En este artículo se analizan las ventajas del sistema de plantación intensivo y conducción del cultivo en dos dimensiones, dado el interés que están suscitando en zonas en las que el acceso a la mano de obra es cada vez más complicado. Este sistema se adapta perfectamente al manzano y al peral, dada la variedad de patrones de bajo vigor disponibles, pero actualmente está ya posicionándose en muchos otros frutales.
Ignasi Iglesias. Dr. Ingeniero Agrónomo.
Las especies en las que la intensificación de las plantaciones ha sido más rápida han sido aquellas en las que se dispuso de patrones enanizantes, como el manzano y el peral. Sin embargo, en otras especies, como los frutales de hueso, esta innovación ha llegado más recientemente debido a que el proceso de selección de patrones de menor vigor ha sido más lento y todavía está en curso.
Dos sistemas de plantación en manzano que han convivido en las principales zonas productoras de manzana de España y que muestran la evolución hacia sistemas intensivos. A la izquierda, plantación extensiva en vaso de la variedad Belleza de Roma/MM.111 y a la derecha Golden/M.9 en eje central.
Es cierto que en estas especies se han realizado plantaciones de alta densidad gracias al uso del paclobutrazol, registrado en España para su uso como regulador del crecimiento en especies de hueso, efectivo y a bajo coste. Sin embargo para sistemas de producción sostenibles a largo plazo, es evidente que se requiere de sistemas de plantación con la mínima utilización de fitorreguladores, además porque su disponibilidad en el futuro es más que incierta.
Por lo tanto, en el diseño de las futuras plantaciones este punto deberá tenerse muy presente y el control del vigor deberá integrar diferentes técnicas como el patrón más adecuado según el tipo de suelo, el riego deficitario, la poda en verde o la poda de raíces, entre otras técnicas.
Una entrada en producción más rápida
La transición continuada hacia árboles con menor volumen de copa, además de posibilitar una entrada en producción más rápida, tiene implicaciones muy importantes en su manejo debido a la accesibilidad más fácil de la copa para realizar las diferentes operaciones de cultivo manualmente como son la poda, el aclareo de frutos o la recolección.
Contar con árboles más pequeños, gracias a la disponibilidad en manzano de patrones enanizantes, es una gran mejora de la eficiencia tanto de la mano de obra como de las máquinas, con una reducción de los costes de hasta el 30% (izda). En manzano, los sistemas de formación en eje central o axiales, se han desarrollado y generalizado a lo largo de los últimos 40 años, siendo el solaxe uno de los más populares (drcha).
Además, en las dos últimas décadas cada vez es más importante dicha accesibilidad para las máquinas que realizan estas operaciones de forma total o parcial, reduciendo su coste. La robotización de muchas tareas asignadas hasta ahora a la mano del hombre es una tendencia sin retorno en todos los sectores económicos y el sector hortofrutícola sin duda no va a ser la excepción.
Mejor iluminación de las copas
Otro aspecto a destacar en las copas de menor volumen es la mejor iluminación de la misma, que se traduce en variedades rojas una coloración mejor y más uniforme y, en general, en una mejor calidad y uniformidad de los frutos.
En la figura 1 se ilustra como la reducción del volumen de copa, asociado a una forma axial, afecta positivamente a la distribución de la luz a la iluminación de la misma y a la reducción de las zonas sombreadas, con el consecuente efecto positivo en la calidad del fruto e indirectamente, y no menos importante, en la accesibilidad a la misma por personas y máquinas.
¿Por qué árboles de menor tamaño?
Numerosas son las referencias que evidencian que en las especies frutales (manzano, peral, melocotonero, cerezo, etc.), los árboles pequeños son más eficientes. Enjoy the little things, for one day you may look back and realize they were the big things (“Disfruta de las pequeñas cosas, un día puede que mires hacia atrás y te des cuenta de que eran grandes”) sentenciaba el tenor R. Briault. En las dos últimas décadas, la tendencia a la utilización de árboles más pequeños se ha generalizado también en el cultivo del olivo, con las plantaciones superintensivas y más recientemente un proceso similar se está dando en el almendro.
La disminución de las distancias de plantación, unido a la posibilidad de utilizar el doble eje, posibilita ramas más cortas y menor coste para el arqueamiento de la mismas, a la vez que resulta en formas más planas y accesibles a las máquinas y a las labores manuales.
La distribución/partición de los carbohidratos procedentes de la fotosíntesis y consecuentemente de la materia seca hacia el fruto, las hojas o la madera, se ve afectado por el tamaño del árbol, tal y como se expone en la figura 2.
