La papaya es una fruta tropical originaria de Centroamérica, destacable por su elevada producción, calidad gustativa y valor nutricional. Su cultivo se lleva a cabo en regiones tropicales y subtropicales del mundo, como Brasil. Asimismo se ha empezado a desarrollar en otras regiones en forma de cultivo protegido, como es el caso de España, donde se cultiva desde hace años en las Islas Canarias y de forma más reciente en el sureste peninsular, con considerable interés como alternativa al cultivo de hortalizas.
Irene Salinas1, Juan José Hueso2, Edilson Romais Schmildt3, Omar Schmildt3 y
Julián Cuevas1. 1Departamento de Agronomía.Universidad de Almería. 2Estación Experimental de Cajamar (Almería). 3Departamento de Ciências Agrárias e Biológicas (DCAB) do CEUNES/UFES. Univ. Fed. Espírito Santo. Brasil.
La papaya (Carica papaya L.) es un frutal de crecimiento monopodial y porte columnar que puede llegar a alcanzar los 9 m de altura. Su origen se sitúa en las regiones tropicales de Centroamérica. La papaya es una planta típicamente tropical que produce frutos de buena calidad en regiones de gran insolación, con temperaturas entre 22 y 28oC, pluviosidad de 1.800 a 2.000 mm anuales y altitudes de hasta 200 m sobre nivel del mar.
Aunque se adapta a regiones con altitudes más elevadas y temperaturas más bajas, el vigor de la planta y la calidad de la fruta son, en ese caso, inferiores a las de las papayas producidas en regiones más cálidas (Dias, et al., 2007; Pereira et al., 2009). No obstante, debido a sus altos rendimientos y valor nutritivo, su cultivo se ha extendido por muchas regiones subtropicales del mundo, entre ellas las Islas Canarias y el sur de la Península Ibérica.
Las papayas tienen un rápido crecimiento, que determina un ciclo de cultivo corto (entre dos y tres años), si bien las plantas pueden producir frutos durante más de veinte años (Campostrini y Glenn, 2007). Es una planta de carácter trioico, es decir, la especie presenta pies hermafroditas, femeninos y masculinos; éstos últimos sin interés comercial (Urasaki et al., 2012). Las plantas hermafroditas son preferidas por las mejores características de sus frutos. Lamentablemente, en ellas son frecuentes anomalías florales que generan frutos con distintas incidencias (Cabrera, 2005; Chan, 2009).
La propagación comercial de la papaya se realiza actualmente mediante semilla, aunque se evidencia el interés en el desarrollo de métodos de propagación vegetativa y cultivo in vitro (Solis et al., 2011). La multiplicación por semilla requiere una selección de pies hermafroditas, realizada mediante el denominado sexado. La temprana determinación del sexo en plántulas mediante marcadores moleculares en semillero es un desarrollo reciente en el sistema productivo español que contribuye a disminuir los costes de plantación y a facilitar el manejo del cultivo.
El cultivo de la papaya tiene gran desarrollo en zonas tropicales y subtropicales del mundo, destacando como países productores India, Brasil, Indonesia, Nigeria o México. En estas regiones, la papaya tiene una gran importancia económica debido a la exportación (Corona, 2011).
La papaya es una fruta bien aceptada en los mercados debido a su calidad gustativa y valor nutricional, ya que es considerada una fuente de antioxidantes (carotenos, vitamina C y flavonoides), vitamina B (ácido fólico y ácido pantoténico), minerales (potasio y magnesio, entre otros) y fibra. Adicionalmente proporciona papaína, enzima digestiva utilizada en las industrias cervecera y farmacéutica, carnes, productos de belleza y cosmética (Evans y Ballen, 2012).
Su elevada productividad y rápida entrada en producción justifican el creciente interés a nivel mundial y el incremento constante de su superficie. En este sentido, el incremento de la superficie de papaya en España se debe al aumento de la demanda de esta fruta en el mercado europeo (solo entre 2013 y 2014 el consumo se ha incrementado en casi un 30%), y por la posibilidad real de proveer de papaya de calidad con madurez adecuada producida a corta distancia del mercado europeo. El aumento del consumo se alimenta, en parte, por el exotismo que representa y por el incremento de la población inmigrante, pero también por sus cualidades nutricionales y gustativas.
