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Brócoli, la hortaliza estrella en Murcia

Brócoli, la hortaliza estrella en Murcia

En Murcia se cultiva cerca del 50% de la producción nacional de brócoli, seguida por la zona de Ribera del Ebro y Extremadura, lo que sitúa a la región como la principal exportadora de esta hortaliza en España, donde se cultivan alrededor de 500.000 toneladas al año.

Este cultivo siempre ha estado ligado a los países con climas templados, concretamente a las zonas del Mediterráneo, idónea para el correcto crecimiento del brócoli. Plácido Pérez Chuecos, vocal de la sección de hortalizas de Alimer, es uno de los agricultores que producen brócoli en Murcia, concretamente en la zona de Lorca, Alhama de Murcia y Campillo, donde cultiva unas 300 ha de esta hortaliza.

El cultivo del brócoli comienza en un semillero, que pone a su disposición la cooperativa Alimer, que es la encargada de abastecer a más de 1.500 agricultores de la zona con su semillero de Puertolumbreras.

De esta manera, Pérez Chuecos inicia la campaña del brócoli de la mano de Alimer. Son los técnicos de la cooperativa quienes, teniendo en cuenta los datos de cosechas anteriores, asesoran al agricultor “en cuanto a la elección de variedades, nos corrigen las carencias y los fallos que hemos podido tener en años anteriores, así como nos asesoran con cómo actuar durante la recolección”, cuenta el agricultor.

De la misma manera, según apunta Julián Díaz, presidente de la cooperativa Alimer, la misión de la cooperativa es ofrecer facilidades al agricultor, así como suministrarle todo lo necesario para su trabajo. Cuentan por tanto con parcelas de ensayo donde estudian nuevas variedades, el cuaje de las mismas, su rentabilidad o su producción, entre otros aspectos, cuyos resultados posteriormente trasladan al agricultor. Se aseguran así de que el producto esté totalmente aprovechado y que haya las menores pérdidas posibles, así como poner en valor la profesionalidad del agricultor.

 

La variedad, uno de los puntos fuertes

Las semillas germinan en el semillero de la cooperativa y se cultivan durante aproximadamente un mes. Posteriormente, cuando alcanzan una altura de unos 20 centímetros, pasan del semillero al campo, donde permanecen hasta su recolección, unos 50 días después.

El suelo de las fincas en el que Pérez Chuecos cultiva esta hortaliza es generalmente arcilloso, aunque en algunas parcelas tiende a ser más pedregoso.

Con la variedad Parthenon obtiene unos rendimientos finales de unos 14.000 kg por hectárea.

Con la variedad Parthenon obtiene unos rendimientos finales de unos 14.000 kg por hectárea.

La densidad de plantación que se utiliza en esta explotación es de 90×40 cm, lo que hace un total de unas 12.000 plantas por ha, casi todas de la variedad Parthenon, que es la que mejor se adapta a sus condiciones climatológicas y con la que obtienen unos rendimientos finales de unos 14.000 kg por hectárea.

Para controlar las malas hierbas en la explotación llevan a cabo una labor de cultivador entre las líneas de plantación, así como la aplicación de herbicidas para evitar su crecimiento. Asimismo, no utilizan mucho abono. “No es un cultivo que requiera especial atención en este sentido”, apunta el agricultor. Utilizan sobre todo estiércol y algo de nitrógeno y potasio en forma de fertilizante químico, según lo que requiera la planta en el momento.

Lo que sí es muy importante en el cultivo del brócoli es el adecuado control del riego. Estas plantas requieren una humedad prácticamente constante, por lo que los aportes de agua deben ser abundantes y regulares pero sin encharcar el suelo.

Dado que tras la inflorescencia de la planta no se recomienda regar por aspersión para evitar podredumbres o la aparición de hongos, en esta explotación tienen instalado un sistema de riego por goteo, para lo que contaron con la ayuda de los técnicos de Alimer, quienes asesoraron a Plácido en temas como la orientación para la plantación cultivos, los cabezales de riego más adecuados o los filtros a utilizar que más se ajustaban a sus necesidades.

 

Botritis, la mayor amenaza del cultivo

Tal como afirma Pérez Chuecos, la mayor amenaza del cultivo del brócoli en cuanto a enfermedades es botritis o moho gris. Se trata de un hongo que afecta a la hortaliza causando la necrosis de los tejidos, ya sea en las flores, las hojas, los brotes o las plántulas.

Esta infección se crea precisamente por el exceso de humedad, con lo que es muy importante calcular la dosis de riego necesaria para el cultivo. Según el agricultor, este hongo tiene una especial presencia durante los meses de octubre y noviembre, así como en abril y mayo, cuando coinciden las épocas de lluvias y altas temperaturas, generando un caldo de cultivo perfecto para el desarrollo de esta enfermedad.

Para combatir este problema, en esta explotación normalmente acuden a tratamientos con cobre, “aunque al no tratarse de un producto sistémico no suele ayudarnos mucho”, confiesa el agricultor. Además, pese a que utilizan en riego por goteo para poder prevenir un poco esta enfermedad fúngica, Plácido afirma que tanto con el riego por inundación y como con el riego por goteo la planta corre el riesgo de acabar padeciendo un ataque de botritis. De hecho, “tanto genetistas como la casa de semillas y los técnicos de Alimer están trabajando en encontrar un solución a este problema que afecta mucho al rendimiento final de la plantación, pero de momento no han dado con la clave”, se lamenta el vocal de Hortalizas de la cooperativa.

 

La importancia de la trazabilidad del producto

Al salir todas las plantas del semillero propio, el control sobre los productos es total por parte de los técnicos de Alimer, que son los encargados de comercializar, tras la recolección, el brócoli. De esta manera, además, aseguran la trazabilidad del cultivo, uno de los elementos más importantes a la hora de la salida del mismo al mercado.

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La trazabilidad del cultivo en uno de los elementos más importantes a la hora de la salida del mismo al mercado.

Tras la cosecha, para la cual Alimer pone a disposición del agricultor la maquinaria necesaria, el producto es trasladado a las instalaciones de la cooperativa, donde se procesa, envasa y almacena, sometiéndose durante todo el proceso a exhaustivos controles.

Con todo esto, la cooperativa ha conseguido una importante cartera de clientes fuera de España. De hecho, el canal de venta más habitual es la exportación, hacia donde se dirige alrededor del 70% de la cosecha, con especial incidencia en los países escandinavos, Alemania y Reino Unido.