En el cultivo del almendro nunca se ha considerado económicamente viable buscar el máximo potencial productivo dado que se intuía que la rentabilidad económica de tal situación no sería viable. Esta visión ha empezado a cambiar y existen productores, algunos de ellos en California, que han observado que pasar de ciertos límites productivos es muy rentable en almendro. Para llegar a obtener esas elevadas producciones hay que mejorar en su conjunto las técnicas de producción del almendro, entre las que destaca de manera importante el manejo del riego.
Joan Girona i Gomis.
Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA). Programa Uso Eficiente del Agua. Edifici Fruitcentre. Lleida.
El almendro es una especie con mucha facilidad de adaptación a un amplio rango de disponibilidades hídricas. Por eso encontramos plantaciones de almendro en ambientes muy variados como las del Valle de San Joaquín (California, EE.UU.) con suelos fértiles y profundos, donde los almendros reciben grandes cantidades de agua de riego (1.200 mm/año) (Micke y Kester, 1978), y en el litoral mediterráneo donde se cultivan en secanos áridos que no reciben más agua que la de la lluvia, y los suelos suelen ser pobres y poco profundos (Grasselly y Crossa Reynaud, 1984; Vargas, 1975).
Esta especie tiene una gran capacidad para convivir con el déficit hídrico (Castel y Fereres, 1982; Marsal et al., 1997; Wartinger et al., 1990) e incluso con otro tipo de adversidades como la salinidad (Franco et al., 2000; Nightingale et al., 1991) llegando a mejorar, en estas situaciones, la calidad del fruto (Nanos et al., 2002). Como en otros cultivos, si existen las condiciones adecuadas y suficiente agua se observa una respuesta muy positiva de crecimiento y producción (Girona, 1992, Girona et al., 2005, Goldhamer et al., 2006), con saltos productivos que van de los 120 kg grano/ha en secano a más de 3.000 kg grano/ha en regadío. Debido a la baja rentabilidad, las zonas de secano tradicional están siendo abandonadas.
Respuesta productiva al riego
La producción relativa del almendro en comparación con el agua aplicada (figura 1), presenta una respuesta lineal del tal forma que a más demanda hídrica y más disponibilidad de agua, más producción obtiene, hasta un tope donde la producción no aumentaría más, una vez se han satisfecho los requerimientos hídricos del mismo. Este punto de equilibrio podría situarse alrededor de un valor de disponibilidad relativa de 0,8.
La figura 1 se ha obtenido con datos elaborados por el autor tomando de base las siguientes fuentes documentales: Girona et al., 2005; Hutmacher et al., 1994; Romero et al., 2004; Girona et al., 2011; Goldhamer et al., 2006; Torrecillas et al., 1989; Girona et al., 1997; Goldhamer (cv. Non Pareil); Goldhamer (cv Monterey); Goldhamer (cv Butle); Goldhamer (cv Padre) y, Goldhamer y Girona, 2012.
Otra forma de representar los datos de la figura 1 la encontramos en la figura 2, donde se obtienen las relaciones absolutas entre producción y disponibilidades hídricas. Aparte de visualizar la producción potencial del cultivo, la figura 2 es un fiel reflejo de la evolución en la mejora en su conjunto de las técnicas de producción del almendro, entre ellas el riego, y de cómo las funciones de producción han ido mejorando con el tiempo.
Así, la función de producción de los años 90 muestra una pendiente muy baja con ratios productivos medios de 0,160 kg de almendra grano por m3 de agua, la función de producción de los años 2000 este ratio productivo se sitúa sobre los 0,40 kg de almendra grano por m3, con una pendiente superior, y la función de los casos más exitosos un ratio de 0,75 con una pendiente semejante a la observada en la función de producción de los años 2000, pero con una mejora en el teórico punto de intercepción, que nunca puede ser positivo en el eje de la producción, pero que indica una mejora de gestión del riego en las partes inferiores de la función.
La gestión del riego siguiendo criterios estándar de aplicación de agua en función de la demanda hídrica de los cultivos, es la que nos conduce a las funciones de producción de los 2000, y en el ejemplo que a continuación se presenta, los resultados de los tratamientos de aplicación de agua lineal acorde con la demanda (T-100, T-130 y T-70) se sitúan claramente sobre esta función. No obstante los resultados del tratamiento RDC (riego deficitario controlado) nos sitúan sobre la función de producción denominada de casos exitosos.
La estrategia de riego deficitario controlado (RDC) se basa en la reducción de riego durante determinados periodos del ciclo anual de la planta, en los que la sensibilidad productiva del almendro adulto (siempre pensando en árboles plenamente desarrollados) es menor.
El almendro es más sensible en primavera y más resistente en verano. En primavera suceden la mayoría de procesos sensibles al déficit hídrico y que repercuten sobre la producción (floración, cuajado, los diferentes tipos de crecimiento del fruto y los vegetativos, el inicio del crecimiento de las yemas, etc.), mientras que en verano prácticamente la actividad se centra en el transporte de asimilados de las hojas a los almacenes de reservas al fruto y otros procedimientos mucho menos sensibles al déficit hídrico (Girona 1992; Kester et al., 1996).
