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César Príncipe, innovación desde el retorno a los orígenes

César Príncipe, innovación desde el retorno a los orígenes

En la localidad vallisoletana de Fuensaldaña, Ignacio Príncipe ha transformado el tradicional negocio bodeguero familiar en uno de los proyectos vitivinícolas más pujantes de la Denominación de Origen Cigales. Este licenciado en Ciencias Empresariales, pero siempre vinculado a la actividad agrícola familiar, fue introduciendo, primero con su padre, ahora en solitario, las técnicas más modernas para elaborar vinos de máxima calidad.

I. G. Mazarío / J. E. Chao.

Con el tiempo, se ha dado cuenta de que esta búsqueda de la excelencia pasa, en buena parte, por volver a los orígenes y recuperar la antigua forma de hacer las cosas en esta tierra. Entiende que el secreto de un buen vino está obtener la mejor uva y por esa razón pasa mucho más tiempo en el campo que en la bodega.

A mediados de los noventa, la bodega sufrió una transformación para pasar de producir vino rosado a granel a elaborar vinos embotellados de alta calidad.

A mediados de los noventa, la bodega sufrió una transformación para pasar de producir vino rosado a granel a elaborar vinos embotellados de alta calidad.

Aunque su proyecto empresarial es relativamente joven, la vinculación con la viticultura de Ignacio Príncipe se remonta a varias generaciones: “Llevamos haciendo vino desde 1982, siguiendo la tradición de mi abuelo. Es decir, haciendo vino de cosechero para granel en bodega subterránea. Desde entonces hasta ahora la evolución ha sido enorme. Nos movió al cambio la idea de hacer algo grande, no en tamaño, sino en calidad. Y además, en un mundo apasionante, que te permite pasar de estar podando en el campo por la mañana a compartir una acto con las personas más influyentes en un hotel de lujo por la tarde. Estamos en el campo, viendo de donde proviene todo, pero con un producto que nos lleva al mundo del glamour. Esto no ocurre en muchos trabajos”.

A pesar de que la familia Príncipe mantiene la actividad vitícola y vinatera desde hace varias generaciones, la inversión en la bodega actual, César Príncipe, se inicia en el año 2000. Una bodega que Ignacio considera aún sin acabar. Señala que, aun siendo importante esta inversión, “mi preocupación principal ha sido el viñedo, porque se pueden hacer vinos agradables sin un control excesivo, pero si pretendes hacer algo interesante, o vienes de la uva o es imposible. No se puede hacer un gran vino con una uva simplemente normal”.

Al preguntarle por su principal objetivo cuando se lanzó a este proyecto, su respuesta no puede ser más personal: ser feliz. Pero si hablamos de objetivos empresariales “mi meta es ir creciendo paulatinamente, porque una empresa que no crece se muere, pero no tanto en volumen, sino en factores como la calidad, en la imagen, en el segmento de mercado al que podemos dirigirnos, en prácticas respetuosas con el medio ambiente, etc”.

Su origen está en la elaboración de los típicos claretes, tan populares en esta zona de Valladolid, que se vendían principalmente a granel. Sin necesidad de volver a eso, Ignacio Príncipe se plantea la evolución de sus vinos desde un regreso a los orígenes: “Tras haber discutido con mi padre muchas veces por cambiar la forma de trabajar, me doy cuenta ahora de que, poco a poco, voy recuperando algunas de las prácticas que había en esta zona desde siempre; por ejemplo, estamos podando de nuevo como lo hacía mi padre; y su forma de hacerlo no estaba basada en criterios técnicos, sino en la experiencia, el conocimiento del terreno concreto en el que cultivas, las variedades que tienes, las variables climáticas… Al final, es por este camino por donde han venido muchos de los llamados vinos de autor; volviendo a hacer las cosas como se han hecho siempre, pero con el máximo control y aplicando las ventajas de la tecnología moderna. Porque nuestro principal objetivo es que la uva que llegue a la bodega cada año sea la mejor posible, pero también que nuestros vinos sean vinos de aquí, que reflejen la tipicidad de la zona, no un producto globalizado”.

El viñedo cuenta con más de 40 ha, repartidas en pequeñas parcelas, donde se desarrollan las variedades Tempranillo, Garnacha tinta, Verdejo y Albillo. El propietario de Bodega César Príncipe destaca que uno de los puntos  fuertes de su pequeña producción es el suelo de canto rodado donde se asientan las vides.

El viñedo cuenta con más de 40 ha, repartidas en pequeñas parcelas, donde se desarrollan las variedades Tempranillo, Garnacha tinta, Verdejo y Albillo. El propietario de Bodega César Príncipe destaca que uno de los puntos fuertes de su pequeña producción es el suelo de canto rodado donde se asientan las vides.

