La Región de Murcia, Alicante, y en menor medida en algunas provincias de Andalucía, concentran la mayor parte del cultivo de uva de mesa en España. Entre las empresas que comercializan uva de mesa sin semillas se encuentra Moyca, una empresa murciana que destaca por tener la mayor superficie de producción para uva de mesa sin pepitas, con más de 2.000 ha. Antonio Domene, director general de la empresa murciana desde finales de la pasada campaña (2021), y Jerónimo García Monreal, director de Control de Producción de Moyca, explican los factores clave para conseguir diferenciarse a nivel nacional e internacional.
Elena Martín Seseña, redacción.
El cultivo de uva de mesa en España ocupa una superficie de más de 14.000 hectáreas de cultivo, de las que 6.688 corresponden a uva de mesa blanca con semilla, 3.452 hectáreas corresponden a uva de mesa roja sin semilla, 2.441 hectáreas corresponden a uva blanca sin semilla y 1.891 hectáreas a uva de mesa roja sin semilla, según datos extraídos del FEPEX, con fuente del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA). La producción global estimada de uva de mesa es de 273.000 toneladas al año. De esta cantidad, dos de cada tres partes se destinan a mercados internacionales, principalmente, Europa y Reino Unido.
Correspondiendo al grueso de la producción y exportación de variedades de uva apirenas (sin semillas/sin pepitas), con una mayor acogida cada vez más en mercados europeos gracias, sobre todo, a la facilidad de consumo, se encuentra la Región de Murcia, con un total de exportaciones registradas de 130.000 toneladas la pasada campaña, por un valor de 275 millones de euros, según datos de FEPEX.
Entre las empresas que comercializan uva de mesa sin semillas en esta zona, se encuentra Moyca, con sede central en Totana, y presencia en las principales zonas productoras de la región como Alicante y Badajoz. Esta empresa murciana cuenta con la mayor superficie en producción para uva de mesa, con más de 2.000 hectáreas, la cual, además, va creciendo de 100 en 100 ha cada año. En este aspecto, tiene una gran capacidad de producción en las variedades más demandadas por los principales mercados: Superior, Crimson, Autum Crisp y Allison. Además, Moyca cuenta con 30 agricultores asociados, a los que se les presta apoyo técnico para la producción de una uva de mesa de calidad superior.
Sus métodos de producción les permiten diferenciarse por la calidad de sus frutos, a la vez que destacan por la constante incorporación de variedades de uva exclusivas. Entre ellas están: Cotton Candy, variedad popular por su sabor a algodón de azúcar; Ralli, una uva roja temprana con un sabor característico; Muscat Beauty, con gusto a moscatel; Krissy, K2 y K3 que destacan por su sabor tropical a mango; K3, Funny Fingers con forma peculiar de “dedos de bruja”; y Straw Grapes, que tiene sabor a fresa.
Factores clave de diferenciación
“El clima y la situación geográfica son factores clave a la hora de determinar dónde cultivar, ya que los cultivos en diferentes altitudes nos permiten: producir variedades tempranas en las áreas más bajas, producir gran cantidad de variedades en las zonas de altitud media y producir variedades más tempranas y de color en las superficies más elevadas. La producción total alcanza los 70 millones de kilos por campaña”, ha apuntado Antonio Domene, director general de la empresa murciana.
Domene se incorporó a finales de la pasada campaña (2021) a la dirección de Moyca con el interés de cumplir con los objetivos de la empresa, los cuales, se basan en continuar investigando en nuevas variedades y crecer en superficie como lo hacen año tras año, aparte de seguir con la filosofía de diferenciación y exclusividad de sus productos.
“Nuestra apuesta desde el origen ha sido la de diferenciarnos por calidad y variedad. Hoy mantenemos esta máxima. Somos líderes en exportación y queremos seguir siéndolo, pero también hemos comenzado a fijarnos más en el mercado nacional, para que las mejores uvas de mesa sean más accesibles dentro de nuestro país. La intención es seguir haciendo las cosas muy bien, para generar más empleo, más riqueza en nuestro territorio y mantenernos como la referencia en uva de mesa sin pepita”, ha afirmado Domene.
