En 2013 los ganaderos andaluces tuvieron que destruir 2 millones de litros de leche debido a la contaminación por aflatoxinas, unas toxinas que habían sido transmitidas al ganado a través de los cereales destinados a su alimentación. Estas toxinas, provocadas por hongos de la familia Aspergillus, también plantean una problemática para el almendro. Ahora, un equipo de la Universidad de Córdoba en colaboración con la Universidad de California ha clasificado las variedades de almendro según su resistencia a los patógenos que producen estas toxinas.
En California, líder mundial de la producción de almendra, las aflatoxinas también provocan la retirada de partidas de almendra, con las consecuentes pérdidas económicas para el sector. Por eso, investigadores de la Unidad de Excelencia María de Maeztu – Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba (DAUCO) Juan Moral y María Teresa García, han trabajado a lo largo de 3 años junto al equipo de la Universidad de California liderado por el profesor Themis Michailides en busca de soluciones a esta problemática. Como resultado de su trabajo, publican ahora un artículo en la revista Plant Disease en el que recogen sus avances.
Este equipo analizó, por primera vez, el comportamiento de diferentes variedades de almendro ante el patógeno, evaluando el nivel de contaminación por aflatoxinas de los frutos de 29 variedades diferentes (20 tradicionales y 9 procedentes de un programa de mejora avanzada). Se clasificaron estos cultivares en ‘Resistente’, ‘Moderadamente susceptible’ y ‘Susceptible’. A pesar de que no se encontró ninguna variedad inmune, nueve cultivares tradicionales y cuatro selecciones avanzadas se clasificaron como resistentes.
Tras detectar que las variedades resistentes provenían de cruces entre almendro y melocotón (que se suele utilizar como parental para hacer que las nuevas variedades de almendro sean autofértiles), “hicimos un ensayo comparando la resistencia de las semillas de melocotonero, con la resistencia que mostraban las variedades de almendro Sonora (Resistente) y Carmel (Susceptible) y cultivares comunes de pistachos”, explica María Teresa García. De esta manera, pudieron comprobar que esa resistencia que presentaban las variedades de almendro a las que se había introducido germoplasma de melocotonero, se debía a la resistencia que el melocotonero presenta ante la contaminación por aflatoxinas.
Se investigó, además, el papel de la cáscara de la almendra ante el patógeno, comprobando “que cuando la cáscara está intacta y sana el patógeno es incapaz de llegar a la semilla” como señala Juan Moral. Sin embargo, “es muy normal que la cáscara tenga alguna apertura debido a insectos, daño físico o alguna condición propia de la planta, que permiten que el patógeno se introduzca”.
Variedades resistentes y métodos de biocontrol: una posible solución
En California, el principal método de biocontrol que existe para hacer frente a la contaminación por aflatoxinas es el uso de la cepa de control biológico AF36. Este método, adaptado por el Grupo del profesor Michailides al almendro y pistacho, consiste en el uso de una cepa nativa de la especie Aspergillus flavus que tiene una mutación específica que detiene la producción de aflatoxinas, dejando así de ser tóxica. Con la aplicación de esta cepa de control biológico se desplazan las cepas tóxicas y se evita la contaminación.
Para completar el estudio se probó el efecto combinado de la resistencia varietal y la aplicación del método de biocontrol para conocer su efectividad. Para ello inocularon semillas de las variedades Sonora y Carmel y vieron que este método de biocontrol funciona en los dos cultivares, pero la reducción del riesgo es más alta en el cultivar susceptible ya que la variedad resistente limita la colonización de la cepa no-tóxica. Así, el método de biocontrol combinado con el uso de cultivares resistentes se vislumbra como una estrategia de protección robusta para luchar contra la contaminación por aflatoxinas en California.
En España se conoce menos esta problemática, pero la extensión de almendros y la producción de almendras aumentan en el país, por lo que este artículo abre la puerta a aumentar el conocimiento sobre esta problemática para, el día de mañana, poder hacerle frente.
Así, los laboratorios de ambas universidades mantienen una línea de investigación en la que se estudia cuál es la situación en nuestro país. Fruto de las prospecciones realizadas para conocer la población de estos hongos en las principales zonas productoras, se han seleccionado varias cepas españolas que podrían utilizarse como agentes de biocontrol.