Más de 7.000 visitantes conocen cada año los entresijos de la agricultura intensiva de Almería gracias a la labor divulgativa que realiza Clisol Agro, una explotación agrícola ubicada en el corazón del mar de plástico de El Ejido que desde hace quince años se ha convertido en un peculiar escaparate para mostrar al mundo cómo se producen las frutas y hortalizas que se consumen a diario en toda Europa.
Por Armando García. Periodista.
Mediante visitas guiadas, niños y adultos tienen la oportunidad de conocer a fondo el funcionamiento de un invernadero y comprender los fundamentos de la agricultura sostenible en la que el control biológico de plagas y el respeto al medio ambiente son dos aspectos fundamentales.
La historia y evolución de Clisol Agro no podría entenderse sin el carisma de Lola Gómez Ferrón, mujer agricultora y pionera en la unión de la agricultura con el turismo en Almería. Ella es la responsable de haber desarrollado un producto por el que el mar de plástico se convierte en un atractivo turístico muy demandado.
Lo que comenzó siendo una explotación familiar junto con su marido, se ha convertido hoy en un referente mundial conocido por los touroperadores agrícolas más importantes. La evolución desde el invernadero familiar al centro turístico de interpretación sobre la agricultura intensiva no hubiera sido posible sin las grandes dosis de imaginación invertidas por Lola Gómez en el proyecto de Clisol Agro, cuya faceta turística no tiene precedentes y ha surgido de la nada.
Transmitir el orgullo por la profesión
Lola es una apasionada de la agricultura y abanderada del orgullo de su profesión, que le viene por tradición familiar. “No es lo que enseñas ni lo que cuentas, sino cómo lo enseñas y cómo lo cuentas”, asegura, conocedora del éxito que tiene en sus visitas y plenamente satisfecha por contribuir con su labor a que se conozca en todo el mundo la “verdad” de la agricultura almeriense.
Esta balermera de nacimiento, dotada con la habilidad innata de saber comunicar y de hacerse entender, contagia a todo el que la visita su entusiasmo por la agricultura y su amor por las plantas. “Después de quince años sigo predicando en el desierto y no ha surgido nadie capaz de hacer lo mismo que yo porque tener el invernadero como un escaparte abierto al público es muy exigente y hay que cuidar mucho los detalles”, añade Lola, que ya consigue con las visitas guiadas un 20% de los ingresos anuales que obtiene de la explotación agrícola.
En Clisol Agro todo el mundo tiene asegurada la oportunidad de visitar las dos hectáreas de invernadero, desde grupos numerosos hasta una persona en particular. Lo mejor de todo es que el servicio prestado por Clisol Agro funciona durante todo el año y no cierra en agosto. “En el verano, cuando no hay cultivo y estamos esperando a sembrar para el invierno, explicamos a fondo el funcionamiento del invernadero, la recirculación del agua, el ciclo de las plantas y el control biológico, entre otras cosas, y complementamos al final con proyecciones en las que los visitantes sí pueden ver la finca con un cultivo”, explica Lola Gómez.
Una iniciativa pionera
La iniciativa pionera de organizar visitas guiadas al invernadero surgió un poco por casualidad. La explotación agrícola está ubicada entre dos grandes núcleos turísticos (Almerimar en El Ejido y la urbanización de Roquetas de Mar) y desde siempre llegaban de forma espontánea grupos de curiosos preguntando si alguien podría enseñarles un invernadero por dentro. En esa época, Lola hizo sus primeros pinitos, completamente gratis y quitando tiempo de su trabajo.
“De esos años recuerdo que ya sentía cierta satisfacción por explicar a la gente de
fuera en qué consistía nuestro trabajo”, recuerda Lola Gómez, que se planteó tomarse en serio la actividad turística después de los sucesos ocurridos con la población inmigrante de El Ejido en el año 2000. Las informaciones difundidas por muchos medios de comunicación nacionales y extranjeros sobre la comarca y sobre la agricultura de la zona indignaron a Lola, que se prometió entonces hacer todo lo posible por romper con una serie de falsos mitos que han perseguido desde entonces a la agricultura de invernadero.
