La Universidad Pública de Navarra lidera una nueva red de investigación en viticultura formada por siete universidades y tres centros de I+D en busca de mejorar la transferencia de resultados al sector vitivinícola.
El consorcio que forma esta red ha sido seleccionado por el Ministerio de Economía y Competitividad, dentro de la última convocatoria del Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia. Participan también las Universidades de Islas Baleares, La Rioja, Lleida, la Politécnica de Madrid y la Politécnica de Valencia, junto al Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) de la Generalitat de Cataluña y dos centros del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC): el Instituto de Ciencias de la Vid y el Vino (ICVV) de Logroño y el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS) de Murcia.
«La relevancia económica de la viticultura en España, al ser el primer país del mundo en superficie de viñedo y el tercero en producción, ha propiciado la existencia de muchos grupos de investigadores en este ámbito», explica Gonzaga Santesteban, coordinador del proyecto y profesor del Departamento de Producción Agraria de la Universidad Pública de Navarra.
«Sin embargo, el grado de coordinación entre ellos es a veces insuficiente y, frecuentemente, unos no se benefician de la actividad y de los resultados de otros por falta de comunicación, de estandarización de los procedimientos y de generación de bases de datos comunes», añade.
Los desafíos de la viticultura
De esta manera, la red potenciará la comunicación entre los diez grupos de investigadores, cuyo trabajo abarca temáticas que van desde los aspectos genéticos hasta los fisiologicos, agronómicos y tecnológicos de la viticultura. Asimismo, prentenden impulsar las actividades de I+D+i, buscando su vertiente aplicada y afrontar así los desafios de la investigación española en viticultura.
Entre estos desafíos, Santesteban destaca los de «explotar la diversidad genética de las variedades de vid de la Península Ibérica para potenciar la diversidad de los vinos españoles y consolidar su tipicidad, afrontar el efecto de del cambio climático en las distintas variedades e innovar aplicando con sensatez las nuevas tecnologías al viñedo».
Además estudiarán también la edad de las plantaciones, de acuerdo a la preocupación creciente por la longevidad de los viñedos. «Tradicionalmente, las vides podían vivir cien años o más, pero ahora se quedan frecuentemente en treinta. Esta reducción obedece a la presencia de hongos en la madera. La manera actual de cultivar, con suelos más fértiles, ha acelerado el ciclo de producción, lo que provoca que las plantas sean más susceptibles de enfermar. De ahí la necesidad de aplicar un enfoque multidisciplinar a los estudios sobre esta materia», ha manifestado el investigador principal de la red.