Varios expertos han manifestado su rechazo a la decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que considera los organismos obtenidos por mutagénesis (con tecnología CRISPR) como un organismo modificado genéticamente (OMG), incluyéndolos en la actual normativa sobre transgénicos.
Los ponentes, que participaban en una jornada organizada por la Fundación Foro Agrario y la Fundación Antama el pasado lunes en Madrid, resaltaron que esta decisión supondrá el bloqueo del desarrollo de las nuevas técnicas de edición genómica en Europa y que es necesario contar con una regulación con base científica que no limite el avance de la innovación y que no frene la competitividad.
La tecnología CRISPR (del inglés Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats –Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Interespaciadas–) es una herramienta molecular utilizada para editar el genoma de cualquier célula. De hecho, esta técnica es es conocida como «tijeras genéticas» ya que es capaz de cortar cualquier molécula de ADN de forma precisa y controlada. Esto permite modificar una secuencia de ADN, eliminando o insertando nuevo ADN. La decisión del TJUE de incluir los organismos obtenidos con la tecnología CRISPR en la normativa sobre transgénicos ha puesto en pie de guerra a científicos de todo el mundo.
Durante la inauguración de la jornada organizada por Antama y la Fundación Foro Agrario, Esther Esteban, directora del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria (INIA), resaltó que “desde el punto de vista científico tenemos todos muy claro las oportunidades que ofrece la utilización de las nuevas técnicas de edición genómica”. Reconoció la necesidad de trabajar para que la sociedad entienda que estas tecnologías no suponen ningún riesgo y que hay que aprovechar su potencial para mejorar los sistemas productivos y para poder responder a los retos agroalimentarios presentes y futuros.
Soledad de Juan, directora de la Fundación Antama, mostró también su preocupación ante la decisión del TJUE ya que frena el desarrollo de la biotecnología en un momento en el que el resto del mundo sigue avanzando en su apuesta por estas técnicas. Resaltó que “España ha sido un país puntero en innovación tecnológica de cultivos dentro de la Unión Europea y tenemos que seguir haciéndolo” y añadió que sin estas nuevas técnicas de mejora genética no se podrá incrementar la producción usando menos recursos de una forma sostenible.
«Debemos aprender de los errores cometidos al legislar los transgénicos para no repetirlos con las nuevas técnicas de edición genómica», apuntaba Judith Martín, de la Dirección General de Producción y Mercados del MAPA, «sin olvidarnos de que la legislación actual se redactó hace 18 años y en este tiempo la ciencia en materia de edición genética ha evolucionado notablemente». De ahí que sean también muy numerosas las voces que piden que se revise la regulación actual para que se base en el producto final y no en la técnica de obtención.
Antonio Molina, director del Centro de Biotecnología y Genómica de plantas (CGBP), reconoció que las limitaciones regulatorias en la Unión Europea hasta ahora eran una preocupación para la biotecnología vegetal pero, después de la decisión del TJUE, la preocupación es global, tanto de la biotecnología vegetal, como de la industrial y farmacéutica“. Según el científico “esta decisión va a disminuir las inversiones tecnológicas en Europa, lo que supondrá un retraso tecnológico muy notable”.
Molina recordó que más de 85 centros europeos de investigación e instituciones científicas han emitido un posicionamiento conjunto haciendo un llamamiento urgente a los políticos europeos para salvaguardar la innovación vegetal. Los científicos muestran su profunda preocupación por la sentencia del TJUE, una decisión que podría llevar a una prohibición de facto de las técnicas CRISPR. «Declaración que refleja el sólido consenso entre la comunidad científica europea sobre las consecuencias negativas de esta decisión», insisten desde Antama.