A cinco kilómetros de la ciudad de Albacete se encuentra la histórica finca Dehesa de Los Llanos, cuyo inicio de actividad se remonta al siglo XIII y que incluso acogió la tradicional Feria de Albacete. En una extensión de 10.000 hectáreas, alberga cultivos que van desde el viñedo al olivar, pasando por cereales, ganadería y cinegética, todo ello procurando la máxima conservación del medio ambiente.
Carmen Sánchez. Periodista
Dehesa de Los Llanos se asienta en una zona árida, con suelos de base caliza con profundidad variable, y una orografía sensiblemente llana, “aunque al sur de la finca hay zonas que tienen pendientes notables”, explica Julián Illán,ingeniero agrónomo, director general de la Compañía. Asimismo, la zona cuenta con una climatología continental extrema. “Hemos llegado a ver máximas de 42ºC y mínimas de -24ºC”, afirma Illán.
En esta finca han optado por la diversificación de cultivos en una búsqueda incesante del margen de rentabilidad. De esta manera, entre sus cultivos se encuentran el viñedo, el olivar o el nogal, además de diversas plantas aromáticas que ponen el sello diferenciador a sus productos, así como maíz y trigo junto a hortícolas, adormidera, forrajeros o alfalfa.
Todos estos cultivos se dividen en secano y regadío. De las 3.500 ha dedicadas a secano, unas 1.200 ha son de trigo, 1.500 ha se barbechan y el resto se reparten entre cebada y avena. En regadío trabajan unas 1.500 hectáreas.
Un triple modelo de explotación bajo la premisa de la conservación
Dehesa de Los Llanos basa su modelo en tres tipos de explotación: agraria, ganadera y cinegética, todas ellas bajo la premisa de conservación del medio ambiente. “Intentamos que unas limiten a otras en beneficio del máximo rendimiento de la suma de las tres”, explican. Y es que la filosofía de esta casa es la de respetar el medio ambiente y mantener la dehesa en la que se encuentran, “absolutamente emblemática, una reliquia ecológica”.
“Creemos que el verdadero patrimonio de una finca con actividad agraria, acompañada de la ganadera, la cinegética y la agroindustrial, es la conservación del suelo”. Con esta idea llevan a cabo experimentos de métodos de control en la humedad del suelo, aumentar la eficacia en la aplicación del agua o pruebas de distintos fertilizantes de origen orgánico.
Con la combinación de estas tres actividades, Dehesa de Los Llanos busca la construcción de una marca de producto de calidad. De esta manera, a través de su actividad ganadera, elaboran queso de oveja a partir de la leche de su propia cabaña, y con la uva de sus viñedos elaboran vinos propios. “La ubicación para hacer queso manchego es inequívoca. En cuanto al vino aunque es el mismo escenario, los vinos manchegos no son los más prestigiosos, sí que están entre los mejores y creemos que es una obligación intentar hacer un producto que tenga un nombre propio”, argumenta Illán.
Este vino se elabora a partir de una colección de variedades mediterráneas. Las principales variedades que cultivan son Tempranillo, Graciano, Merlot, Syrah, Petit Verdot y Cabernet Sauvignon en tintos y Verdejo y Sauvignon Blanc en blancos.
La edad de estas plantaciones –distribuidas en un marco de plantación de 2,8×1,4 m- de viñedo ronda los 14 años. En cuanto a la repercusión de la edad de las plantas en el resultado final, Illán cree que “hay una serie de tabúes que tenemos que desechar. Uno de los mejores años que hemos tenido en nuestro vino es 2006, cuando más jóvenes eran estas plantaciones”.
Para mantener los cultivos, el abonado que realizan es en su mayoría orgánico. “El aprovechamiento del propio estiércol producido en ganadería es una de las integraciones de ese modelo agroganadero, cinegético y de conservación”, apunta.
La experiencia como la mejor forma de toma de decisiones
En el tema de plagas y enfermedades, las más usuales en viñedo son mildiu y botritis. “Para controlarlas usamos métodos absolutamente tradicionales: los fitosanitarios menos agresivos y más respetuosos con el medio”, cuenta Julián Illán. “El objetivo de la agricultura es dar de comer a la humanidad y hay que producir de manera eficaz y segura, con respeto al medio ambiente y dentro de la legalidad vigente, pero aprovechando las herramientas que la química pone a nuestra disposición”, argumenta. La misma filosofía es la que siguen en la finca en el tratamiento de las malas hierbas.
Para la toma de decisiones, el agrónomo asegura que se basan en la experiencia. “Permanente experimentamos con nuevos cultivos y variedades, pero tenemos nuestro propio histórico de lo que nos va bien y lo que nos va mal, aparte de lo que está haciendo el resto de la provincia, ya que nuestro entorno también define”, detalla.
Además, el vino elaborado en su propia bodega cuenta con un sello propio que distingue cada añada, aunque con factores comunes. De ello se ocupa la enóloga Laura Martínez, que permanentemente ensaya métodos de elaboración de sus vinos, producto de una mezcla de las variedades que cultivan. En esta experimentación entra, por ejemplo, la utilización de levaduras propias autóctonas seleccionadas obtenidas de la uva de cosecha propia.
Comercialización, la clave de la rentabilidad
La filosofía de ofrecer productos de calidad en el nicho gourmet influye mucho en la comercialización de los mismos. “Intentamos hacer un producto con el máximo valor añadido”, dice Julián Illán. Bajo esta premisa están todos sus cultivos. Aparte del vino, el queso o el aceite –sus productos clave-, el trigo que hacen se destina a la fabricación de harina. “Es mucho más especializado hacerlo destinado a harina que con destino a pienso”, explican.
Aunque los vinos no están catalogados bajo una Denominación de Origen, sí que se suscriben bajo una localización geográfica: Vinos de la Tierra de Castilla. “Decidimos acogernos a ella porque si no la otra opción era ser vino de mesa o Pago. Esta última opción nos la estamos planteando porque creemos que nuestro entorno tiene características propias”.
Para la venta de sus productos usan varios canales que dan un resultado bastante interesante. El principal es la tienda presencial, incluida en la misma finca, pero que tiene una limitación importante. En contraprestación a ésta, cuentan también con una tienda online desde la que reciben pedidos de distintos lugares. En cuanto la exportación, se encuentra en plena apertura hacia comercios de Europa y Estados Unidos.
La demanda de productos a menudo rebasa la oferta. “En el queso, por ejemplo, la demanda supera lo que somos capaces de fabricar”. Igual situación es la del vino, cuyos blancos se agotan antes de que puedan producir más. De esta manera, basan la rentabilidad en ofrecer un producto con identidad propia y que el éste llegue al consumidor con el máximo nivel de trazabilidad.