Adicionalmente un déficit hídrico en verano y antes de cosecha parece que podría inducir un aumento en la floración y cuajado en la campaña siguiente, mientras la sequía después de cosecha produce el efecto contrario (Goldhamer y Vivers, 2000).
En un ensayo (Girona et al., 2005) realizado durante cuatro años (1990-1993) en el Centro de Mas Bové del IRTA en Tarragona, se evaluó la capacidad productiva del almendro sometido a tres niveles de riego y una estrategia de RDC.
Los tres niveles de riego fueron: T-100 (100% de la demanda hídrica determinada según el método del balance hídrico); T-130, con un 30% más de agua que en T-100; y T-70, con un 30 % lineal menos de agua que T-100. La estrategia de RDC consistió aplicar T-100 (100% de la demanda hídrica del cultivo) hasta finales de junio (justo cuando se inicia el crecimiento del fruto), aplicar solamente un 20% de T-100 de este momento hasta la cosecha y después de la cosecha hasta la caída de hojas aplicar T-100 otra vez.
En los resultados producidos (cuadro I) ponen de manifiesto el interés que tiene productivamente regar con dotaciones totales de riego (T-100) para obtener producciones (una vez estabilizado el crecimiento inicial del cultivo) superiores a los 2.500 kg grano/ha y año, como obtener buenas producciones (superiores a los 2.000 kg grano/ha y año) utilizando tan solo una tercera parte del agua de riego aplicada a T-100, en la que evidentemente la productividad del agua de riego es la mayor (0,93 kg de grano por m3 de agua aplicada en riego).
Cuadro I. Respuesta productiva de diferentes estrategias de riego en almendro, en la fase de estabilización de la producción (Girona et al., 2005).
Tratamientos de riego
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Producción grano (kg/ha) |
Nº de frutos por árbol
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Peso seco del grano (g) | Peso seco de la cáscara (g) | Agua de riego (mm) | Productividad del agua de riego (kg/m3) |
T-100 | 2.719 | 5.474 | 1,49 | 2,22 | 608 | 0,45 |
T-130 | 2.777 | 5.629 | 1,48 | 2,23 | 746 | 0,37 |
T-70 | 2.523 | 5.184 | 1,46 | 2,10 | 396 | 0,64 |
RDC | 2.204 | 4.560 | 1,45 | 2,13 | 236 | 0,93 |
Esta respuesta productiva del almendro a estrategias de RDC se ha visto ratificada en otro ensayos como los de Goldhamer et al., 2006; Girona et al., 2009; Goldhamer – comunicación personal sobre sus trabajos en curso, y otros.
Producción condicionada por el desarrollo del cultivo
Para lograr buenas producciones, además de tener los almendros con condiciones hídricas idóneas, se requiere de almendros grandes, ya que existe una gran dependencia entre la producción y el volumen de la copa del almendro (figura 3). Esta dependencia nos indica cómo es imposible obtener producciones importantes si el volumen de copa de los árboles, o el volumen de copa total de una unidad de superficie, es bajo.
El volumen de copa es un reflejo del volumen de raíz. No se puede disponer de grandes copas de árbol con volúmenes reducidos de raíces, por consiguiente para conseguir volúmenes de copa lo suficientemente desarrolladas es imprescindible disponer de volúmenes de raíces importantes, y con un adecuado manejo del riego se puede favorecer el desarrollo radicular. Se trata de mojar grandes volúmenes de suelo para que no exista limitación en el crecimiento potencial de las raíces. Con un aumento del volumen de suelo mojado obtenemos mayor extensión de raíces. Consecuentemente, a mayor extensión de raíces, mayor volumen potencial de copa y mayor producción.
Cuando los árboles están en la fase juvenil (primeros años después de la plantación), para alcanzar un mayor volumen de copa se debe aplicar todo el agua disponible para el riego del almendro, se debe regar con dotaciones superiores al 100% de los requerimientos hídricos, mientras se disponga de esa agua. En esta fase es muy importante hacer los árboles grandes con un buen volumen de copa y un buen sistema radicular para poder producir más, y poder alcanzar la plena producción en el periodo de tiempo más corto.
Otra consideración a tener en cuenta, es el volumen de copa por unidad de superficie (por ejemplo, el volumen de copa/ha), que es el resultado de multiplicar el volumen de cada árbol por el número de árboles de la unidad de superficie. Con árboles más pequeños y con una densidad de plantación mayor también se pueden obtener volúmenes de copa notables, además, en este caso (mayor densidad de plantación) se puede alcanzar un volumen de copa por unidad de superficie superior en los primeros años de vida del árbol lo que representa un reto productivo muy importante (Girona, 2009).
