El voto favorable del Parlamento Europeo a las Nuevas Técnicas Genómicas abre las puertas a la comercialización en España y en toda Europa de una variedad de arroz bomba desarrollada por Agrotecnio y la Universitat de Lleida.
Esta variedad de arroz es resistente a la piricularia, una enfermedad prevalente en todo el mundo causada por el hongo Magnaporthe oryzae. Conocida como quemado o añublo del arroz, la piricularia está muy extendida y provoca grandes pérdidas productivas, también en los cultivos de arroz peninsulares.
Para infectarla, el hongo Magnaporthe oryzae identifica determinados genes endógenos de la planta. En este sentido, una investigación liderada por Paul Christou, Teresa Capell y Jordi Voltas, de Agrotecnio y la Universitat de Lleida, desactiva estos genes de manera que el hongo no es capaz de identificar ni infectar las plantas.
Las primeras investigaciones de este equipo de investigación, uno de los primeros del mundo en trabajar en biotecnología del arroz y edición genética, comenzaron a inicios de los 90 y la primera publicación científica sobre edición genética se publicó en 2016.
Además, el grupo de Gestión Forestal liderado por Jordi Voltas lleva más de 20 años colaborando con empresas de producción de semillas de arroz del Delta del Ebro. En 2022 se iniciaron dos proyectos financiados por el Ministerio de Ciencia e Innovación (Sustainrice y Blast-Away) que han ayudado a desarrollar este arroz resistente a la piricularia, gracias también a la implicación de una empresa del sector.
Nuevas Técnicas Genómicas
El Parlamento Europeo ha adoptado una posición favorable sobre la propuesta de la Comisión Europea relativa a las Nuevas Técnicas Genómicas (NTG), que alteran el material genético de un organismo. El objetivo de esta propuesta legislativa es hacer el sistema alimentario más sostenible y resiliente, desarrollando variedades de plantas resistentes a las plagas, la sequía u otros problemas, que además den mayor producción y requieran menos fertilizantes y pesticidas.
Actualmente, todas las plantas que se obtienen mediante Nuevas Técnicas Genéticas (NTG) están sujetas a la misma normativa que cualquier Organismo Genéticamente Modificado (OGM), la directiva europea de 2001. Sin embargo, hay grandes diferencias. En comparación con un organismo original, no modificado, los organismos producidos por las NGT pueden tener pequeños cambios en su código genético que también podrían ocurrir en la naturaleza o mediante la mejora convencional.
Dado que algunas variedades de NGT pueden tener modificaciones más extensas, el Parlamento Europeo propone distinguir entre las plantas equivalentes a las convencionales (NGT 1) y las plantas más modificadas (NGT 2), que tendrán que cumplir requisitos más estrictos.
El arroz editado genéticamente desarrollado en Lleida se consideraría NGT1, porque es indistinguible de una variedad original que hubiera mutado en la naturaleza. La diferencia es que mejorar el arroz mediante técnicas tradicionales podría proporcionar este resultado en el plazo de entre 10 y 15 años en el mejor de los casos, un logro que la edición genética garantiza en solo uno o dos.
Esta noticia llega en un contexto de protestas del sector agrario que, entre otras cuestiones, demanda que se impongan los mismos requisitos a los productos importados que a los cultivados en la Unión Europea. Paul Christou señala que “esta regulación cambiará las prácticas en Catalunya y en Europa. Tiene el potencial de poner el arroz catalán y español a la vanguardia de la producción con tecnología punta”.
El arroz, que se cultiva en centenares de países, alimenta a más de la mitad de la población mundial y se considera un elemento clave en la seguridad alimentaria. Actualmente, para luchar contra la piricularia, los y las agricultoras solo pueden utilizar cinco fungicidas, una lista que se prevé que se reduzca en los próximos años porque el más utilizado está sometido a una moratoria que hace intuir que se prohibirá pronto.
Christou, Capell y Voltas responden a la pregunta sobre la seguridad de estos productos para la alimentación humana explicando que “las plantas resultantes solo difieren de las originales por unos pocos ácidos nucleicos en su secuencia de ADN, precisamente por el gen desactivado. Eso se traduce en un número infinitesimalmente pequeño de modificaciones de ADN, muy inferior a cualquier mutación natural que ocurre diariamente en la naturaleza y sobre la que no hay regulaciones o preocupaciones”.