Pablo Bielsa, agricultor de la finca Fresno, y Francisco Cobo, gerente de Legumbres Burcol, forman parte, entre otros, del Grupo Operativo TecnoGAR, que tiene como objetivo valorizar el cultivo del garbanzo y revolucionarlo mediante la creación y adaptación de tecnología. En el proyecto están trabajando para tecnificar el cultivo de esta leguminosa, descubrir las variedades mejoradas de garbanzo, desarrollar técnicas de gestión del cultivo novedosas y, sobre todo, transferir los conocimientos generados a los demás agricultores para vencer la brecha tecnológica.
Elena Martín Seseña. Redacción.
Las especies de leguminosas grano más conocidas y cultivadas orientadas al consumo humano son los garbanzos, lentejas, judías o alubias. La superficie de estas (judías secas, lentejas, garbanzos, vezas grano y yeros) en la campaña 2020/21, según los últimos datos de la Subdirección General de Análisis, Coordinación y Estadística (SGACE) del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), sumó unas 210.000 hectáreas, lo que representa una disminución del 10% sobre la campaña anterior y un 19% frente a la media de las últimas cinco campañas.
España es un país deficitario en estos cultivos. Según las últimas cifras del MAPA, el consumo de legumbres por habitante y año es de 3,1 kg (1,25 kg de garbanzos, 0,93 kg de alubias y 0,93 kg lentejas), pero la tendencia es al alza. Entre los retos del sector está el de conseguir que España aumente la superficie cultivada y sea un país autosuficiente en lo que a producción se refiere.
En este sentido, según han explicado tanto Pablo Bielsa, agricultor de la finca Fresno, como Francisco Cobo, gerente de Legumbres Burcol, se espera que la nueva Política Agraria Común (PAC) 2023/2027 ayude a favorecer este sector en este aspecto. “La nueva PAC 23-27 apuesta más por las leguminosas. Estos cultivos son importantes porque generan un gran beneficio para el medio ambiente y, concretamente, para el suelo, por ejemplo, a través del rastrojo que dejan”, ha avanzado Pablo añadiendo que, al ser un cultivo fijador de nitrógeno, no necesita de una aplicación extra de este nutriente y, por lo tanto, no genera contaminación de las aguas por nitrato.
Por otro lado, el garbanzo destaca por ser la leguminosa más consumida por los españoles. Esta es una legumbre de elevado valor nutricional que actualmente tiene una producción relativamente baja en España. Para impulsar su producción y mejorar las condiciones de cultivo nace el Grupo Operativo TecnoGAR, que se puso en marcha en 2020 con el objetivo principal de apostar por la tecnificación del cultivo del garbanzo con el uso de nuevas tecnologías.
GO TecnoGAR
GO TecnoGAR trata de vencer la brecha tecnológica, especialmente en pequeñas fincas, valorizar variedades mejoradas de garbanzo e incluir actores de distintas etapas de su cultivo y su cadena de valor. Todo ello para mejorar la eficiencia de la industria agroalimentaria del garbanzo nacional.
En él participan la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), el Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (Imidra), AreaVerde, Agrosa Semillas Selectas, Dubagan, Quiles Maquinaria Agrícola., Activa Proyectos Tech, Burcol, Fresno, la cooperativa La Garbancera Madrileña y la Asociación Provincial de Agricultores y Ganaderos (APAG).
Además, está cofinanciado por el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural-Feader al 80% y al 20% con cargo al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Siendo la Dirección General de Desarrollo Rural, innovación y Formación Agroalimentaria (DGDRIFA) la autoridad de gestión encargada de la aplicación de la ayuda Feader y nacional correspondiente. Cuenta con una inversión de inversión total de 432.329,05 euros.
En el proyecto se van a utilizar sensores y teledetección junto a microcosechadoras para facilitar la digitalización de las parcelas. Seguidamente, la información obtenida servirá para monitorizar el cultivo con el fin de predecir cosechas, riesgo de enfermedades o malas hierbas. También se van a evaluar y valorizar la calidad de dos variedades de semilla certificada registrada por el Imidra comparadas con variedades comerciales.
En cuanto al manejo del cultivo, se ensayarán distintos patrones de siembra y el uso de bioestimulantes para disminuir la afección de enfermedades. Además, se realizarán diversas actividades de divulgación para distintos sectores.
“Nosotros como empresa queremos promocionar el cultivo de proximidad y, sobre todo, el nacional. Con las nuevas tecnologías podemos aportar un valor añadido, por eso nuestra participación en este grupo operativo. Nuestra labor consiste en seleccionar el producto que mejor se adapta al mercado para asesorar al agricultor sobre las variedades más demandadas por el consumidor, entre otros aspectos”, ha apuntado el gerente de Burcol.