“Para mí fue un shock todo lo que sucedió y, especialmente, descubrir que la primera potencia productora de frutas y hortalizas de toda Europa no había invertido absolutamente nada en Marketing dirigido a las grandes cadenas de distribución y a los consumidores finales, ya que Almería no había sido capaz de contar cómo producíamos”.
Fiel a su compromiso con la realidad de la agricultura almeriense, Lola comenzó una historia de superación personal que la llevó a formarse en Marketing en la EOI hasta adquirir los conocimientos necesarios para desarrollar su producto y crear su propia marca. Después vinieron los contactos con agencias de viajes y touroperadores y las visitas de los primeros grupos. Los primeros cinco años fueron duros y el número de visitas fue escaso. Intensificar y ampliar los contactos y abrir las visitas a niños, gracias a un convenio con la Diputación Provincial, fueron aspectos fundamentales para conseguir llegar hasta el momento actual, en el que la demanda de visitas a Clisol Agro no deja de crecer.
Varios idiomas
La versatilidad de Lola, capaz de guiar la visita en inglés y en francés además de en castellano, convierte a Clisol Agro en el objetivo de grupos de visitantes con perfiles muy dispares. Estudiantes, turistas de crucero o investigadores en virología vegetal se dan cita en su moderno invernadero multitúnel y en su sala de catas.
“No tengo un discurso cerrado, sino que me voy adaptando en función del perfil del público y de las reacciones que observo durante la visita”, explica Lola, que además cuenta con la ayuda de Christian para las visitas en alemán, holandés y flamenco. Con tales facilidades de idiomas y contenidos no es de extrañar ver en el invernadero de Clisol Agro a un grupo de japoneses, a unos estudiantes de cocina de Nueva York o a un grupo de productores de Isla Reunión.
No hay continente que se haya resistido a enviar a alguno de sus pobladores hasta este peculiar rincón de El Ejido, donde Lola explica con pelos y señales la interacción del hombre con las plantas para proporcionar alimentos sanos a los supermercados europeos. “Es todo un orgullo explicar a nuestros visitantes que Almería es un ejemplo mundial en gestión eficiente del agua y en sostenibilidad agrícola, y que los niños entiendan que el origen del tomate no es el cajón del frigorífico”, añade Lola, convencida de que cada una de las personas que hacen la visita se convierten en prescriptores de la calidad que Almería imprime a sus productos hortícolas. “Desde Clisol Agro estamos brindando a todo el sector agrícola almeriense un claro beneficio colectivo, y nos sentimos satisfechos por ello”.
Venta on-line, el nuevo reto
Para fidelizar a sus visitantes y aumentar el impacto de la visita, Clisol Agro ha comenzado a vender sus productos por internet. La venta on line, aún incipiente, permite a los visitantes disfrutar en casa de ese sabor inconfundible de los tomates y pimientos que cultiva Lola y que descubrieron un buen día en su invernadero. En la mayoría de los casos, se trata de especialidades difíciles de encontrar en el mercado y que además no son fáciles de producir.
Clisol Agro se ha apuntado a la moda de las mini hortalizas y de los tomates gourmet, contribuyendo con la venta on line a reforzar la difusión de la calidad de las hortalizas almerienses. Por si fuera poco, Lola Gómez también refuerza su actividad impartiendo charlas y conferencias allí donde se reclama su presencia.
El éxito y trascendencia de sus visitas guiadas la han convertido en una reconocida experta sobre agricultura intensiva. Prueba de ello es su participación en el desarrollo de la norma de calidad para la obtención de la Q turística en instalaciones industriales. Una faceta más de esta madre y mujer agricultora, comprometida con el presente y futuro de la tierra donde nació.