Se observa claramente como los árboles pequeños son más eficientes en la distribución de carbohidratos hacia el fruto en detrimento del tronco y de las hojas. Ello implica una mayor eficiencia productiva en términos de número de frutos/m3 de copa o de producción/cm2 de sección de tronco, con el consecuente beneficio para el productor.
Esta mejora de la eficiencia por el uso de árboles de menor volumen con patrones enanizantes como el M-9, queda patente por ejemplo en el manzano en la provincia del Südtirol (Italia), donde se pasó de una producción media de 28,3 t/ha en el período 1970-1978 a 54,6 t/ha en el periodo 2009-2017, lo que supone triplicar la producción.
En peral la transición hacia árboles más pequeños y sistemas de formación axiales más bidimensionales, más accesibles a la vez a las labores manuales y a la mecanización, ha sido similar a la experimentada en manzano gracias a la utilización de patrones de membrillero.
La mayor eficiencia de árboles pequeños se debe a varios aspectos, como son:
- Menor porcentaje de madera estructural que se traduce en una distribución más eficiente de carbohidratos y consecuentemente de la materia seca. Es decir, mayor porcentaje de los mismos hacia los frutos, en vez de hacia la madera o las hojas (figura 2).
- Volumen más reducido de la copa, que se traduce en una mayor eficiencia de la misma al reducir de forma muy importante las zonas sombreadas (figura 1). Consecuentemente los frutos y hojas están expuestos a una iluminación similar que se traduce en una calidad más uniforme de los frutos.
- Órganos fructíferos y frutos más cerca del tronco, por lo que el transporte y la distribución de agua, nutrientes y fotoasimilados requiere menos gasto energético y por lo tanto es más eficiente.
- Una mayor accesibilidad de la copa tanto a las labores realizadas manualmente (poda, aclareo, recolección) como a las realizadas mediante máquinas (poda, aclareo de flores y frutos, plataformas para la recolección). La accesibilidad se ha mejorado significativamente en las dos últimas décadas mediante la adopción de sistemas de formación planos o 2D (pared frutal), que además en fruta dulce deja abierta la puerta a la recolección robotizada.
- La mayor parte o incluso la totalidad de las labores de cultivo pueden realizarse desde el suelo, sin la necesidad de escaleras, lo que mejora la eficiencia de la mano de obra y requiere menos esfuerzo físico, mejorando el confort de los trabajadores.
- La mayor accesibilidad de la copa a las labores manuales reduce su coste, su riesgo y mejora su eficiencia. Además, la posibilidad de realizar parte de las operaciones de forma mecanizada reduce considerablemente los costes de producción.
- Una mejor productividad en plantaciones adultas y una entrada en producción más rápida, por el simple hecho de aumentar la densidad de plantación y de que el árbol ocupa rápidamente el espacio asignado. Como contrapartida, el coste de plantación se incrementa tanto por la mayor densidad de plantación como por la necesidad en muchos casos de una estructura de soporte.
Conclusiones
En base a lo expuesto puede concluirse que la adopción progresiva de sistemas de plantación intensivos en las diferentes especies frutícolas, va unida a una mayor eficiencia de las plantaciones, debido a que los patrones sobre los que se sustentan son también más eficientes productivamente.
Además, dichos sistemas permiten una entrada en producción más rápida, una mejor iluminación de la copa y la adopción de formas planas más accesibles tanto a las labores manuales como a las máquinas, mejorando su eficiencia. Todo ello unido a la también mejor eficiencia de los tratamientos fitosanitarios. En definitiva, posibilitan una fruticultura de mayor precisión y más eficiente.
Las plantaciones intensivas deberán basarse en el desarrollo de formas de copa bidimensionales y de fácil formación, –dado que la mano de obra disponible es cada vez menos especializada–, y además susceptibles para la mecanización parcial o total, según especies.
La utilización de máquinas como plataformas o discos supone una ayuda para labores como la poda o la recolección en plantaciones de mayor altura.
Sin embargo estos sistemas de plantación intensivos requieren una inversión considerablemente mayor y de una capitalización adecuada. Dicha inversión será recuperada a más corto plazo según sea la rentabilidad del cultivo. Por tanto, son de mayor interés en cultivos con perspectivas interesantes de precios y cuando se trata de grandes superficies y poca disponibilidad de mano de obra.
Finalmente, hay que recordar que se trata de sistemas eficientes, siempre y cuando la tecnología de producción sea la adecuada. Cualquier error en la elección del material vegetal, en el diseño de la plantación, poda, riego, abonado, tratamientos o regulación de la carga, entre otros, puede dar al traste con una inversión elevada y con la eficiencia del sistema.