Sistema de riego
Para lograr un buen volumen de copa es importante disponer de un sistema de riego adecuadamente diseñado, y que pueda humedecer de forma continua un volumen importante de suelo. La dependencia del volumen de la longitud de la raíces se ha demostrado en diferentes especies, y su expresión en cultivos como el olivo (Masmoudi-Charfi, 2013) ha sido ampliamente estudiada. En este sentido disponer de sistemas radiculares potentes y bien desarrollados es un elemento clave para obtener grandes volúmenes de copa.
El riego sin duda puede ser un factor determinante en el desarrollo del sistema radicular, ya que cuando el árbol no dispone del agua suficiente para satisfacer sus requerimientos el crecimiento vegetativo se ve afectado (Romero et al., 2004; Girona et al., 2005) y en el sistema radicular también (Romero et al., 2004).
La distribución de la humedad en el suelo también juega un papel importante en el desarrollo del sistema radicular y en consecuencia en el volumen de copa (Shackel, K., comunicación personal, datos no publicados; Schwankl, et al., 1999) de tal forma que a mayor volumen de suelo mojado, mayor desarrollo radicular y mayor volumen de copa.
Como ya se ha visto anteriormente existe una gran relación entre el volumen de copa y la producción (figura 3), y un ejemplo de la dependencia de la producción en almendro a cómo los sistemas de riego distribuyen el agua en el suelo lo encontramos en la figura 4 (Girona, 2009). En esta figura se han representado los resultados (producción y el ratio (agua de riego + lluvia utilizada)/ETo) de diferentes ensayos, y se observó que se agrupan en dos grandes bloques: los rojos y los azules (figura 4), mientras que todos los rojos se correspondían con tratamientos de ensayos con el sistema de riego con simple línea de goteros, los puntos azules se correspondían a tratamientos con sistemas de riego por micro-aspersión o doble lateral de tuberías portagoteros.
Esta figura ilustra claramente el efecto del volumen de suelo mojado sobre la producción. Los almendros pertenecientes a tratamientos rojos, con un sistema de riego que mojaba poco volumen de suelo, es presumible que tuviesen un desarrollo radicular limitado y en consecuencia un menor volumen de copa y menor producción, mientras que los almendros de los puntos azules, con sistemas de riego que humedecían importantes volúmenes de suelo, permitían un desarrollo radicular importante, mayores volúmenes de copa y mayores producciones.
Respuesta económica respecto a la producción
El cultivo del almendro se ha visto tradicionalmente, incluso cuando se ha cultivado de forma intensiva y con los cuidados culturales que permitan buenas producciones, como un cultivo que no convenía forzar, en el sentido de que nunca se ha considerado económicamente viable buscar el máximo potencial productivo dado que se intuía que la rentabilidad económica de tal situación no sería viable.
Esta visión ha empezado a cambiar y existen productores, algunos de ellos en California, que han observado que pasar de ciertos límites productivos es muy rentable en almendro. Su idea se fundamenta en que la mayor parte del incremento de gastos fijos de producción se estabilizan cuando se llega a unos umbrales productivos altos, 2.500 o 3.000 kg/ha, y que todo lo que pase de estos límites genera un margen de beneficio neto muy interesante.
Un ejemplo de este concepto se puede concretar en la suposición de que un agricultor que está produciendo 3.000 kg grano/ha con una dotación de agua de 10.000 m3/ha en California (figura 2), con esta producción ya paga totalmente los gastos más importantes de la explotación. Pero conocedor de que puede obtener más producción si dispone de más agua, busca esta dotación adicional de agua para regar sus almendros, y espera una producción de casi 4.000 kg/ha, para lo que necesita unos 4.000 m3/ha adicionales (unos 14.000 m3/ha en total). Y está dispuesto a pagar un precio alto por esta agua adicional.
Sus cuentas son que con una producción de 3.000 kg de grano/ha, ya ha llegado al techo de gastos de la explotación, y todo lo que produzca a partir de aquí será con un gasto adicional tan solo relacionado con el agua y un poco de fertilizante mineral. En este caso los únicos limitantes económicos serían los del precio del agua y los del fertilizante requerido.
Bajo estas consideraciones, los productores californianos, han estado dispuestos a pagar hasta 0,40 € por m3 adicional de agua. Si la producción de 4.000 kg/ha se alcanza tan solo con agua extra y la parte correspondiente de nutrientes, tenemos que para 1.000 kg/ha extra de almendra (4.000 – 3.000 kg/ha) requeriríamos 4.000 m3/ha adicionales de agua. O sea 4 m3 de agua por kg de almendra producida.
Si el precio de la almendra estuviese a 3,5 €/kg, y el coste del agua fuese de 0,40 (€/m3), multiplicándolo por 4 m3/kg de almendra, representa que el coste del agua para 1 kg de almendra sería de unos 1,6 €, que es mucho menor a lo que las expectativas de precio esperado por el agricultor.