuanto a campo, un número importante de agricultores están abandonando los herbicidas: “Lo que se estamos haciendo ahora es desbrozar la cubierta vegetal y evitar el impacto de herbicidas en el suelo”, ha destacado Montero.
Por otro lado, también hay proyectos de investigación de ahorro de agua. En el Valle del Jerte solo se hacen riegos de mantenimiento con las comunidades de regantes y a través del sistema de riego por goteo. Aun así, se están realizando trabajos como el de Elena Nieto, investigadora del Cicytex, para “Optimización de las estrategias de riego y fertilización para la sostenibilidad del cultivo del cerezo en el Valle del Jerte”, además de otros trabajos como el proyecto del Plan Regional de Investigación “Optimización de las prácticas agronómicas para la gestión sostenible del cerezo en condiciones de montaña” (2017-2020), sobre el uso de tecnología para la gestión eficiente de las explotaciones en esta zona, que ha finalizado con la integración de buenas prácticas al cultivo (Ver artículo aparte. Martin, R.; Alarcón, M.V.; Nieto, E.; Millán, S.; Márquez, E.; Campillo, C. (2020). Evaluación de sensores de turgencia de hoja para determinación de estado hídrico en el cultivo del cerezo. Vida Rural. 15 junio, pp: 50-57).
Campaña 2020 -2021
Según Ignacio, este año se espera registrar una campaña importante de picota del Jerte en cuanto a volumen de producción, con una calidad excelente porque se han dado todas las condiciones que requiere el cultivo.
“Ha sido un año con bastantes horas de frío y altas precipitaciones, lo que se ha traducido en un buen cuajado del fruto. Ahora mismo, los arboles están con una producción casi récord”, ha afirmado el agricultor.
Entre un 60-70% de la picota del Jerte que se produce se comercializa fuera de España siendo Europa la principal zona de comercialización, en concreto, en dos países: Reino Unido y Alemania. La otra cantidad se distribuye en el mercado nacional y va directamente a grandes superficies.