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El paso de secano a regadío en cultivos en siembra directa en Huesca

El paso de secano a regadío en cultivos en siembra directa en Huesca

Desde hace prácticamente cuatro décadas, Antonio Ramón López se dedica de lleno a la agricultura en su finca situada a unos 40 kilómetros de Huesca, donde cultiva principalmente maíz, del que consigue un rendimiento medio de 16 toneladas por hectárea, junto a algunos cereales de invierno, como cebada o trigo, y guisantes verdes.

Carmen Sánchez. Periodista.

“Desciendo de una familia de agricultores, por lo que siempre he sido muy afín al sector”, cuenta López, que se formó como ingeniero técnico agrícola para después hacerse cargo de la explotación familiar. Antonio Ramón explica que, además, “ha sufrido la transformación de secano a regadío”, sistema en el que lleva instalado unos 35 años.

De esta manera, entre cultivos de secano y de regadío, López tiene un total de 230 hectáreas cultivadas, de las cuales la mayoría (180 ha) son de regadío. “Éste es un terreno que en secano no tenía mucho valor, pero tiene un suelo muy bueno y se adaptó muy bien al regadío. Obteniendo producciones de maíz bastante altas”, explica.

Cultiva un maíz de ciclo 600-700, a una densidad de siembra de 95.000 plantas por hectárea. Por otra parte, la pluviometría en la zona ronda los 500 mm, por lo que es necesario abastecer estas plantaciones de agua a través de los sistemas de riego por aspersión y pívot.

Esta explotación se abastece de agua a través de un sistema de pívots.

Esta explotación se abastece de agua a través de un sistema de  aspersión y pívots.

Asimismo, el rendimiento medio de esta explotación de maíz se sitúa entre 15 y 16 toneladas, aunque “alguna vez incluso ha llegado a las 17”, cuenta. En cuanto al cereal, en conjunto, anualmente llega a producir unos 4.000 kg/ha en secano y unos 8.000 kg/ha de guisantes verdes.

En cuanto a la rentabilidad del maíz, López admite que los precios de venta han bajado mucho. “Lo que pasa es que aquí se da bien y sigue siendo rentable hacer maíz, quizás porque el suelo es más apto para un cultivo de verano que para uno de invierno”, argumenta.

De esta producción, el maíz lo destina tanto a consumo humano como a pienso. Los cereales como la cebada o el trigo los comercializa en el mercado del pienso, mientras que la producción de guisante la vende a industrias congeladoras para alimentación humana.

 

Plagas y enfermedades

En cuanto a las plagas y enfermedades, el ingeniero técnico agrícola cuenta que aplican sobre todo tratamientos preventivos. “Echamos un insecticida con la semilla en el maíz y luego si hace falta hacemos algún tratamiento de pulgón o mosquito”.

En estas acciones preventivas con las que busca no tener que realizar tratamientos curativos, incluye la siembra de maíz transgénico. “Hacemos bastante maíz transgénico para controlar el taladro”, una de las principales plagas del cultivo en nuestra zona.

Antonio Ramón López realiza siembra directa.

Antonio Ramón López realiza siembra directa.

La toma de decisiones en su caso se basa en los análisis que realiza periódicamente del suelo y de las plantas, ayudado por herramientas tecnológicas. Antonio Ramón López espera al momento óptimo de madurez y de humedad de los granos para realizar la cosecha, que depende del año y de las condiciones climáticas que se den en cada periodo.

Por otro lado, para la gestión de las malas hierbas confía en las evaluaciones que realizan “los técnicos con los que trabajamos, que nos recomiendan los herbicidas que más se ajustan a nuestras necesidades”.

Mínimo laboreo para aumentar la materia orgánica

Antonio Ramón López lleva a cabo una agricultura basada en el mínimo laboreo en la que los restos de la anterior cosecha quedan sobre el terreno para después ser envueltos en el suelo con un trabajo de mínimo laboreo para facilitar su incorporación como materia orgánica al suelo.

“Devolvemos bastantes fertilizantes a la tierra, lo que hace que aumente el nivel de materia orgánica”, argumenta. De esta manera, el nivel de materia orgánica en estas tierras, que en principio no daban mucho resultado, ha llegado a ascender hasta el 2,5.

 

Abonados basados en análisis del suelo

Diferencia entre un campo abonado con urea (izquierda) y otro con Activa.

Diferencia entre un campo abonado con urea (izq) y otro con Yara Mila Actyva (dcha).

En el ámbito de los fertilizantes, este agricultor aboga por los abonados complejos en dos pases. Para saber las dosis que deben emplearse en cada ocasión, Antonio Ramón se basa en análisis del suelo. “Primero hacemos un análisis del suelo y luego aplicamos el abonado en función a lo que dicen los resultados. Dependiendo de estos análisis y de lo que diga la tierra, vamos corrigiendo la manera de hacer”, expone.

Uno de los fertilizantes que más usa López es YaraVera Amidas, que le aporta gran concentración en nitrógeno y azufre a sus cultivos. “Es una buena combinación porque lleva azufre, un elemento que además tiene un de efecto fungicida”, explica.

El abono usado en la zona por prácticamente todos los agricultores es la urea. “La ventaja de usar Amidas es que hace a la planta más resistente frente al ataque de enfermedades que si aportas urea”, aclara el agricultor.

 

La importancia del nitrógeno en la emergencia del cultivo

Para cubrir la necesidad de nitrógeno de sus cultivos, Antonio Ramón López usa otro producto de Yara, YaraMila Actyva, para una sola aplicación en cereal. “Al principio, lo que quieres es un arranque instantáneo de la planta, que en esos momentos consume mucho nitrógeno”, afirma.

“Es un producto que se incorpora al suelo muy rápidamente y además se nota el efecto enseguida en el cereal después de aplicarlo”, cuenta. Antonio Ramón afirma que este elemento es muy interesante en el abonado para cultivos de siembra directa: “Los restos de paja que se dejan en el suelo de la cosecha anterior necesitan nitrógeno para que se convierta en materia orgánica, así que es interesante una buena aplicación de este producto nitrogenado una vez recogida la cosecha”, explica.

Este producto, además, “permite prescindir de una segunda cobertera”, añade el agricultor, y aumenta el ahijado en los cereales de invierno.

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En esta explotación, el rendimiento medio en maíz seco ronda las 16 t/ha, mientras que el cereal alcanza los 4.000 kg/ha en secano.

 

Campos de ensayo para mejorar los cultivos

Además de realizar varios tipos de análisis para mejorar el crecimiento y, por tanto, el rendimiento de sus cultivos, Antonio Ramón realiza en su parcela campos de ensayo de maíz con algunas empresas multinacionales como Yara.

Estos campos de ensayo constituyen un “plantel de variedades de diferentes ciclos. Cada pase de seis hileras de maíz lo plantamos por separado y a partir de estos vemos el rendimiento por variedades, las plantas caídas o las plagas que ha habido”, cuenta.

El objetivo de estos ensayos, exhaustivos y detallados, es ahondar en el conocimiento sobre cuáles son las variedades más productivas en la zona. A partir de estos ensayos, determinan, por ejemplo, el híbrido de maíz que más se adapta a la zona y con el que se puede obtener mayor rentabilidad. Un trabajo y una dedicación que, según cuenta el propio agricultor, “luego el campo te devuelve”.