Como zonas productoras en España destacan las Islas Canarias, y cada vez más las costas peninsulares del sur de España (Málaga, Granada, Almería y Murcia) donde se está desarrollando de manera novedosa el cultivo de papaya bajo invernadero. Para los agricultores del sur peninsular, el interés viene dado por la búsqueda de alternativas a otros cultivos tradicionales bajo invernadero, además de por su elevada productividad y menores costes de producción.
El cultivo de la papaya se orienta de manera marcadamente distinta en los sistemas de producción de Brasil y España debido a las diferentes condiciones de cada país. La región brasileña cuenta con condiciones para la producción al aire libre, lo cual hace que la papaya sea un cultivo tradicional que proporciona frutos de calidad y considerables rendimientos, con costes de cultivo reducidos. En España, las condiciones climáticas son limitantes para su desarrollo al aire libre lo que obliga a su cultivo protegido. El objetivo de este trabajo es presentar las características del cultivo de la papaya en España, y contraponerlas a un sistema muy establecido de un país potencia mundial en este cultivo, como es Brasil.
Análisis de la situación en España
Estudios de mercado señalan que en Europa se prefieren los frutos provenientes de pies hermafroditas, ovalados (frente a aquellos de forma redondeada producidos en los pies femeninos), con peso inferior a 1 kg (preferentemente entre 500 y 800 g), con pulpa gruesa y anaranjada y al menos 11,5 oBrix en madurez de consumo en destino (Arpaia y Kader, 1997). Los pies hermafroditas facilitan además el proceso de fructificación, ya que se autopolinizan y no necesitan de vectores de polinización, si bien es cierto que los pies femeninos de la mayoría de las variedades hasta ahora ensayadas cuajan abundantemente formando frutos partenocárpicos.
Mercado
En Europa existe una demanda considerable de papaya con unas importaciones que alcanzaban ya en 2011 un volumen de 37.000 t (cuadro I; Rodríguez, 2013). En España peninsular, el consumo medio está en torno a los 90 g/persona año aunque en las Islas Canarias, alcanza los 3.500 g/persona año (cuadro I; Rodríguez, 2013).
El precio de esta fruta resulta también atractivo, con valores superiores a los 2 €/kg (figura 1; Mercabarna, 2016), por lo que con costes estimados de 0,35-0,40 €/kg, la papaya se considera un producto rentable con un futuro prometedor siendo una alternativa válida para las especies hortícolas habituales en cultivo protegido.
A pesar de este repentino interés por el cultivo de la papaya, las producciones en la costa de Andalucía son aún escasas, lo que hace necesario recurrir a los frutos de otras regiones para cubrir la demanda.
Producción
En España, la producción de papaya en el período de 2008 a 2012 se corresponde con el 7% de la producción total de fruta tropical (Magrama, 2015). La mayor parte de la superficie de cultivo se concentra en las Islas Canarias, donde se cultiva desde hace años. En 2004 se registraba una superficie de 138 ha, aumentando a 310 ha en 2011 y a más de 500 ha en 2014, con una producción de alrededor de 14.000 t.
En la península se está implantando novedosamente en la costa de Almería, Granada y Málaga, pero también en Murcia, en forma de cultivo protegido bajo invernadero. En este caso las estimaciones indican la existencia de 35-40 ha cultivadas de modo regular, debiéndose esta escasa superficie a que la introducción en la zona se ha iniciado recientemente. Para la próxima campaña, la superficie se estima alcanzará las 100 hectáreas.
Plagas y enfermedades
A pesar de ello, el interés en Andalucía por la papaya es hoy en día notable. Por otro lado, la utilización de una estructura invernada proporciona frente al cultivo al aire libre ventajas decisivas como protección frente a bajas temperaturas, al viento, y sobre todo al virus de la mancha anular al limitar la entrada de vectores de transmisión. Todo ello contribuye a mejorar los rendimientos y la calidad de la cosecha.