Moyca venía contando con 27.000 metros cuadrados distribuidos en cinco centros de manipulación. De cara a la próxima temporada, la empresa murciana ha ampliado sus instalaciones. Se trata de un nuevo almacén de 15.000 metros cuadrados en el municipio de Archena, en Murcia, que permitirá mantener la senda de crecimiento en términos de producción y de ventas con una inversión superior a los 12 millones de euros.
Esta nueva planta ya cuenta con 500 trabajadores y tienen previsto multiplicar por tres esa cifra (en plena producción). Estas personas se unirán a los más de 7.500 empleados del grupo a lo largo de la campaña. Un ejemplo de lo que el sector agroalimentario aporta a la importante tarea de fijar población rural en la región y combatir la despoblación, sobre todo, de los territorios rurales.
Por otro lado, su apuesta por la innovación y sostenibilidad ha ido en aumento durante estos años. Un buen ejemplo de su responsabilidad y eficiencia es la instalación fotovoltaica de 369 KWp, que les permite generar el 83% de la energía que consumen sus instalaciones. A través de esta tecnología reduce su huella de carbono en 155 toneladas anuales.
“Somos responsables en nuestros métodos de producción, envasado y en la forma en que comercializamos nuestras uvas. La innovación y la tecnología son herramientas fundamentales para abordar la sostenibilidad, por eso siempre tratamos de ir por delante en nuestro sector, participando en proyectos, junto a proveedores, universidades y de manera individual”, ha destacado Domene.
Ventajas de producir en diferentes altitudes
La empresa murciana tiene fincas ubicadas desde la zona de la costa en Águilas, hasta las zonas de interior del Noroeste de la Región de Murcia, como Archivel (Caravaca de la Cruz) y el Altiplano de Jumilla, pasando por las zonas del valle del Guadalentín, Lorca, Totana y Alhama, la zona de la Vega Media en el campo de Blanca, y Molina de Segura.
Esto les permite producir variedades tempranas en las zonas de menor altitud; obtener cosecha mediante variedades de media estación en zonas de media altura; y ampliar la temporada y asegurar un producto de calidad en zonas de mayor altitud, según ha explicado Jerónimo García Monreal, director de Control de Producción de Moyca.
La Región de Murcia, se encuentra en una zona de transición entre los climas mediterráneos y los climas semiáridos que avanzan las características del desierto norteafricano, dando lugar a temperaturas altas y precipitaciones escasas. Esta situación ofrece entre 120 y 150 días de sol al año y una temperatura media de 18º C, con veranos calurosos e inviernos suaves. En general, las precipitaciones son escasas (aproximadamente 300-350 mm/año) en todo el territorio regional, siendo el verano una estación eminentemente seca.
Los vientos de Poniente, escasos en precipitaciones, son los más dominantes en estas latitudes. Los de Levante, procedentes del Mediterráneo Occidental, provocan la ascensión de las masas cargadas de humedad. En verano/otoño la gota fría provoca fuertes temporales, ya que en su rotación, estos vientos chocan con las montañas del interior y generan episodios de fuertes precipitaciones que provocan escorrentías y desbordamientos de los cursos naturales del agua al ser lluvias torrenciales con gran capacidad erosiva.
La diversidad topográfica que ofrece la Región de Murcia, según ha apuntado García Monreal, genera una diversidad climática que influye directamente sobre la producción agrícola. De este modo, el máximo exponente de identificación del clima subtropical se encuentra en las zonas de Águilas y del valle del Guadalentín, aportando una ventaja competitiva para la producción de variedades tempranas con pocas necesidades de horas frío y de recolección en la primera franja de la campaña de producción, junio, julio y agosto.
“Según se avanza hacia el interior, Noroeste y Altiplano, tenemos producción óptima sobre variedades tardías, donde la escasez de episodios de lluvias ocasionales en forma de tormentas de verano, proporcionan días secos con rachas de viento suaves, que generan efecto secante propicio para mejorar las condiciones fitosanitarias de la uva”, ha destacado García Monreal.
Métodos de producción y manejo de cultivo en Moyca
En Moyca cuentan con dos métodos de producción, el desarrollado mediante técnicas de agricultura convencional y el de producción ecológica. Ambos tipos de producciones se realizan bajo el mismo sistema de conducción y manejo, que se denomina parral español. Este método está compuesto por una estructura tridimensional permanente, a base de tubos galvanizados y alambres de acero, cuya misión es la de conducir la vid y controlar su desarrollo.
