Frenar la agresividad del Fusarium oxysporum, uno de los hongos que más afecta a la agricultura, a través de la manipulación genética. Este es el objetivo de un nuevo estudio científico en el que participa la Universidad de Córdoba.
Más de 150 cultivos de todo el mundo, entre los que se encuentran algunos tan comunes como el tomate, el plátano, el pepino, la calabaza o el melón, son víctimas de este patógeno, capaz de causar pérdidas millonarias a los agricultores.
El Fusarium oxysporum puede pasar inadvertido en el suelo durante más de tres décadas y, al detectar las raíces de una planta hospedadora crece hacia ellas, colonizando el sistema vascular y provocando que los cultivos se marchiten.
Para luchar contra este patógeno se utilizan diversas estrategias que han demostrado no ser 100% efectivas, como la aplicación de fungicidas, la rotación en la siembra o el desarrollo de variedades resistentes.
Por eso, el grupo de investigación Genética Molecular de la Patogénesis Fúngica de la Universidad de Córdoba ha desarrollado una nueva estrategia con la que ha conseguido atenuar la virulencia del hongo: alterar genéticamente una ruta celular, haciéndole ‘creer’ que dispone de los recursos necesarios sin necesidad de infectar.
Despistando al hongo
«Desde hace décadas se hipotetiza con la idea de que el hambre de nutrientes es una señal de activación de la infección«, explica el investigador Manuel Sánchez, uno de los autores del estudio.
Partiendo de esta premisa, la investigación ha eliminado un gen del hongo, que codifica para una proteína denominada Tsc2. Al suprimir esta proteína, según los resultados del trabajo, se consigue activar, de forma permanente, una ruta celular que se pone en marcha de forma natural cuando el patógeno dispone de nutrientes necesarios.
«Es como decirle al hongo que no necesita recursos, creando una confusión», subraya el investigador. A pesar de que el microorganismo está en un entorno en el que debería poner en marcha sus mecanismos de infección, recibe un conjunto de señales que le comunican que dispone de los nutrientes necesarios para sobrevivir sin necesidad de infectar. Se trata, en definitiva, de jugar, genéticamente, con su hambre. Un pequeño engaño químico.
Según los resultados del trabajo, publicado en la revista científica Molecular Plant Pathologyy realizado mediante ensayos de infección en plantas de tomate, esta cepa del Fusarium oxysporum modificada genéticamente disminuye su capacidad de penetración y adherencia a la raíz, atenuando, así, su virulencia.
De esta forma, el trabajo, en el que también ha participado la investigadora Gasabel Yaneth Navarro Velasco y el investigador Antonio Di Pietro, pone encima de la mesa un objetivo a medio y largo plazo: desarrollar una estrategia antifúngica que trate de replicar esta respuesta fuera del laboratorio.
Referencia:
Constitutive activation of TORC1 signalling attenuates virulence in the cross-kingdom fungal pathogen Fusarium oxysporum. Gesabel Yaneth Navarro-Velasco, Antonio Di Pietro, Manuel Sánchez López-Berges. Mol PlantPathol. 2023 Apr;24(4):289-301. doi: 10.1111/mpp.13292. Epub 2023 Feb 24