La corta experiencia avala escasa presión de plagas y enfermedades en Andalucía, por lo que el cultivo ecológico se plantea como una opción interesante. Los mayores problemas fitosanitarios que se presentan son la araña roja (Tetranychus spp.), controlada con éxito mediante lucha biológica (foto 1), y enfermedades como antracnosis (Colletotrichum gloeosporioides), oídio y pudrición del tallo causada por Phytophthora palmivora (Hueso, 2014).
Adaptación al cultivo bajo plástico
En cualquier caso, en el sureste peninsular hay que resolver un elevado número de aspectos de adaptación a un cultivo bajo plástico (foto 2), en invernaderos de baja altura, para abastecer el mercado europeo, que requiere fruta de calidad no excesivamente grande. Así, para que la papaya llegue a constituirse como un cultivo establecido, es preciso seleccionar variedades de porte bajo o medio y determinar un amplio número de aspectos de su manejo, empezando por el ciclo de cultivo preferente, el marco de plantación adecuado y el control del clima dentro del invernadero.
En el primer caso, la existencia de variedades de diferente porte y características hace necesaria la evaluación y elección de las más apropiadas. Son de especial interés las variedades de porte moderado, productivas y homogéneas, con rápida entrada en producción, en las que la fruta se presenta a baja altura en el tronco.
Para conseguir la calidad gustativa demandada, la papaya se recolecta con el 33-50% del exocarpo coloreado y más de 10 oBrix (foto 3) (López, 2016; Pinillos et al., 2016). En general, las variedades de papaya pueden ser clasificadas en cuatro categorías: líneas puras tipo Solo o Hawaiano, líneas puras tipo Formosa o Cubano, híbridos tipo Solo e híbridos tipo Formosa (Galán, 2014). Dentro de ellas, algunas variedades que han destacado en ensayos comparativos en invernaderos de Almería por diferentes razones son BH-65, Siluet, Sensation o Intenzza.
BH-65 es una selección de Baixinho de Santa Amalia, originaria de Sudáfrica, de porte bajo, con entrenudos más cortos y menos flores por nudo que la propia Baixinho de Santa Amalia. El peso medio de su fruta es de 450 g.Siluet es una variedad originaria de México, de porte medio, cuyo peso de fruta oscila entre 300 y 1.000 g.
Sensation es una variedad también originaria de México, de porte alto y elevada producción, cuyos frutos tienen un peso que oscila entre 400 y 1.200 g. E Intenzza es la variedad de interés con mayor peso de fruta, superando casi siempre el kilogramo (1,2-1,7 kg). Es también una variedad originaria de México, muy productiva, de porte alto (Rodríguez et al., 2010; Rodríguez, 2011; Galán, 2013; Semillas del Caribe, 2016).
Experiencias recientes en Almería muestran que, con genotipos selectos, en un ciclo de 20 meses se llega a unos rendimientos totales de 18-22 kg/m2 (185-223 t/ha) y rendimientos comerciales de 17-19 kg/m2 (167-191 t/ha) (datos propios).
Fechas de producción para el mercado europeo
Las fechas más propicias de producción de papaya para el mercado europeo se sitúan entre los meses de septiembre y diciembre, tanto para la papaya tipo Formosa (figura 2a) como para la papaya tipo Solo (figura 2b). Para alcanzar en esas fechas buena parte de la producción, los ciclos de trasplante de la papaya son variables.
En Canarias, las plantaciones se realizan principalmente en primavera-verano (abril-julio) y en ocasiones en otoño (noviembre), manteniéndose el cultivo hasta tres años. En cambio, en el sureste peninsular el trasplante se recomienda en primavera (mediados de marzo), cuando tras 5-6 semanas comienza la aparición de las primeras flores (mayo-junio) y después de 7-8 meses la maduración de los primeros frutos (octubre-noviembre), con un ritmo de recolección variable según la época del año (más lento en otoño-invierno y más rápido en primavera-verano). En estas zonas, el ciclo de cultivo terminaría antes de finalizar el segundo invierno, con idea de trasplantar de nuevo en la primavera siguiente (habría un periodo de dos años entre trasplante y trasplante).