Tiene más 50 hectáreas de viñedo, de las cuales 17 corresponden a la finca original de la familia, en Fuensaldaña, con viñas viejas de más de 50 años plantadas en vaso, la mayor parte de Tempranillo, aunque también hay cepas de Garnacha tinta y de las blancas Verdejo y Albillo. A ellas hay que sumar otras dos fincas; una que plantó hace 22 años en la localidad de Corcos del Valle, íntegramente con Tempranillo y en espaldera, con un marco de 3 metros por 1,5. Y otra más, de 13 hectáreas, que compraron con viñas de 22-23 años en el municipio de Trigueros. Carecen de riego, circunstancia que, según Ignacio Príncipe, no les preocupa, pues no buscan grandes producciones sino obtener una uva de gran calidad.

Al ser Cigales una Denominación de Origen pequeña, no más de 2.000 hectáreas, afirma que “los suelos son muy homogéneos, si no en la superficie sí en el subsuelo. Trabajamos mucho en terrenos de canto rodado y también en suelos arcillosos, en los que hemos conseguido resultados interesantes”. La zona es de escasa pluviometría, con excepciones en algún año con más lluvias en primavera, y la altitud media ronda los 700 metros.

 

La autorregulación de la viña vieja

Una de las viñas ancestrales, de más de 60 años, que Ignacio Príncipe heredó y ha querido preservar en su explotación.

Una de las viñas ancestrales, de más de 60 años, que Ignacio Príncipe heredó y ha querido preservar en su explotación.

Sostiene que las viñas más viejas, las de Fuensaldaña, ofrecen mayor calidad, porque “la viña vieja se autorregula; al podar dejamos más yemas de lo habitual y la propia planta regula su producción; pero no sólo eso, sino que lo que da lo madura prácticamente siempre. Además, su adaptación al terruño hace que los vinos elaborados con estas uvas tengan unos matices que no se encuentran en viñas más jóvenes”.

Una de las tareas que les resulta más farragosa, sobre todo en las fincas que tiene en espaldera, es la poda, nos explica Príncipe: “Para empezar no hacemos prepoda y eso hace que la tarea se convierta en un trabajo más complicado y tedioso. Desde hace diez años la realiza la misma persona, lo cual es una garantía. Tiramos los palos a las calles y luego los sacamos para quemarlos, principalmente para evitar la propagación de enfermedades de la madera, especialmente de la yesca”.

Con los años, ha ido alargando la duración de la vendimia, pues tradicionalmente en Cigales se hacía bien entrado el mes de octubre. Pero Príncipe ha adelantado, variando según la climatología de cada año, la recolección de las uvas que se destinan a la elaboración de los tradicionales rosados de esta zona, porque “de esta forma se gana en calidad y frescura; no es posible vendimiar a mediados de octubre porque los rosados se irían hasta los 14 grados; algo que puede estar bien en los tintos, pero no en los rosados”.

 

Instalaciones en constante crecimiento

La construcción de la bodega actual se realizó en el año 2000, pero según Ignacio Príncipe, no hicieron acto de inauguración porque su idea ya era la de ir ampliando instalaciones progresivamente: “De hecho este año realizamos una fuerte inversión y ampliamos en 700 metros cuadrados más. Hay que tener en cuenta que antes teníamos 50 barricas y ahora llegamos a 200; también necesitamos más espacio para las botellas. En definitiva, se trata de ir creciendo de forma tranquila”.

Los vinos César Príncipe, con DO Cigales, ya cuentan con diversos premios de renombre en el sector vinícola y han recibido altas valoraciones en las principales guías nacionales e internacionales.

Los vinos César Príncipe, con DO Cigales, ya cuentan con diversos premios de renombre en el sector vinícola y han recibido altas valoraciones en las principales guías nacionales e internacionales.

La comercialización de sus vinos, reconoce sin ambages, ha sido “una auténtica lucha”. Comenzaron con un distribuidor en Valladolid y, para ampliar su presencia en el mercado, ha tenido que realizar grandes esfuerzos basados, sobre todo, en sus contactos personales y en la asistencia a todo tipo de ferias especializadas. Y todo ello a pesar de que los más influyentes críticos nacionales e internacionales, así como las guías más prestigiosas siempre han otorgado altas puntuaciones a sus vinos. De esta forma, han llegado a tener un total de 20 distribuidores que cubren el territorio nacional y estar presente en 6 o 7 países, lo que les permite “vender poco en cada sitio, pero en muchos sitios”.