Por su parte, Pablo, con una finca principalmente cerealista de 700 hectáreas (un 60% de cereal, un 30% de oleaginosas (girasol o colza) y un 10% de leguminosas (garbanzo y guisante), ubicada en Usanos, un pueblo de Guadalajara situado concretamente en la Campiña de Henares, ha destacado que su misión dentro del proyecto es producir la semilla y proporcionar las parcelas para poder llevar a cabo los ensayos, es decir, una colaboración a nivel de investigación y, posteriormente, a nivel de multiplicación de la semilla de las variedades que se estén desarrollando o de las que salgan más rentables.
Fresno, la finca experimental del GO TecnoGAR
La finca Fresno cuenta con 20 ha de cultivo de garbanzo. En la siembra utilizan entre 90 y 130 kg/ha de semilla dependiendo del calibre. Con ello, se obtiene un rendimiento entorno a los 1.000 kg/ha. Según ha explicado Pablo, los retos más importantes de este cultivo son: solucionar el problema de enfermedades como la rabia, un hongo que afecta a la producción de manera importante, y el control de las malas hierbas, sobre todo las de hoja ancha, debido a que no hay suficientes materias activas registradas para este cultivo. Hasta ahora en la finca utilizan herbicidas de preemergencia a la dosis máxima, pero no consiguen eliminar todas.
Ante este problema, están probando líneas de siembra más separadas (a 75 cm entre filas), y están utilizando una sembradora monograno en vez de utilizar una de chorrillo, como nuevas estrategias para combatir las malas hierbas de forma mecánica, a la vez que se consigue disminuir la mala distribución de las semillas.
En la empresa Fresno están probando diferentes variedades, intentando aunar la demanda del mercado y con las que mejor se adaptan a la zona. “Gracias a una empresa como la de Francisco (Burcol), que entre sus servicios está el de asesorar al productor, nosotros producimos según la demanda el mercado. Buscamos calibres pequeños – medianos de garbanzo y variedades que se adapten bien a nuestra zona”.
Usanos, en Guadalajara, término en el que se encuentra esta explotación, el cultivo del garbanzo no es muy común entre los agricultores. Esta finca se caracteriza por tener un suelo que retiene bastante la humedad, lo que quizá favorezca el desarrollo de diferentes enfermedades, a diferencia de otros suelos de la provincia más arenosos. Por contrapartida, según ha apuntado Pablo, un suelo húmedo también va a ofrecer ventajas como la de mantener la planta más hidratada.
“Desde el grupo operativo contamos con la ayuda también de algunas empresas que están involucradas en el proyecto como Quiles Maquinaria Agrícola, la cual nos asesora sobre el uso de tecnologías y agricultura de precisión. Estamos entrando en el mundo de las imágenes satelitales (mapas de vegetación del cultivo) y vuelo de drones para obtener esos mapas de vigor de nuestro cultivo y así adelantarnos a la posible aparición de enfermedades”, ha destacado el joven agricultor.
En la finca Fresno, estas prácticas no solo se aplican al cultivo del garbanzo, también las han empezado a utilizar en otros cultivos, sobre todo, en los que requieren más insumos. “Hemos empezado a hacer con nuestros cultivos dosificación variable y agricultura de precisión”.
Burcol, instalaciones más modernas y aprovechamiento de subproductos
Por otro lado, Burcol, empresa comercializadora ubicada en Cabanillas del Campo, tiene unas instalaciones de 4.000 m2 que integran las tecnologías más avanzadas en sistemas de producción, como los sistemas de selección ópticas, cámaras, sistemas con imanes, certificaciones nuevas (IFS, de seguridad alimentaria) y las más innovadoras formas de envasado como, por ejemplo, las bolsas doy pack, el envasado al vacío, el envasado retail de 5 kg o el paquete cuadrado de 1kg.
“Ahora vamos a incorporar un envasado nuevo con atmosfera controlada y que es un envase stabilo (envasado vertical). En definitiva, intentamos siempre estar a la última”, ha explicado Francisco, gerente de la empresa.
Por otra parte, el subproducto que obtienen en Burcol se utiliza para hacer harina de legumbres, mientras que los granos partidos o muy pequeños y el producto que acompaña a las legumbres (otras semillas) y que se obtiene cuando se hacen las limpiezas, se utilizan para piensos animales, mientras que el polvo o remolido (lo último que quitan los ciclones) se utiliza para compostaje.
Según el gerente de Burcol, “todo se aprovecha, no hay nada que se desperdicie”, añadiendo que entre los objetivos principales a medio plazo de la compañía se encuentran: incentivar el consumo de legumbres, investigar en variedades nuevas y proponer otras formas de consumo de legumbres.
Burcol suele trabajar con productores de Castilla-La Mancha, pero también importan producto de fuera, sobre todo alubias. “El 76% de las alubias que se consumen en España vienen de fuera porque en nuestro país no hay producción suficiente, 54% de garbanzos y 56% de lentejas”, ha apuntado Francisco.
El destino de la producción de garbanzo de Burcol es el mercado nacional y las industrias que utilizan las legumbres como ingredientes en todas sus formas. A nivel de retail, supermercados y empresas privadas de alimentación. A nivel exportación, tienen clientes en Inglaterra, Portugal y Francia, lo que supone un 10% de su producción envasada.