También resultan de interés fechas alternativas como el mes de junio, en cuyo caso la recolección comenzaría a la salida del invierno (9 meses). Un inicio de la plantación en septiembre es también factible, si bien en este caso la recolección se trasladaría al verano-otoño siguientes (10-12 meses). La rentabilidad de otras fechas de trasplante, como invierno (diciembre), con apoyo térmico es objeto de estudio.
Valoramos incluso la rentabilidad de un cultivo anual con planta crecida puesta en febrero y soportada hasta final de año. La idea en este caso es evitar los meses más fríos de diciembre y enero, y adaptar el cultivo a los hábitos de los productores de hortícolas, que gestionan los cultivos por campañas, y preparan el suelo durante el mes de descanso.
La rentabilidad de un ciclo anual tiene que ser, no obstante, valorada. De igual modo, podría resultar de interés simultanear varios ciclos de cultivo para abastecer al mercado continuamente, con apoyo térmico según la estación en la que nos encontremos (Hueso et al., 2015).
Marco de plantación
Por otro lado, el cultivo de la papaya bajo invernadero se realiza con marcos intensos para maximizar el beneficio. Para plantaciones de híbridos se recomiendan 1.700 plantas/ha, aunque depende en parte del vigor de la variedad (Galán, 2014). En el caso de querer intensificar aún más, resulta preferible reducir la distancia entre plantas, manteniendo la distancia entre líneas para tener una mayor exposición a la luz, ya que la papaya presenta elevados requerimientos lumínicos.
Un ejemplo bien establecido es el de Canarias, donde el marco de plantación varía según se trate de líneas puras o híbridos. En el primer caso, se plantan a una densidad de 2.200 plantas/ha, en líneas sencillas, con pasillos de 3 m y distancia entre plantas de 1,5 m, mientras que en el caso de los híbridos se plantan a una densidad de 1.700 plantas/ha, con pasillos de 3 m pero con distancia entre plantas de 2 m (Galán, 2013). Las nuevas plantaciones en la Península se están realizando con marcos similares pero al tresbolillo para mejorar la captación de radiación.
Análisis de la situación en Brasil
Brasil tiene una importante participación en el mercado internacional de papaya. La producción mundial de papaya alcanzó los 12,5 millones de toneladas en 2013 y, de ese total, Brasil fue el segundo país productor con el 12,6% (FAO, 2013). Los principales países importadores de papaya procedente de Brasil son Portugal, España, Holanda, Reino Unido, Alemania y Estados Unidos (MDIC, 2014).
En Brasil, la papaya se cultiva en todos los Estados. En 2014, la producción alcanzó 1,6 millones de toneladas de fruta en una superficie de 32.118 ha. Los mayores productores fueron los estados de Bahía (aproximadamente 794.565 t), Espírito Santo (399.790 t), Ceará (98.773 t), Minas Gerais (90052 t) y Río Grande do Norte (6.9956 t), representando el 90,3% de la producción (IBGE, 2014).
Variedades
Los cultivares más utilizados allí son poblaciones ginoico-andromonoicas de tipo Solo y Formosa, en las que las plantas son femeninas o hermafroditas. Las plantas femeninas producen frutos redondeados o ligeramente ovalados, cuya cavidad interna es grande en relación al espesor de la pulpa.
Los frutos producidos por las plantas hermafroditas son alargados, con una cavidad interna pequeña en relación con la pulpa, siendo así el fruto ideal tanto para el mercado nacional como exterior (Andreani Junior, 1998). Los frutos alargados tienen como ventajas adicionales el menor coste de embalaje y transporte, pues presentan, en relación a su peso, un menor volumen (Arango et al., 2008).
Las explotaciones del grupo Solo son representadas por líneas puras, mientras que los genotipos comerciales del grupo Formosa se corresponden con híbridos F1. Las variedades más cultivadas del grupo Solo son Sunrise Solo y Golden, aunque también se cultivan materiales seleccionados a partir de ellas, obtenidos por los productores o empresas, como Sunrise Solo BS, Golden THB y Aliança Solo.
