El cultivo del almendro ha supuesto una revolución en el campo español. Murcia, en concreto, ha sido una de las regiones que más superficie ha dedicado a la implantación del cultivo de frutos secos, destinando casi 74.000 ha a ello, 72.000 de las cuales están ocupadas por almendros.
Frusemur es una cooperativa que nació en 1994 precisamente para aunar a todos esos agricultores de la zona que estaban apostando por el cultivo del almendro. De los 396 agricultores con los que comenzaron su andadura hace 23 años, ahora ya suman casi 1.300. En 1998 decidieron apostar complementariamente por el olivar, de manera que en el año 2000 abrirían las puertas de su propia almazara.
“El almendro es un cultivo que en los últimos años se ha modernizado y en el que se han ido seleccionado muchas variedades nuevas”, explica Pedro Fernández, director técnico de la sociedad cooperativa Frusemur. Fernández cuenta que este año algunas de las explotaciones asociadas a Frusemur están experimentando un proceso de transformación a variedades de floración más tardía y con menos problemas de polinización al ser variedades autofértiles. Trabajan, en total, con unas 10 ó 12 variedades distintas en las aproximadamente 7.000 ha de almendro de los más de 1.200 agricultores con los que colaboran.
Teniendo en cuenta esta transformación, que abarca aproximadamente el 40% de la superficie trabajada, y que por tanto hay una parte de este terreno cuya producción es prácticamente nula, el rendimiento en almendro que ahora mismo están registrando se sitúa en una media de 300 kg/ha.
Frusemur ofrece a sus agricultores toda la información necesaria sobre su plantación, desde las variedades que más se adaptan a sus explotaciones hasta nuevas técnicas de cultivo. Además, da a sus socios asesoramiento burocrático. “La edad media de un agricultor en España suele ser bastante elevada, con lo cual se ve bastante limitado a la hora de llevar a cabo tramitaciones de ayudas ante las administraciones o temas legales, por ejemplo. Nosotros también le ofrecemos ayuda en este sentido, dándole todas las facilidades posibles”, explica Fernández.
Otro de los campos en los que Frusemur trabaja es en la concentración de toda la producción de sus socios, haciendo que salga al mercado de forma más concentrada y estableciendo acuerdos con otras entidades para ir abasteciendo al mercado de manera constante y lo más escalonada posible, sobre todo en el marco nacional.
Control de plagas por varias vías
Al almendro le afectan distintas plagas y enfermedades, que pueden ir desde el gusano cabezudo, que es la más devastadora porque seca plantaciones enteras, hasta el pulgón, el piojo asiático o la mancha ocre, entre otras.
Para controlar y combatir estas plagas, uno de los principales problemas en el cultivo del almendro, recurren normalmente a fitosanitarios, aunque cada vez se convierte en una tarea más compleja. Según cuenta Pedro Fernández “algunas plagas son difíciles de controlar al tratarse de insectos de cierto tamaño. Con la reducción que se tiende a hacer de productos fitosanitarios, las plagas que mejor se pueden controlar son las de insectos pequeños. Cuando superan un cierto tamaño, es más complicado encontrar el fitosanitario óptimo debido a la reducción de estos productos que se está llevando a cabo”.
El director técnico de Frusemur cuenta también que algunas enfermedades y plagas acceden a la planta a través de las raíces, lo que también complica el acceso a las mismas para erradicarlas. En este caso, si la plantación cuenta con un sistema de fertirrigación, el problema podría tratarse a través de este sistema.
Sin embargo, la mayoría de las plantaciones aún se sustentan en el secano, con lo que en ese caso el control de plagas y enfermedades se hace aún más complicado. Aún así, al menos tres veces al año los técnicos de Frusemur realizan comunicados a sus socios agricultores para informarles de los métodos de lucha que mejor se adapten a su tipo de cultivo, ya sea de forma convencional o ecológica.
I+D para seguir ampliando el cultivo de la almendra
En Frusemur saben que para continuar cultivando almendros y que estas plantaciones sean rentables, la innovación y el desarrollo en esta actividad son imprescindibles. Es por ello que cuentan con tres parcelas de ensayo para los tres climas diferenciados que se dan en la zona de Murcia: uno de carácter más mediterráneo, otro de interior y otro a alturas más elevadas.
De esta manera, junto a la Consejería de Agricultura de la Región de Murcia estudian los patrones o las variedades que mejor se adaptan a la zona donde se sitúa cada parcela, así como realizan un seguimiento de las plagas que más amenazan a las plantaciones para ir probando tratamientos efectivos.
El almendro fuera de su zona de producción
Además, el cultivo del almendro se está extendiendo fuera de sus zonas de producción habituales, como Toledo y Soria. Aquí hace presencia otro de los grandes problemas de estas plantaciones: su baja resistencia a las heladas. “En zonas como estas temperaturas bajo cero son lo más normal del mundo”, manifiesta Fernández, quien asegura que no ve la viabilidad de este tipo de cultivos en zonas frías a medio plazo.
“La flor puede aguantar a dos grados bajo cero una hora, no más. No obstante, habrá que ver cuáles son los resultados de las variedades que se están experimentando allí, ya que este año muchas zonas del centro ya están teniendo producción de almendra, pero en la práctica no resulta demasiado rentable”.
Para Pedro Fernández, optar por un cultivo protegido en zonas con riesgo de heladas tampoco supone una solución, al menos a corto plazo. “Meter el cultivo en un invernadero eleva mucho los gastos, más si tenemos en cuenta que una vez pasado el riesgo de helada, la planta lo que quiere es sol, agua y ventilación. Quizá podría ser la solución, pero no al valor que ahora mismo tiene el producto final”, asevera.
El aceite como diversificación del mercado
Si bien es cierto que la estacionalidad de los almendros limitaban un poco el negocio de esta cooperativa, en 1998 decidieron ampliar sus socios hacia el mundo olivarero, aunque a menor escala de trabajo que con la almendra.
En total son unas 600 ha de las variedades picual y arbequina las que manejan, cuyo fruto va a parar a la almazara que inauguraron en el año 2000 y donde molturan aceite a pequeña escala, sobre todo orientado a la salida “a nivel familiar”.
Es en este sentido también en el que seguirán su línea de crecimiento, además de con nuevas plantaciones de almendro. Este mismo año han estrenado una segunda línea de molturado y su próximo proyecto es instalar en la misma almazara una línea de envasado para que el aceite salga listo directamente desde sus instalaciones.