El tomate de industria es el cultivo hortícola más importante de Extremadura, donde se cultivan más de 20.000 hectáreas y se producen más de 1,8 millones de toneladas de tomate al año. Lolafruits es una de las empresas implicadas en este cultivo, estando al frente de 800 ha de tomate en la zona de Badajoz.
Por Carmen Sánchez. Periodista.
Lolafruits se dedica a la gestión de cultivos a terceros y cultivos propios. Actualmente cuentan con 110 ha en arrendamiento donde cultivan maíz, cereales de invierno y brócoli y gestionan a terceros unas 800 hectáreas de tomate, 700 de cereal, además de viñas y olivos en los alrededores de Badajoz, así como en la zona portuguesa cercana a Évora.
Los suelos en los que trabajan son principalmente de tipo franco o franco-arenoso, con un porcentaje de materia orgánica que oscila alrededor del 0,5-1. “En algunas fincas estamos consiguiendo aumentar la materia orgánica con técnicas como la rotación de cultivos o covercrop”, explica Juan Luis Gordillo, técnico de la empresa.
En Lolafruits tienen la investigación como motor de desarrollo de la empresa. Es por ello que la toma de decisiones durante todo el proceso de cultivo la hacen en base a análisis y a la experiencia.
En el tomate, su cultivo principal, cuentan con una densidad de plantación de 23.000 plantas por hectárea que producen un rendimiento medio de unos 100.000 kg/ha. Las plagas que afectan principalmente a estas plantas son eriófidos, la Heliothis o el pulgón y, en menor medida, araña roja. En cuanto a las enfermedades, destacan los hongos del suelo, como el Fusarium, Phytophthora u oídio. Para controlar esto, recurren sobre todo a conteos y trampas que instalan en las parcelas y con las cuales determinan la presión de la plaga para establecer el umbral de tratamiento.
Para la gestión de malas hierbas, optan por la rotación de cultivos junto a aplicaciones dirigidas de herbicidas y escarda mecánica.
En cuanto al abonado, parte de sus cultivos son ecológicos basando su fertilización en la aplicación de abonos orgánicos. En el resto se aplican abonos químicos estableciendo su plan de abonado en función de los resultados obtenidos en los análisis del suelo y foliares. Este plan de abonado se lleva a cabo tanto en fondo como a través de la red de riego, es decir, mediante fertirrigación.
Un sistema de riego poco usual
El sistema de riego instalado en las parcelas de tomate que gestiona esta empresa es mediante goteo enterrado, no muy habitual en la zona. Anteriormente usaban el sistema de riego superficial, frente al cual este nuevo sistema supone un ahorro de agua alevitarse las pérdidas por evaporación.
En este campo han implantado técnicas como la Hoja de riego, un programa de riego que diseñó Carlos Campillo, investigador del grupo de Riego y Nutrición del Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (CICYTEX) que funciona como un simulador. “Se introducen datos climáticos, el tipo de suelo, de riego, el ciclo del cultivo y automáticamente el programa ofrece información sobre balances o crecimiento”, dice Gordillo.
Zonificación para aprovechar los recursos
En Lolafruits con el apoyo de la empresa Agrodrone han apostado por las nuevas tecnologías como los drones, tecnología para el mapeo y zonificación del suelo, el geoposicionamiento o las cámaras de precisión para sacarle el máximo rendimiento a sus cultivos. De esta manera, cuentan con dos líneas de trabajo: por un lado miden el parámetro Suelo y por otro el parámetro Cultivo.
Para medir el parámetro Suelo usan un geosensor, un sistema que arrastran por las fincas con la ayuda de un quad y que toma medidas de la resistencia que ofrece el suelo al paso de una corriente electromagnética. “Como lleva un GPS de alta precisión para saber la localización exacta de cada uno de los miles de puntos de medida y luego desarrollamos mapas para hacer zonificaciones”, cuentan.
Esto les permite realizar una clasificación de suelos en función de su textura, resultando suelos arcillosos, arenosos o suelos francos. Además, hacen una predicción de la evolución que tendrá el cultivo y su potencial productivo, y les permite realizar el diseño de riego para cada zona concreta.
Estas herramientas también las usan para adecuar la densidad de plantación, así como para la organización general de la parcela: qué suelos son mejores para cada cultivo o variedad. En resumen, hacer una zonificación repercute en un uso adecuado y eficaz de los recursos de la explotación.
Drones para conocer las necesidades del cultivo
En la línea de trabajo con drones, esta empresa evalúa la planta en sí. “Tenemos dos tipos de sensores”, especifican, “una cámara térmica y una multiespectral. La térmica la tenemos principalmente enfocada a medir el estrés hídrico de la planta. Si la planta está estresada y no tiene agua, cierra los estomas y no transpira, subiendo la temperatura. Por esa diferencia térmica somos capaces de determinar qué plantas están estresadas”, indican.
Tras volar los drones y obtener los datos, éstos se analizan y es en función de los resultados cuando se toman las medidas complementarias necesarias. De la misma manera, para medir el estrés nutricional usan una cámara multiespectral con distintos índices (NDVI, NDVIG…) basados en la diferencia de color que presenta la planta en el infrarrojo. Este trabajo realizado con drones se acompaña con un trabajo de campo: la toma de muestras y análisis en laboratorio.
En Lolafruits usan estas nuevas tecnologías desde hace un par de años y las aplican sobre todo a la gestión de grandes superficies, debido al mayor beneficio que aportan en este tipo de extensiones. Según ellos, “tener una visión global te permite tener la información suficiente para hacer un uso más sostenible de los recursos. No es lo mismo a la hora de evaluar el estrés nutricional, coger una muestra aleatoriamente, que ir de manera dirigida y saber dónde están las deficiencias del cultivo”.
“No puedes hacer una gestión homogénea de toda la superficie. Nosotros ayudamos a identificar esa variabilidad, a medirla, delimitarla y dar recomendaciones para usar los recursos de manera más eficaz”, argumentan. Se trata así de herramientas que permiten aumentar la eficacia y el rendimiento del cultivo a la vez que suponen un ahorro en coste y en tiempo.
Proyectos de investigación
Para poder avanzar en su labor, Lolafruits está llevando a cabo varios proyectos de investigación, colaborando con distintas multinacionales en proyectos destinados a adaptar la densidad de siembra a la tipología del suelo o a mejorar la gestión del cultivo del olivar.
También tienen proyectos con el Cicytex, con el cual están desarrollando sensores que complementen el trabajo que realizan con los drones y los geosensores. Además, poco a poco están planteando varios proyectos a nivel regional, nacional e internacional, tanto con centros de investigación como con multinacionales. Estos proyectos van enfocados a usos específicos de estas tecnologías en función a las necesidades de los cultivos.
Teniendo en cuenta que las nuevas tendencias conducen a un aumento del tamaño de las explotaciones, gracias a estas nuevas herramientas aplicadas a los cultivos esta tecnología permite disminuir los costes de cultivo, tanto económicos como medioambientales, permitiendo producir más y de manera mas sostenible. Y es que la clave para el avance de los cultivos está en la incorporación de las nuevas tecnologías y del conocimiento disponible.