Los genotipos del grupo Formosa que se cultivan son los híbridos Tainung 01 y UENF/Caliman 01. Recientemente se ha puesto a disposición de los productores la variedad Rubi Incaper 511. La mayoría de los cultivares de Brasil poseen una pulpa rojo-anaranjada (Costa et al., 2013). Los sólidos solubles totales técnicamente recomendados son de al menos 11 oBrix (MAPA, 2010), destacando el híbrido UENF/Caliman 01 que llega a alcanzar 15 oBrix.
Los cultivares del grupo Solo poseen frutos de menor tamaño (350-700 g), destinados principalmente a la exportación. Los cultivares del grupo Formosa producen frutos de excesivo tamaño (> 1 kg), y por ello son destinados, principalmente, al mercado nacional (Serrano y Cattaneo, 2010).
La papaya es una fruta muy apreciada por muchos brasileños, siendo su consumo de 2.050 g/persona y año (Silveira et al., 2011). El precio de la papaya varía notablemente entre las centrales de abastecimiento de los Estados, teniendo en abril de 2016 valores que oscilaron entre 0,40 y 3,25 €/kg (Agrolink, 2016).
Fases del cultivo
En Brasil, el cultivo de la papaya presenta tres fases de desarrollo bien diferenciadas, que son formación de la planta (del primer al cuarto mes), floración y fructificación (del quinto al octavo mes) y producción (del noveno mes en adelante) (Ferreguetti et al., 2015). En el segundo año de cultivo, la papaya entra en una dinámica de cosechas continuas, por lo que adquiere una gran importancia social, ya que la fase de producción requiere de mano de obra continua, generando puestos de trabajo (Oliveira et al., 1994).
El índice de cosecha depende del mercado al que se destina la fruta. Para exportación, la papaya debe ser cosechada con hasta un 25% de piel amarilla, mientras que si el destino es nacional, los frutos pueden recolectarse con 25-50% de piel amarilla (Salomão et al., 2007). El ciclo de aprovechamiento comercial es corto, con una duración de aproximadamente 16 meses (Ferreguetti, 2003).
Técnicas de cultivo
El método de propagación utilizado en Brasil es mediante semilla. La preferencia por los frutos provenientes de pies hermafroditas hace que el productor brasileño se vea forzado a plantar 3-4 plantas por hoyo y realizar, a los 3-4 meses del trasplante, el sexado dejando una sola planta hermafrodita por hoyo. En el período entre la siembra y la determinación del sexo se tienen gastos adicionales de fertilizantes, riego, pesticidas y mano de obra.
Actualmente, se están investigando métodos alternativos de multiplicación en una colaboración entre la Universidad Federal do Espírito Santo y la Universidad Estadual do Norte Fluminense Darcy Ribeiro y una empresa productora de papaya (Caliman Agrícola). En este campo se prioriza la propagación de papaya hermafrodita mediante cultivo de tejidos y estaquillado, con el objetivo de trasplantar una sola planta por hoyo y reducir los costes (Schmildt et al., 2015a; Schmildt et al., 2015b).
En Brasil, el cultivo al aire libre es posible debido a las óptimas condiciones para el crecimiento y desarrollo, principalmente en la región noreste y en el Estado de Espírito Santo (Marin y Silva, 1996). Los vientos, no obstante, constituyen un problema causando rotura y caída de hojas, reducción del área foliar y exposición excesiva de la fruta a la luz solar, origen de quemaduras en la piel. Para disminuir estos inconvenientes, se utilizan cortavientos (Dias et al., 2007).
El marco de plantación depende de la topografía del terreno, de la dimensión del área de cultivo, del sistema de cultivo, del tipo de suelo, de la mecanización y del cultivar que será plantado. Las distancias en filas individuales varían entre 1,4 y 2,1 m entre plantas, y entre 3 y 3,8 m entre hileras. Para el cultivo en hileras dobles, varían entre 3,6 y 4 m en las hileras dobles y entre 1,8 y 2,5 m entre plantas. El cultivo al aire libre obliga también al control de las malas hierbas mediante labores en plantaciones jóvenes y aplicación de herbicidas en plantaciones adultas (Martelleto et al., 2013).
