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Finca Bizcarra optimiza sus recursos gracias a la agricultura de precisión

Finca Bizcarra optimiza sus recursos gracias a la agricultura de precisión

Finca Bizcarra es una explotación familiar de 300 hectáreas, ubicada en la localidad de Selgua, en el término municipal de Monzón, en Huesca. Destaca por llevar a cabo un modelo de gestión basado en la adquisición de información para la aplicación de la agricultura de precisión. Una práctica que ha sido galardonada con el Premio Excelencia FIMA 2020.

Elena Martín Seseña. Redacción

Con las herramientas de precisión que ha incluido en su agricultura, Finca Bizcarra ha conseguido maximizar la rentabilidad de sus parcelas, promoviendo a su vez el respeto medioambiental. Esta finca es un claro ejemplo de empresa innovadora que busca, mediante su gestión, aportar elementos específicos que tengan impacto positivo en el entorno.

José Ramón Acín, ingeniero técnico y agricultor al frente de Finca Bizcarra, destaca que el buen hacer y la actitud innovadora de la empresa se fundamenta en años de experiencia. Y es que, ya en la década de los 70, mientras que los agricultores de aquella época seguían nivelando y regando por inundación, su padre ponía en marcha el riego por aspersión en una gran superficie de la finca.

“Aunque este sistema en la actualidad está completamente obsoleto, en aquel momento era muy novedoso y funcionaba bien ya que, según los resultados obtenidos, gastábamos menos de la mitad de recursos hídricos que cualquier otro agricultor”, apunta Ramón haciendo hincapié en que es fundamental adaptarse a los cambios del sector.

 

Cambio de paradigma: modernización de las prácticas de cultivo

En Finca Bizcarra empezaron invirtiendo en la modernización del sistema de riegos, pero a diferencia de otros agricultores, ellos fueron más allá. En 2007, el equipo se dio cuenta del potencial que tenían las herramientas de precisión en la agricultura. “Empezamos a utilizar teledetección porque nos ayudaba a tomar decisiones respaldadas por datos reales y precisos que favorecían la rentabilidad de la empresa”, afirma Ramón.

El objetivo de Finca Bizcarra no es tanto obtener grandes producciones como el de optimizar recursos, aportando a cada zona lo que necesita. “Hemos tenido campos de los que hemos alcanzado casi 20.000 kg/ha de maíz (cultivo estrella de Huesca), pero los mejores resultados han salido con producciones más discretas de 16.500 kg/ha”, apunta Ramón.

En la actualidad, están más centrados en los cultivos extensivos como el maíz, guisante (para congelado), alfalfa, semillas de girasol, raigrás, cebada (para maltería) y, en algunas ocasiones, multiplican trigo. “Buscamos cultivos, dentro de los extensivos, que nos aporten más valor pero hemos hecho de todo, incluidos hortícolas y frutales”, explica el técnico.

 

Métodos de ahorro: dosificación variable

Hasta que pudieron invertir en herramientas de agricultura de precisión, como la teledetección, el equipo de Finca Bizcarra trabajaba con análisis de suelo convencionales.

“Antes, para regar, sembrar o abonar, no precisábamos tanto las dosis por parcelas, por lo que, unas veces echábamos de más y otras veces de menos. Tampoco sabíamos con exactitud si las aportaciones que hacíamos eran suficientes o no”, apunta Ramón, afirmando que antes no invertían tanto tiempo en estudiar las parcelas como lo hacen ahora.

Y añade como ejemplo, que ocurre igual en la siembra. “En la actualidad, a la hora de sembrar cereal en una superficie con suelo que tiene más porcentaje de grava, sabemos que hay que aplicar una dosis de semillas más alta porque hay un alto porcentaje que se perderá y hay menos ahijado, antes quizá no conocíamos estos datos”, apunta el técnico.

Mediante un mapa de conductividad eléctrica aparente del suelo, el equipo de Finca Bizcarra puede llegar a conocerlas propiedades, características y aptitudes que tiene cada parcela, y reducir las dosis tanto de agua como de fertilizantes y de semillas. De esta forma, establecen puntos de muestreo dirigidos y pueden segmentar la finca en dos sectores: zonas favorables y desfavorables.

La observación a través de imágenes aéreas o de satélite junto con la interpretación de estos datos a posteriori, les está permitiendo ajustar las dosis de insumos en función de la potencialidad del suelo, de los datos de cosecha de años anteriores y del vigor del cultivo. Para todo esto cuentan además con una sembradora de maíz, una de cereal, y una abonadora suspendida, todas ellas adaptadas a la dosificación variable.

En estos momentos, se aportan más insumos en aquellas partes de las parcelas en las que el cultivo tiene más potencial y menos cantidad en donde el cultivo está más limitado. Además, lo hacen de una forma equilibrada teniendo en cuenta los riesgos que puedan ocasionarse y ajustándose a lo que pueden permitirse. Esto se ha traducido en una reducción del consumo de fertilizantes y agua en los últimos tres años, del 6,2% y 15% respectivamente.

“Los abonados que hacemos en la finca y, en general, la aplicación de insumos, se fundamenta en la información que recogemos de diversas fuentes. Un ingeniero sabe muy bien lo que quiere en el campo, pero tiene que apoyarse en los nuevos métodos y las nuevas herramientas que facilitan la recogida de datos y la posterior valoración, para obtener soluciones agronómicas precisas y razonadas”, apunta Ramón.

“La mayoría de los agricultores tienen equipos con dosificación electrónica y, a su vez, también cuentan con la herramienta principal que es el GPS, el problema es que no saben manejar los datos para hacer las predicciones porque no es nada fácil“, afirma el ingeniero.

En este aspecto, el técnico destaca el importante papel que juegan las Administraciones Públicas para proporcionar conocimientos actualizados en transmisión de datos, organizar jornadas para compartir conocimientos, etc., y afirma que muchos centros de investigación como, por ejemplo, el CITA (Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón), están haciendo interesantes avances en el sector sin que lleguen con la suficiente efectividad al agricultor.

 

Rentabilidad de la agricultura de precisión

Aplicar estas técnicas no ha supuesto costes altos ya que, según explica Ramón, “nos cuesta menos que una pasada de un apero”. Desde que el equipo se diera cuenta de la importancia de estas herramientas de precisión, no apuesta por otra cosa ya que los resultados obtenidos hasta ahora han sido muy favorables.

Sin embargo, el técnico sí subraya lo que les ha costado desarrollar este modelo de gestión, algo de lo que ahora están orgullosos y por lo que han creado Agrarium, una empresa para el asesoramiento basado en su experiencia de éxito.

Para Finca Bizcarra haber ganado el premio Excelencia FIMA 2020 es un aval a su forma de trabajar. “Creemos que se ha premiado lo que no se ve de nuestra explotación, que es nuestra forma de gestión. Entendemos la agricultura con este modelo y creemos que permite hacer las cosas de una forma más razonable. Además, el reconocimiento es un estímulo para seguir trabajando en esta línea, e incluso, animando a otros agricultores a descubrirlo”, destaca Ramón.

El Premio Excelencia FIMA 2020, que otorga Feria Zaragoza y FIMA, reconoce el trabajo de empresas agrícolas que apuestan por la innovación y las nuevas tecnologías, poniendo el foco en la digitalización, la innovación, la sostenibilidad y la seguridad, entre otros aspectos que benefician al sector agroalimentario.