El sistema de alambres que compone el parral, sirve como estructura de sujeción y soporte para la planta, de modo que todo el desarrollo vegetativo se realiza a dos metros del suelo, en la parte superior, esto provoca la formación de un techo con el follaje de la vid que protege los racimos de uva. Según ha explicado el director de producción, este sistema de conducción es ideal en zonas cálidas porque permite mayor aireación, más protección de la fruta del exceso de sol y, además, disminuye la posibilidad de enfermedades o plagas.
La uva es una fruta sensible al rozamiento, éste genera defectos en la piel de la baya que pueden llegar a generar enfermedades y la pérdida de cosecha por criterios cualitativos. Por eso, en los viñedos de Moyca, la separación entre vides suele ser amplia (3,5 x 3,5), lo suficiente como para que la fruta pueda desarrollarse de una forma óptima, es decir, un espacio que permita su crecimiento sin rozaduras entre racimos y una alta efectividad en los tratamientos fitosanitarios.
“El sistema de cultivo mediante parral español nos permite, durante la fase de engorde de la uva, descolgar y colocar todos los racimos en un mismo plano accesibles para los operarios y para los tratamientos fitosanitarios. Es un espectáculo observar un parral previo a su recolección con toda la oferta de fruta disponible en un mismo nivel y accesible a la vista”, ha destacado García Monreal.
En cuanto al manejo de cultivo, es prácticamente similar en las dos modalidades de cultivo. En ambos tipos de sistemas de producción se realizan algunas labores comunes. En la fase de poda, tratan de reducir el número y la longitud de los sarmientos para que la vid produzca menos racimos, pero de más grosor y más calidad.
Por otro lado, realizan la práctica de deshojado (o despampanados) para conseguir una mayor aireación de los racimos, además de eliminar el efecto pantalla que las hojas tienen frente a las aplicaciones fitosanitarias. De esta forma, obtienen una mayor efectividad de las aplicaciones fitosanitarias contra las distintas plagas, entre las que se encuentran con más virulencia Melazo (Planococus citri), Hilandero (Lobesia botrana), Trips (Frankiniela occidentalis), Mosquito verde (Empoasca vitis) y Araña (Tetranichus urticae) y, por otro lado, enfermedades como oidio, mildiu y botritis.
Para poder regular la cosecha a nivel general, utilizan el capado del racimo. Se trata de una técnica que consiste en cortar la porción final del racimo (en mayor o menor medida en función de cada variedad) con dos claros objetivos, regular el peso final del racimo e incrementar la longitud de los hombros de esta para que el racimo quede menos compacto.
En todas las fincas se utilizan los sistemas más avanzados de fertirrigación (riego por goteo 100% de las parcelas), existiendo sondas en tiempo real de medición de agua en el suelo y pudiendo optimizar el uso de este recurso de forma permanente.
En cuanto a la protección de cultivo, existen tres elementos de cobertura o protección contra las inclemencias climáticas: la malla antigranizo, que está colocada en el 100% de las parcelas; el plástico para adelanto y homogenización de cosecha, que cumple con el objetivo de adelantar el ciclo de cultivo más protección frente a lluvias, minimizando así la afección por hongos (oidio, mildiu y botritis). Además, con este plástico colocado previo a la brotación de la vid, se consigue una homogenización del tamaño de las bajas, al provocar que la apertura de flores y el consecuente cuaje de las mismas, se produzca a la vez en todo el racimo; el plástico de protección, que protege a la uva frente a las precipitaciones.
Asimismo, también se emplean distintas técnicas para reducir el número de aplicaciones dirigidas contra plagas, llegando en algunas ocasiones a no tener que realizar tratamientos específicos contra ellas (manejo integrado de plagas): feromonas de confusión sexual para lobesia y melazo, mosqueros de captura masiva de mosca de la fruta, placas cromotrópicas para controlar la población de mosquito verde, descortezado de los troncos de las parras y suelta de enemigos naturales, como el Cryptolaemus contra Planococus citri (melazo).