La elevada incidencia del virus de la mancha anular obliga a la retirada continua de papayas enfermas de la parcela. En Brasil, es común la eliminación de brotes secundarios después del primer mes de trasplante para así favorecer al tallo principal, la eliminación de los frutos defectuosos y de los de pequeño tamaño, con la finalidad de estandarizar el peso de los frutos.
En las regiones brasileñas donde los niveles de precipitación exceden los 1.200 mm anuales, con lluvias bien distribuidas durante todo el año, es posible la realización de plantaciones de papaya de secano, realizándose éstas al comienzo del periodo lluvioso (Costa et al., 2003). En regadío, realizado por goteo o microaspersión (Reis et al., 2013), la plantación puede ejecutarse en cualquier época del año.
Sin embargo, dependiendo de la variedad y conociendo el período entre la siembra y la cosecha, se puede programar una plantación de forma que el inicio de la cosecha coincida con el período de mayor precio del mercado de fruta (Salomão et al., 2007).
La papaya se desarrolla bien en suelos con bajo contenido de arcilla, bien drenados y ricos en materia orgánica. Es conveniente que los suelos de cultivo tengan una textura areno-arcillosa, con pH entre 5,5 y 6,7 (Oliveira et al., 1994; Dias et al., 2007; Pereira et al., 2009). En Brasil, las situaciones más comunes están entre 4,0 y 7,5 (Lopes et al., 1991), y gran parte de los suelos son considerados ácidos, por lo que se recomienda la aplicación de caliza para su corrección (Fageria y Stone, 1999).
Plagas y enfermedades
Las principales enfermedades que afectan a la producción son las causadas por virus (mosaico y meleira), y la antracnosis y la pudrición peduncular, en postcosecha. Las enfermedades foliares pueden causar graves daños en la fruta, depreciando su valor comercial.
Dentro de las plagas más frecuentes destacan el ácaro blanco y araña roja y el saltamontes verde. Algunas especies de importancia secundaria, como la mandarová, las cochinillas y el barrenador del tallo, causan en algunas regiones daños considerables (Martins, 2003).
Los programas de producción integrada Brasil han recibido notable impulso, priorizando estrategias de control menos agresivas (Culik et al., 2003). Una de las metas del Sistema Integrado de Papaya es contar con un control de las diferentes LMRs de cada principio activo, exigidos en los mercados de Europa y Estados Unidos (Ferreguetti et al., 2015).
Conclusiones
El cuadro II refleja las diferencias entre los sistemas productivos de papaya en España y Brasil. A pesar de las notables diferencias entre los sistemas de cultivo en ambos países las colaboraciones establecidas sugieren el desarrollo de sinergias. El proceso de sexado mediante marcadores moleculares en España puede beneficiar igualmente a los productores brasileños.
El extenso conocimiento de los requerimientos del cultivo en Brasil sirve de guía para la adaptación del cultivo a los invernaderos de Andalucía. El desarrollo conjunto de métodos de multiplicación vegetativa (Schmildt et al., 2015a) es de mutuo interés. El control biológico de plagas representa una oportunidad de negocio y colaboración conjunta.
En España, las zonas de producción de Andalucía cuentan con la cercanía al mercado europeo. Ello permite desarrollar un sistema de cultivo de papaya con fruta recolectada en un estado de maduración tal que garantice al consumidor un fruto con elevadas características gustativas, siguiendo el modelo que tan exitosamente se ha aplicado en otras frutas tropicales como el mango.
Los datos que se van obteniendo en estos tres-cuatro años de incipiente cultivo sugieren que el cultivo protegido de la papaya no es solo una opción viable, sino también rentable. El desarrollo del cultivo en Andalucía alentará el consumo en el mercado europeo permitiendo mayores ventas a Brasil, país cuyas condiciones de cultivo le permiten abastecer al mercado durante los doce meses del año, complementando las incipientes producciones andaluzas, especialmente en los meses más fríos del año.