Los resultados de la tesis doctoral del biólogo Johann Martínez-Lüscher han desvelado que, debido al aumento de temperaturas y de CO2 como consecuencia del cambio climático, las uvas sufren una maduración más rápida de lo normal. Este hecho se podría traducir en unas producciones de vino de peor calidad, con una alteración del color y el aroma, así como un aumento de la graduación alcohólica.
Financiado por la Universidad de Navarra y la de Burdeos y enmarcado en el Programa de Cooperación Transfronteriza Navarra-Aquitania, el Ministerio de Ciencia e Innovación y el 7º Programa Marco de la UE, el trabajo de Johann Martínez-Lüscher se presentó a principios de este año.
Tras años de análisis, la influencia de los efectos del cambio climático sobre la maduración de las uvas en el viñedo reveló que, posiblemente, el aumento de temperatura que se está dando en España, junto con al incremento de los niveles de CO2, podría llegar a provocar una aceleración de este proceso. El biólogo llega a la conclusión en el estudio de que la concentración de azúcares tan rápida podría ir en detrimento del resto de procesos de la uva, dando una peor calidad en los vinos.
Si se llegaran a comparar uvas maduradas en las condiciones de cambio climático, con otras en condiciones de maduración estándar, a igual concentración en azúcares o graduación alcohólica, los resultados serían una peor coloración de las procedentes de la maduración precoz. Los vinos procedentes de uvas cultivadas en condiciones de cambio climático tendrían por tanto peor coloración y aroma. En la actualidad, Martínez-Lüscher acusa un aumento en el sector vinícola de vinos con un grado alcohólico mayor, debido quizá a esa sobremaduración de las uvas.
Como destaca el biólogo, las previsiones del Panel Intergubernamental del Cambio Climático vaticinan un aumento de los niveles de CO2 en más de 700 ppm y un aumento de la temperatura media de 4ºC, por lo que el sector debería buscar nuevas alternativas estratégicas a modo preventivo para contrarrestar éste fenómeno, en un futuro no muy lejano.
Martínez-Lüscher propone el uso de clones tipo subvariedades, con una maduración más lenta o el cambio de variedades más adaptadas a un clima cálido, aunque reconoce que “esto supondría renunciar en gran medida a la tipicidad de nuestros vinos, algo inimaginable”. Otra posible solución es la implantación de viñedos en climas más fríos, como es el caso de la incipiente industria del vino en el Reino Unido, donde el investigador prevé seguir estudiando el fenómeno.
Además de los efectos negativos en los procesos de maduración de la uva, Martínez-Lüscher reflexiona sobre los posibles efectos antagonistas del cambio climático, pero reconoce que es un estudio complejo que añade más incógnita sobre el futuro del vino. Este es el caso de los cambios en los niveles de radiación ultravioleta o el descenso en las precipitaciones, podrían repercutir de manera positiva sobre los efectos del aumento de temperatura o los niveles de dióxido de carbono.