De planta silvestre a extensiones cultivadas. El árnica, una planta de flores amarillas perenne que puede llegar a medio metro de alta y florece en las montañas, empieza a cultivarse. Conocida por sus propiedades antiinflamatorias y antifúngicas es el cultivo estrella de Taüll Orgánics, una empresa de Taüll, en el Pirineo de Lleida.
Rosa Matas. Periodista
En el Pirineo, en los meses de junio y julio, algunas personas van a las montañas a buscar cabezuelas de Arnica montana, una flor utilizada hace años como antiinflamatorio. “Friegas de romero, árnica y aguardiente, fortalecen”, dice un refrán catalán. Anna Sirvent, ha aprovechado el recuerdo de los remedios naturales de las sabias mujeres del Pirineo para iniciar un proyecto en Taüll, un pueblo de clima seco, de altura y sin polución, en el que hace unos años plantó la primera finca de árnica cultivado en España. Con las flores elabora geles y cremas con propiedades antiinflamatorias.
“Viendo las posibilidades del territorio, es algo extraordinario cultivar flores y plantas en la alta montaña y hacer mejora de semillas en el mismo territorio”, asegura Ana Sirvent. Su empresa,Taüll Orgnànics, ha domesticado una planta silvestre que ahora cultiva con certificado del Consell Català de la Producció Agrària Ecològica (CCPAE), un proyecto en el que en sus inicios, contó con el apoyo del Centre Tecnològic Forestal de Catalunya y compartió investigacion con el Departamento de Farmacognosia de la Facultad de Farmacia de la Universitat Autònoma de Barcelona.
Cultiva dos hectáreas de flores, la mayor parte árnica, y está empezando a cultivar otras especies. “Hemos empezado a cultivar otras especies de alta montaña como pueda ser Edelweiss, la flor de las nieves. Somos los únicos en la Península Ibérica que tenemos cultivo y otra planta que es muy interesante para nosotros que es Rhodiola rosea. Lo que hacen sus raíces es equilibrar el cortisol, que es lo que se dispara con el estrés. Es espectacular”, afirma.
Un curso sobre el cultivo y la comercialización de plantes aromáticas Centre Tecnològic Forestal de Catalunya le dio a Anna Sirvent el último impulso para dejar Barcelona y trasladarse a la comarca de Alta Ribagorça. Comenzó a experimentar en 2004 y en 2010 recibió del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino el premio Excelencia a la Innovación para Mujeres Rurales.
“Empezamos con un campo a hacer el estudio agrícola del árnica. Ver cómo se tenía que plantar. Era un tipo de cultivo que nadie realizaba y uno de los pocos que se pueden hacer en el Pirineo y tiene valor”, recuerda la empresaria.
El manejo del árnica no es fácil. La recolección es manual, el hecho de que no todas las plantas florecen al mismo tiempo y las exigencias de la agricultura ecológica hacen que el cultivo precise de una experiencia de la que Ana Sirvent asegura que no se enseña en las escuelas.
En su página web, Taüll Organics explica que el nombre genérico de árnica proviene del griego, Ptarmikos, por su capacidad para hacer estornudar y la denominación montana corresponde a su hábitat natural, las montañas. Originaria de Europa central y meridional, también se puede encontrar en Asia y América del norte en las montañas y en suelos ácidos. En España se localiza árnica silvestre en la Cordillera Cantábrica en Galicia, además de en los Pirineos.
Pocas empresas
Roser Cristóbal, ingeniera agrónoma especialista en productos alternativos del bosque, asegura que sólo Taüll Orgánics y otra empresa del Ripollés cultivan árnica en el Pirineo catalán, a pesar de ser una planta, desde su punto de vista, muy rentable si se cultiva. “Tiene mucha demanda por el tirón de los laboratorios y porque ha bajado mucho la población natural”, afirma.
La experta en árnica y otras especies medicinales en Lleida asegura que para hacer recolección de una manera profesional faltan flores porque no hay abundancia de poblaciones que estén concentradas en un mismo sitio. “Al quedar pocas no sale a cuenta hacer recolección silvestre”, sostiene.
“En el área de productos secundarios del Centre Tecnològic Forestal de Catalunya estuvimos haciendo un trabajo durante dos años para conocer las poblaciones naturales que había en la zona de influencia del Parque Nacional de Aigüestortes (Lleida) con el objetivo de conocer si era factible la recolección y su aprovechamiento y la calidad del árnica.
Roser Cristóbal insiste en que al tratarse de una planta medicinal no solo se tiene que saber si hay o no suficiente cultivo. “Es conveniente conocer si la flor que hay tiene calidad suficiente y qué concentración de principios activos útiles tiene”, remarca.
A petición Taüll Organics su equipo participó en las primeras pruebas de cultivo de la especie para conocer cómo multiplicarla, fertilizarla o regarla y estar atentos a posibles enfermedades y plagas y tratamiento.
Ensayo en Andorra
El Centre Tecnològic Forestal de Catalunya también participó en un campo de ensayo para agricultores de Andorra. El árnica fue una de las especies que probaron en campos de demostración y experimentación de una cooperativa de productores. Finalmente, los andorranos no se animaron a cultivar plantas aromáticas o medicinales.
Roser Cristóbal insiste en que es un cultivo con futuro, aunque advierte que para que salga bien se necesita experiencia. “Hay mucha demanda, sobre todo de laboratorios extranjeros y de Barcelona que están haciendo sus composiciones importando de Alemania. Si hubiera más producción seguramente se la quedarían. Aquí es un cultivo totalmente nuevo, la gente que se pone se tiene que arriesgar un poco o hacerse con algún manual o buscar a alguien que le tutele la finca porque no es un cultivo al uso”.
Interés en Galicia
En Galicia, donde el cultivo silvestre se mantiene, también hay interés en sembrar árnica. Rosa Romero Franco, profesora de la Escuela Politécnica Superior de Lugo, ha trabajado en campos de ensayos y ha asesorado a varios agricultores que están planteándose la posibilidad de iniciarse en el negocio. Algunos de los proyectos podrían hacerse realidad el próximo año.
Por su experiencia en parcelas pequeñas, a quienes se quieren dedicar a cultivar árnica, Rosa Romero Franco les recomienda utilizar semilla genuina, recogida de las plantas silvestres. “Algunos agricultores sabemos que ya están recogiendo semilla de plantas de la montaña, es importante que sea de la zona para evitar contaminación genética”, afirma la profesora de la Escuela Politécnica Superior de Lugo.
“También es importante el control de las malas hierbas. Nosotros hemos comprobado que funciona bien la malla antihierbas y además dejar una distancia entre planta y planta de unos 30 centímetros”, concluye.